Yuberjen Martínez: por el anhelo del puño en alto
El boxeador colombiano enfrenta este viernes a Amit Panghal por los octavos de final del peso mosca (11:00 p.m.). Busca subirse al podio, como lo hizo en Río 2016.
Andrés Osorio Guillott
La primera prueba de Yuberjen Martínez en Tokio dejó buenas sensaciones. Por decisión unánime, el colombiano venció al botsuano Rajab Otukile y se mostró convencido de su nivel para el nuevo reto de este viernes. “Se hizo un análisis inteligente y se pudo ejecutar lo que se planeó. La verdad que me sentí bien física y mentalmente”, dijo.
Su rival es Amit Panghal, boxeador indio que llega como el número uno de la categoría tras su título en el Mundial el año pasado y que viene con la ilusión de mantener su favoritismo y ganar su primera medalla olímpica.
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“Es un rival complicado, pero tenemos detalles de su manera de pelear para sacarles provecho a mis cualidades. Siempre hay presión, pero uno ya tiene la experiencia para manejarla”. aseguró Martínez.
Pasados similares
El boxeo no deja de ser un deporte que halla sus orígenes en las clases bajas, que encuentra en jóvenes ávidos de esperanza y de oportunidades el carácter necesario para afrontar la vida en el cuadrilátero, y los casos de Amit Panghal y Yuberjen Martínez no son la excepción a esta realidad.
Amit Panghal empezó en el boxeo por Ajay, su hermano, que también practicaba de manera aficionada este deporte en Ohtak, Haryana, lugar en el que crecieron. Amit nunca se amilanó por los problemas sociales que lo rodeaban, incluso su familia lo apoyó para que siguiera en ese camino y no fuera un caso más de jóvenes delincuentes que vieron en el crimen una manera fácil y efectiva de obtener el dinero que no soluciona de raíz la pobreza y las necesidades, pero que da la ilusión de sobrevivir un día más.
Amit no mide más de 1,60 m, y casi siempre se enfrentó contra rivales más altos que él, pero de la adversidad se configura la osadía, y aunque podía ser más pequeño, también era más ágil, así que su estilo se definió por sus características: golpes certeros y rápidos, una intensidad que agota al contrario y la confianza suficiente para mantener las condiciones a su favor.
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Después de haber ganado unos Juegos Nacionales en India y obtener una medalla de bronce en Uzbekistán, Panghal llegó a los Olímpicos de Río 2016, en los que cayó en los cuartos de final contra Hasanboy Dusmatov, de Uzbekistán, medallista de oro de peso mosca ligero en aquella edición de las justas. Ahora, el indio enfrentará a Yuberjen Martínez con el deseo de llegar más lejos y con un presente mucho más favorableque el de aquel entonces.
Martínez ya sabe lo que es subir a un podio en los Olímpicos, justamente sucedió al ganar la medalla de plata, que obtuvo tras caer con Hasanboy Dusmatov, que derrotó a Amit Panghal, en Río 2016.
Y aunque sabe lo que es colgarse una presea, sigue con ganas de hacer historia no solo por sus convicciones, sino por reivindicar su pasado, sus esfuerzos y a su familia, pues al igual que su contrincante en los octavos de final de Tokio, los inicios de Yuberjen en el deporte nos remiten a una realidad que se construyó por eludir la violencia y demás problemas que a muchos se lleva y nunca más regresan.
De Turbo, donde nació, pasó a Arboletes, otro municipio de Antioquia. Varias veces él y su familia tuvieron que migrar para esquivar los problemas sociales y económicos de la región del Urabá, una de las más afectadas por el conflicto armado en Colombia.
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El Tremendo, como le dicen a él, porque así le decían a su familia, siempre dispuesta a colaborar al prójimo, aprendió a hacer artesanías, a componer bicicletas para ganar algo de dinero y así aportar a un hogar que se mantuvo firme pese a las condiciones que lo rodearon.
Fue un amigo cercano el que lo invitó un día a pelear. Perdió. Pero quiso la revancha. Más que sed de venganza, es esa energía que produce una segunda oportunidad para desquitarse la que lo hizo convencerse de que podía ser boxeador. Y aunque no cumplía con los entrenamientos que él mismo buscó por tener que trabajar, la convicción de que el cuadrilátero era su lugar para soñar y seguir luchando por la vida, no solo por un trofeo, lo llevaron a ser uno de los nuevos referentes del boxeo en Colombia.
Ganó una medalla de bronce en los Juegos Centroamericanos y del Caribe en Veracruz (2014) y una presea de plata en el Campeonato Panamericano de Boxeo de Tijuana (2015), luego obtuvo la medalla de plata en Río y, aunque estuvo feliz por su logro, se sentía angustiado porque quería recoger el dinero necesario para comprarle una casa a su mamá, a quien le debe su sencillez y quien ha sido siempre su inspiración.
Hace poco Yuberjen fue noticia en Tokio sin haber competido, pues Céiber Ávila, su compañero, no contó con la indumentaria necesaria para pelear y fue Martínez quien le prestó una de sus camisetas para que pudiera salir al cuadrilátero.
Aunque puede ser un detalle menor, aún con el reconocimiento a su favor, el pugilista colombiano no olvida la importancia de colaborar y trabajar para los demás, y esto para decir que más que pelear por el anhelo del puño en alto, lo que motiva al deportista de 29 años es ganar para ayudar a los otros.
