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                                                                                                                                Yo estuve en: los Olímpicos de la pandemia

                                                                                                                                Los de Tokio 2020 pasarán a la historia como los Juegos del covid-19, pero también los de la salud mental, entre la excelencia y las demostraciones políticas por un deporte más justo e incluyente.

                                                                                                                                Mariana Pajón, la reina del BMX, en la pista para recibir su medalla de plata, la tercera presea olímpica de su carrera.
                                                                                                                                Foto: Getty Images
                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Fue por el virus, al que llamaron covid-19 y causó la primera pandemia del siglo XXI, que Tokio 2020 no tuvo lugar en 2020, cuando estaba programado, sino en 2021, cuando se pudo. Fue por el virus, el mismo que hizo de ciudades populosas como Nueva York o La Meca lugares fantasmas, que en Tokio las graderías semivacías se volvieran el paisaje que rodeaba a los atletas, ocupadas tan solo por miembros de las delegaciones o periodistas. En cierta medida, Tokio 2020 fue también un lugar fantasma. Seguro que hasta a esos integrantes de la crema y nata del deporte les hicieron falta los aplausos, los vitoreos y las ovaciones.

                                                                                                                                Read more!

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                                                                                                                                Puede leer: Yuri Alvear, de campeona a formadora de nuevos atletas

                                                                                                                                Biles, como la mayoría de la humanidad, llegó a Tokio tras pasar meses sometida a fuertes restricciones sociales y de movilidad. En ese tiempo, los demonios de muchos tocaron la puerta y nos informaron que era hora de darles la cara. Para Biles, quien abiertamente ha compartido su convulsionada historia familiar, esos demonios incluían el rastro de Larry Nassar, el médico del equipo de gimnasia de Estados Unidos que abusó de cientos de niñas y adolescentes, y fue condenado por ello en 2018. Un mes después de dejar los Olímpicos en nombre de su salud mental, Biles se paró ante el Senado de su país a reclamar que el culpable no era solo Nassar, sino “el sistema que permitió que perpetrara sus abusos”.

                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Lo hicieron las jugadoras de fútbol de las selecciones de Estados Unidos, Chile, Nueva Zelanda y Gran Bretaña, que se arrodillaron antes de los partidos en señal de que la injusticia social debe acabar. O las jugadoras de hockey de césped de Alemania, que usaron una cinta con la bandera del arcoíris alrededor de sus tobillos. El deporte es un fin, pero para deportistas como ellas puede ser también un medio para llenar de contenido o para enviar mensajes poderosos y transformadores. ¿Las escuchó alguien? Difícil saberlo en este mundo que se rige por el distanciamiento social, ese paradigma que impuso la ciencia en su intento de evitar lo inevitable -el avance de la pandemia del covid-19-, pero que va tan en contravía de la esencia de los seres humanos.

                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                Mariana Pajón, la reina del BMX, en la pista para recibir su medalla de plata, la tercera presea olímpica de su carrera.
                                                                                                                                Foto: Getty Images
                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Fue por el virus, al que llamaron covid-19 y causó la primera pandemia del siglo XXI, que Tokio 2020 no tuvo lugar en 2020, cuando estaba programado, sino en 2021, cuando se pudo. Fue por el virus, el mismo que hizo de ciudades populosas como Nueva York o La Meca lugares fantasmas, que en Tokio las graderías semivacías se volvieran el paisaje que rodeaba a los atletas, ocupadas tan solo por miembros de las delegaciones o periodistas. En cierta medida, Tokio 2020 fue también un lugar fantasma. Seguro que hasta a esos integrantes de la crema y nata del deporte les hicieron falta los aplausos, los vitoreos y las ovaciones.

                                                                                                                                Read more!

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                                                                                                                                Puede leer: Yuri Alvear, de campeona a formadora de nuevos atletas

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                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Lo hicieron las jugadoras de fútbol de las selecciones de Estados Unidos, Chile, Nueva Zelanda y Gran Bretaña, que se arrodillaron antes de los partidos en señal de que la injusticia social debe acabar. O las jugadoras de hockey de césped de Alemania, que usaron una cinta con la bandera del arcoíris alrededor de sus tobillos. El deporte es un fin, pero para deportistas como ellas puede ser también un medio para llenar de contenido o para enviar mensajes poderosos y transformadores. ¿Las escuchó alguien? Difícil saberlo en este mundo que se rige por el distanciamiento social, ese paradigma que impuso la ciencia en su intento de evitar lo inevitable -el avance de la pandemia del covid-19-, pero que va tan en contravía de la esencia de los seres humanos.

                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                Por María José Medellín Cano

                                                                                                                                Estudió comunicación social en la Javeriana. Hizo sus prácticas en El Espectador y luego se desempeñó durante dos años como reportera judicial, desarrollando temas relacionados con las altas cortes y escándalos de corrupción como el de Odebrecht. Actualmente, es la editora de la Sección Judicial.@Majomedellincmmedellin@elespectador.com
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