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Chile 1962: el fin del mundo y la primera copa de Colombia

En el año más duro de la Guerra Fría, Colombia llegó a su primer Mundial y Brasil fue bicampeón mundial. Nueva entrega de “Disparos a gol”, del especial de El Espectador sobre Catar 2022; la relación entre el balompié y la política.

20 de octubre de 2022 - 11:18 p. m.
La selección de Colombia que clasificó a Chile 1962 era dirigida por Adolfo Pedernera, ídolo del Ballet Azul de Millonarios y la Máquina de River. // Archivo El Espectador
La selección de Colombia que clasificó a Chile 1962 era dirigida por Adolfo Pedernera, ídolo del Ballet Azul de Millonarios y la Máquina de River. // Archivo El Espectador
Foto: Crédito: Archivo El Espectador
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El 22 de mayo de 1960, en Valdivia, Chile, se desató el mega-terremoto más potente que el ser humano ha podido registrar. Con 9,5 en la escala de Richter, pocos edificios lograron quedar en pie cuando la catástrofe sucedió. Y aun peor, la tragedia apenas empezaba. Un fuerte tsunami atracó en el puerto valdiviano horas después del sismo, sumergiendo lo que quedaba de la ciudad en un pozo de escombros que parecían más bien un pantano.

Luego del movimiento telúrico, olas de 25 metros arrasaron costas de Chile y Perú. Además, al otro lado del océano Pacífico, las marejadas se propagaron hasta golpear Japón, Hawái y Filipinas, dejando un saldo de 231 muertos y más de 125 millones de dólares en daños. En Valdivia, por su parte, perdieron la vida casi 3.000 personas.

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El megaterremoto de Valdivia no solo derrumbó la mitad de la ciudad, también suspendió el proceso de modernización que Chile estaba construyendo. Cuando el país austral fue elegido sede de la Copa Mundial de Fútbol de 1962, en el Congreso de la FIFA de 1954, el Estado se ocupó por el desarrollo del país con énfasis en el transporte, la infraestructura y las telecomunicaciones. “Porque no tenemos nada, queremos hacerlo todo”, argumentó Carlos Dittborn, entonces presidente de la Federación Chilena de Fútbol, persuadiendo a las delegaciones de la FIFA en aquella votación que ganó.

Desde luego, el Mundial de Chile estuvo a punto de cancelarse por culpa del desastre natural. La mayoría de sedes propuestas como Talca, Concepción, Talcahuano y Valdivia, fueron destruidas parcialmente, por lo que el calendario fue modificado en su totalidad como método de emergencia.

Así las cosas, Argentina, España, Inglaterra y Alemania Federal se lanzaron como aves de rapiña en búsqueda de la organización del Mundial. Sin embargo, Chile maniobró como pudo y distribuyó los partidos de su competencia en cuatro sedes. “El Mundial, señores, se hace en Chile, sí o sí”, arengó Jorge Alessandrini Rodríguez, entonces presidente de Chile, en respuesta a la FIFA cuando las dudas parecían llevarse el certamen a otro lugar.

Eliminatorias curiosas

La selección de Alemania Federal, campeona del mundo en 1954, obtuvo su tiquete a Chile sin problemas. Los teutones ganaron todos los partidos de su grupo en la fase clasificatoria de la confederación europea, en el cual Grecia e Irlanda del Norte fueron sus víctimas. En el primer partido que Alemania Federal jugó de local venció a los británicos 2-1 en Berlín Occidental. Sin embargo, para recibir a Grecia tuvieron que cambiar de sede porque la URSS había construido, en Berlín, el muro que separó la capital germana por casi cuatro décadas.

Cuando la Segunda Guerra Mundial acabó, Alemania se convirtió en la frontera más próxima entre dos ideologías opuestas: Comunismo y Capitalismo. Pronto, los germanos atrapados en la dictadura de Alemania Democrática mostraron su descontento, por las pésimas condiciones de vida, y emigraron a su vecina occidental en grupos de miles. Viendo el éxodo que sucedía en sus narices, Nikita Jruschev, máximo mandatario soviético, decidió tomar fuertes medidas, pues de lo contrario su porción del territorio alemán iba a desaparecer por falta de habitantes.

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La noche del 13 de agosto de 1961, trabajadores alemanes –ayudados por tropas soviéticas– rodearon Berlín Occidental con un muro de tres metros y medio de altura. Tropas de la URSS y Alemania Democrática resguardaron tal construcción asegurándose de que ninguno pasara del otro lado. Quienes trataron de hacerlo, obtuvieron el máximo castigo: la muerte.

Así las cosas, en la última fecha de la fase clasificatoria –con serios problemas políticos en su capital–, Alemania Federal decidió recibir a la selección de Grecia en Augsburgo. El partido se disputó un mes después de la construcción del Muro de Berlín. Los teutones vencieron a su rival griego por 2-1 y los hundieron en la última posición del grupo.