La primera prueba de Yuberjen Martínez en Tokio dejó buenas sensaciones. Por decisión unánime, el colombiano venció al botsuano Rajab Otukile y se mostró convencido de su nivel para el nuevo reto de este viernes. “Se hizo un análisis inteligente y se pudo ejecutar lo que se planeó. La verdad que me sentí bien física y mentalmente”, dijo.
Su rival es Amit Panghal, boxeador indio que llega como el número uno de la categoría tras su título en el Mundial el año pasado y que viene con la ilusión de mantener su favoritismo y ganar su primera medalla olímpica.
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“Es un rival complicado, pero tenemos detalles de su manera de pelear para sacarles provecho a mis cualidades. Siempre hay presión, pero uno ya tiene la experiencia para manejarla”. aseguró Martínez.
Pasados similares
El boxeo no deja de ser un deporte que halla sus orígenes en las clases bajas, que encuentra en jóvenes ávidos de esperanza y de oportunidades el carácter necesario para afrontar la vida en el cuadrilátero, y los casos de Amit Panghal y Yuberjen Martínez no son la excepción a esta realidad.
Amit Panghal empezó en el boxeo por Ajay, su hermano, que también practicaba de manera aficionada este deporte en Ohtak, Haryana, lugar en el que crecieron. Amit nunca se amilanó por los problemas sociales que lo rodeaban, incluso su familia lo apoyó para que siguiera en ese camino y no fuera un caso más de jóvenes delincuentes que vieron en el crimen una manera fácil y efectiva de obtener el dinero que no soluciona de raíz la pobreza y las necesidades, pero que da la ilusión de sobrevivir un día más.
Amit no mide más de 1,60 m, y casi siempre se enfrentó contra rivales más altos que él, pero de la adversidad se configura la osadía, y aunque podía ser más pequeño, también era más ágil, así que su estilo se definió por sus características: golpes certeros y rápidos, una intensidad que agota al contrario y la confianza suficiente para mantener las condiciones a su favor.
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Después de haber ganado unos Juegos Nacionales en India y obtener una medalla de bronce en Uzbekistán, Panghal llegó a los Olímpicos de Río 2016, en los que cayó en los cuartos de final contra Hasanboy Dusmatov, de Uzbekistán, medallista de oro de peso mosca ligero en aquella edición de las justas. Ahora, el indio enfrentará a Yuberjen Martínez con el deseo de llegar más lejos y con un presente mucho más favorableque el de aquel entonces.
Martínez ya sabe lo que es subir a un podio en los Olímpicos, justamente sucedió al ganar la medalla de plata, que obtuvo tras caer con Hasanboy Dusmatov, que derrotó a Amit Panghal, en Río 2016.
Y aunque sabe lo que es colgarse una presea, sigue con ganas de hacer historia no solo por sus convicciones, sino por reivindicar su pasado, sus esfuerzos y a su familia, pues al igual que su contrincante en los octavos de final de Tokio, los inicios de Yuberjen en el deporte nos remiten a una realidad que se construyó por eludir la violencia y demás problemas que a muchos se lleva y nunca más regresan.
De Turbo, donde nació, pasó a Arboletes, otro municipio de Antioquia. Varias veces él y su familia tuvieron que migrar para esquivar los problemas sociales y económicos de la región del Urabá, una de las más afectadas por el conflicto armado en Colombia.
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El Tremendo, como le dicen a él, porque así le decían a su familia, siempre dispuesta a colaborar al prójimo, aprendió a hacer artesanías, a componer bicicletas para ganar algo de dinero y así aportar a un hogar que se mantuvo firme pese a las condiciones que lo rodearon.
Fue un amigo cercano el que lo invitó un día a pelear. Perdió. Pero quiso la revancha. Más que sed de venganza, es esa energía que produce una segunda oportunidad para desquitarse la que lo hizo convencerse de que podía ser boxeador. Y aunque no cumplía con los entrenamientos que él mismo buscó por tener que trabajar, la convicción de que el cuadrilátero era su lugar para soñar y seguir luchando por la vida, no solo por un trofeo, lo llevaron a ser uno de los nuevos referentes del boxeo en Colombia.
Ganó una medalla de bronce en los Juegos Centroamericanos y del Caribe en Veracruz (2014) y una presea de plata en el Campeonato Panamericano de Boxeo de Tijuana (2015), luego obtuvo la medalla de plata en Río y, aunque estuvo feliz por su logro, se sentía angustiado porque quería recoger el dinero necesario para comprarle una casa a su mamá, a quien le debe su sencillez y quien ha sido siempre su inspiración.
Hace poco Yuberjen fue noticia en Tokio sin haber competido, pues Céiber Ávila, su compañero, no contó con la indumentaria necesaria para pelear y fue Martínez quien le prestó una de sus camisetas para que pudiera salir al cuadrilátero.
Aunque puede ser un detalle menor, aún con el reconocimiento a su favor, el pugilista colombiano no olvida la importancia de colaborar y trabajar para los demás, y esto para decir que más que pelear por el anhelo del puño en alto, lo que motiva al deportista de 29 años es ganar para ayudar a los otros.