Yeison Toro: el presente y los sueños del nuevo Pirata
El poste antioqueño es uno de los fichajes del equipo capitalino para esta temporada en la liga. En entrevista con El Espectador, habló del equipo, sus aspiraciones y su vida en el baloncesto.
Fernando Camilo Garzón
Cuando Yeison Toro conoció al profesor José Tapias, máximo ícono de Piratas de Bogotá, fue en un torneo 3 x 3 al que el poste antioqueño fue convocado para representar a la selección Colombia sub-23. Desde aquella vez, hace un par de años, Tapias mostró interés para que Toro jugara con el equipo del parche, pero las negociaciones nunca llegaban a buen puerto: “Al profe le gustó mucho mi juego y a partir de ahí empezó a llamarme para que jugara en Piratas. Lastimosamente, cuando hablábamos, yo ya había firmado con otros equipos y por eso siempre se frustraba mi llegada”.
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Cuando Yeison Toro conoció al profesor José Tapias, máximo ícono de Piratas de Bogotá, fue en un torneo 3 x 3 al que el poste antioqueño fue convocado para representar a la selección Colombia sub-23. Desde aquella vez, hace un par de años, Tapias mostró interés para que Toro jugara con el equipo del parche, pero las negociaciones nunca llegaban a buen puerto: “Al profe le gustó mucho mi juego y a partir de ahí empezó a llamarme para que jugara en Piratas. Lastimosamente, cuando hablábamos, yo ya había firmado con otros equipos y por eso siempre se frustraba mi llegada”.
Era 2021, el baloncesto apenas salía de la pandemia, de la burbuja de San Andrés. Yeison Toro, que debutó en el básquet profesional con Cóndores de Cundinamarca, también pasó por Tigrillos de Medellín (antes conocido como Academia de la Montaña) y Corsarios de Cartagena, antes de poder concretar su llegada a la capital casi dos años después de que, por primera vez, el profe Tapias lo contactara para jugar con Piratas.
Su llegada, para la actual temporada de la Liga Wplay de baloncesto profesional, fue uno de los mayores movimientos en el mercado de jugadores locales. Un basquetbolista de selección nacional para aportar a la rotación del equipo bogotano, que tras dos temporadas consecutivas llegando a la semifinal del torneo espera este semestre, por fin, volver a meterse en la definición del título, que ya ganó en 1999, 2003, 2004 y 2014.
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De hecho, Toro llegó a Piratas en uno de sus mejores momentos. Su carrera todavía es muy joven, pues es modelo 2001 (21 años), pero el antioqueño ya jugó afuera del país, en México, y acumula varias convocatorias a la selección nacional. Fue parte de la plantilla que en las últimas eliminatorias al mundial de baloncesto hizo historia al superar a equipos como Brasil, un rival al que Colombia nunca en la historia le había ganado.
Importante en la rotación de Piratas, al ser uno de los jugadores más altos de la nómina (2,04), el antioqueño disfruta de su momento en Bogotá. Tiene claro el objetivo del equipo y del profe Tapias: “Ya era hora de jugar en Piratas, uno de los clubes más grandes del baloncesto colombiano. El equipo viene de jugar dos semifinales y esta vez espera llegar a la final y pelear por el campeonato. Es lo que buscamos, es lo que queremos”.
Sobre el entrenador, aseguró: “El profe me trajo para fortalecer el equipo. A eso vine y estoy mentalizado a aportar lo que más pueda. Yo quería jugar con el profe Tapias. Sé la gran persona que es, el gran entrenador y los conocimientos que tiene. Es uno de los mejores del país. Lo admiro totalmente y he aprendido mucho de él”.
Hasta ahora, el arranque de Piratas no ha sido malo, pero sí irregular. Disputadas las cinco primeras fechas del campeonato local, toda la primera rueda de la ronda de conferencias, el cuadro bogotano acumula tres victorias y dos derrotas. Ambas caídas, contra Titanes de Barranquilla y Motilones del Norte, han sido duras, pues le han demostrado a la escuadra capitalina que en esta ocasión el nivel de su plantilla está por debajo de las de los equipos más poderosos.
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Sin embargo, ahora que empieza la segunda rueda, hoy contra Cóndores de Cundinamarca, el equipo del parche aspira a recomponer el rumbo y asegurar su puesto en las finales de la liga. El reto será ajustar tuercas y darle más rodaje a las piezas nuevas del equipo, como Yeison Toro, que todavía necesitan acoplarse a la estructura de jugadores consolidados como Sebastián Valencia, Felipe Soler, Rodrigo Peña y Desmond Holloway. Es un ajuste clave y necesario en el futuro inmediato del equipo bogotano.
La familia, el motor de Yeison Toro
En la casa de Yeison Toro, su papá era un ejemplo. Él, que se crió escuchando la leyenda de un hombre que a muy poco estuvo de ser futbolista profesional, pensaba que algún día podría igualar la gesta de su padre y cumplirle el sueño de llegar a primera, la ilusión frustrada de su héroe.
Se obsesionó con el fútbol, pero más por un sueño ajeno que propio. Como ya de niño era gigante se probó de arquero y defensor, pero a los 13 años su pie era tan grande (calzaba 48) que encontrar guayos de su talla resultó imposible. Su mamá, que en su juventud jugó baloncesto con la selección de Antioquia, siempre había querido que el niño jugara al básquet. Y, con la excusa de que conseguir zapatos para su pie de gigante era más fácil que conseguirle los guayos, lo llevó a probarse con la pelota naranja.
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“Eso fue como dicen cuando uno se enamora: amor a primera vista”, recuerda Toro, que desde esa tarde no dejó de apuntarle al tablero con intenciones de canasta.
Su papá nunca se decepcionó del cambio de rumbo. Todo lo contrario, lo alentó a seguir el nuevo camino, a hacer lo que lo hiciera feliz. Y ese apoyo fue el mismo de todo su círculo cercano, una familia de deportistas que nunca había tenido a uno de los suyos en la élite. Su tío, de hecho, también fue basquetbolista juvenil como su mamá, pero tampoco llegó a ser profesional.
Fue clave en el proceso, porque, recuerda Yeison Toro, entrenando con él, entendió que sus movimientos, su cuerpo y su capacidad física eran la de poste, la posición en la que jugó toda su vida.
La vida pasó rápido. Y en la vorágine, Toro sí cumplió el anhelo de los suyos. Llegó a ser profesional, jugar en la liga de baloncesto, cruzar fronteras con su talento y participar en la selección de Colombia, su mayor logro personal. En muchas ocasiones, en ese camino, pensó en dejar el baloncesto. Cuando la vida se ponía demasiado dura, más de una vez imaginó dejar todo y rendirse. Pero hoy mira su presente y agradece su perseverancia, el mayor consejo de su mamá cuando empezó en el baloncesto. Nunca rendirse, un lema con el que se alienta a mirar el futuro.
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