Por su parte en África, para la fase clasificatoria en su confederación, se presentaron tan solo seis selecciones. La mayoría de países del continente pasaban por una transición crucial de colonias a Estados independientes, por lo que acudir al Mundial de Chile 1962 no era la preocupación principal de los gobiernos. Aun así, las selecciones de Ghana y Marruecos disputaron partidos de ida y vuelta para acceder al repechaje con alguna selección de Europa.

Los marroquíes avanzaron al último partido de la fase clasificatoria, sin embargo, tuvieron la mala suerte de enfrentarse a la España multinacional de Ferenc Puskas, quien era húngaro y goleador de nacimiento, y Alfredo Di Stefano, quien era más argentino que el alfajor. Ambas estrellas habían sido nacionalizadas, porque llevaban casi media década viviendo en España y ganando todo con el Real Madrid en Europa. En aquel partido, los ibéricos vencieron a los africanos con un marcador global de 4-2 y así le arrebataron a Marruecos la posibilidad de asistir a su primer Mundial. Debió ser una derrota muy difícil de digerir para el pueblo que perdió, pues entre ambos había una tensión política resuelta hacía poco tiempo: desde 1913 hasta 1958, España había instalado un enorme Protectorado en suelo marroquí, tras una negociación con Francia, en la cual Marruecos fue repartido como pastel de cumpleaños.

Los misiles Júpiter

La selección de fútbol de la URSS logró un cupo al Mundial de Chile venciendo el grupo que compartió con Turquía y Noruega. Los soviéticos obtuvieron todos los puntos posibles. El último partido de ese grupo se jugó en Estambul, Turquía, en noviembre de 1961. Ese día, el equipo otomano debía golear al portero soviético Lev Yashin con la cantidad modesta de siete goles. Las cuentas resultaban complicadas para Turquía, pues Yashin era el mejor del mundo en su posición, siendo el único guardameta en la historia que ganó el del Balón de Oro, el premio al mejor futbolista del año.

Si hablamos en lenguaje de guerra, Turquía debía atacar a la URSS con todo su arsenal. Los locales estaban obligados a bombardear el arco de Lev Yashin con al menos siete misiles de alta precisión. Sin embargo, todo salió al revés y el equipo soviético se llevó la victoria con un resultado de 2-1. Así, la URSS clasificó al Mundial de Chile del siguiente año.

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Aunque Turquía apenas vulneró a los soviéticos en cancha, en su nación se encontraba un armamento tan catastrófico que era capaz de destruir cada ciudad de su rival y que, de hecho, apuntaba hacia la URSS. Pasaba que, durante los años siguientes a la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos había ubicado misiles balísticos de alcance medio en territorio turco, los cuales podían alcanzar distancias de 2400 km a la redonda. Como la URSS y Turquía están apenas separados por el Mar Negro, estos misiles, de nombre Júpiter, representaron una gran amenaza contra el gobierno de Jruschev durante los años de Guerra Fría.

Un día de vacaciones, Nikita Jruschev decidió responder a las amenazas estadounidenses con la misma moneda, mientras observaba el horizonte del Mar Negro en Crimea, Ucrania. “¿Cómo es posible que los americanos tengan derecho a poseer una base en nuestras narices?

¿Por qué no podemos nosotros establecer una en Cuba, en las narices de América?”, según lo describe E.J. Rodríguez, redactor jefe del magazine español Jot Down, en su texto “Cómo el mundo evitó el juicio final (I)”.

Así, en 1962, la URSS decidió estacionar misiles de alcance medio en Cuba, capaces de atacar cualquier ciudad estadounidense. Lo que pasaría después sería uno de los momentos más críticos de la historia de la humanidad.

El bicampeonato de Brasil

“El Mundial del 62, es una fiesta universal... del deporte del balón, como consigna general...celebrando nuestros triunfos, bailaremos Rock’n Roll”.

Así cantaban Los Ramblers, grupo de Rock’n Roll chileno, el tema oficial de su Mundial. A través de riffs de guitarra eléctrica propios de la música de la época, fue la primera vez que la Copa del Mundo de Fútbol tuvo un sencillo propio. En Chile todo era fiesta y entretenimiento, la organización del certamen vino acompañada de una poderosa alegría del pueblo austral. Le querían demostrar al mundo la felicidad de salir adelante a pesar de las dificultades.

La selección de Brasil, comandada por el aún joven Pelé, se ubicó en el grupo de junto a España, México y Checoslovaquia. En su debut, los brasileños vencieron a los aztecas sin despeinarse con un marcador de 2-0. Los goleadores del encuentro fueron Mario Zagallo y el mismo Edson Arantes Pelé.

Luego, en el segundo partido, los checoslovacos se olvidaron de la pelota y cagaron a patadas al Rey del Fútbol, propinándole lesiones que lo sacaron del Mundial. Sin embargo, tras la lesión del número 10, Garrincha y Amarildo tomaron el protagonismo del equipo. En el partido final del grupo, Brasil derrotó a España 2-1.

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Lo que comenzó como una fiesta de Rock’n Roll, terminó como una pelea de boxeo en la fase de grupos del Mundial. La selección de la URSS enfrentó en su partido inaugural a Yugoslavia, un encuentro que contaba con tensiones políticas impresionantes. El territorio yugoslavo, bajo las órdenes del Mariscal Tito, y haciéndole honor a su título de ‘no alineado’, fue el único país fronterizo con la URSS que evitó la instalación del Gobierno Soviético en su soberanía.

En el Estadio Carlos Dittborn, el delantero yugoslavo Mujic golpeó sin balón al defensa soviético Dubinsky. El agresor le rompió la tibia y el peroné, sacándolo del partido en ambulancia. Luego de esto, tras una pésima recuperación, en la pierna de Dubisnky se produjo un tumor maligno que le costaría la amputación y posterior muerte a la edad de 34 años.

Por otro lado, la prensa italiana había calentado los ánimos del partido que su selección iba a disputar contra Chile, en fase de grupos. El diario Corriere della Sera, semanas antes del Mundial, publicó una nota que contenía lo siguiente: “Un Campeonato del Mundo a trece mil kilómetros de distancia: una locura. Chile es pequeño, pobre y orgulloso. Ha aceptado organizar esta edición de la Copa Jules Rimet, en la misma forma que Mussolini aceptó que nuestra aviación fuera a bombardear Londres. La capital dispone de setecientas camas. El teléfono no funciona. Los taxis son tan raros como los maridos fieles”.

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El 2 de julio se enfrentaron finalmente chilenos e italianos en el Estadio Nacional de Santiago. Temprano, a los ocho minutos, el italiano Ferrini recibió la tarjeta roja por una fuerte entrada al austral Honorio Landa. Sin embargo, la violencia se presentó con más vehemencia al 41′: el italiano Mario David derribó al chileno Leonel Sánchez y, una vez estaba en el suelo, lo golpeó en repetidas ocasiones como si no valiera nada. El sudamericano se levantó y le rompió el tabique de un gancho –era hijo de un excampeón de boxeo.

El árbitro inglés, Kevin Aston, no expulsó a ninguno de los dos en ese momento. Sin embargo, tuvo que actuar cuando Mario David vengó su nariz propinando una patada a Leonel Sánchez minutos después. Así, Italia tenía dos jugadores expulsados antes del primer tiempo. Luego, Chile aprovechó su ventaja numérica y anotó dos goles en los minutos finales del encuentro.

La selección colombiana de fútbol llegó a disputar su primer Mundial a Chile 1962. Siempre quedará en los libros de historia el empate 4-4 logrado contra la URSS en fase de grupos, pues en ese partido se marcó el único gol olímpico de la historia de las Copas del Mundo. Marcos Coll, un barranquillero hijo del primer arbitro que pitó en Colombia, clavo un balón desde el tiro de esquina para la sorpresa de la defensa soviética. El portero Lev Yashin, por su parte, gritó y manoteó al defensa que había puesto para cubrir el palo derecho.

En los cuartos de final, Brasil se midió a Inglaterra. Los cariocas vencieron a los padres del fútbol con dos goles de Garrincha y uno de Vava. En otra llave, Chile eliminó a la URSS con marcador de 2-1 en el Estadio Carlos Dittborn, nombrado así por el dirigente que logró la organización del Mundial y que murió meses antes del inicio del certamen. Por su parte, Checoslovaquia y Yugoslavia vencieron con la mínima diferencia a Hungría y Alemania Federal respectivamente.

Luego, en semifinales, la siempre poderosa Brasil derrumbó los sueños chilenos de levantar la Copa Jules Rimet. Les ganaron a los locales 4-2 con doblete de goles de Vava y Garrincha. La Selección Chilena, así, cumplió con su mejor presentación en toda la historia de los mundiales. En la otra llave, Checoslovaquia derrotó a Yugoslavia y volvió a disputar una final desde 1934.

La final de la Copa del Mundo de 1962 se disputó en el Estadio Nacional Santiago de Chile el 17 de junio. La selección de Brasil se enfrentó de nuevo a Checoslovaquia, con quienes había empatado a cero goles en fase de grupos. Los europeos sorprendieron anotando el primer gol del partido al 17′. Sin embargo, Amarildo empató el encuentro dos minutos después. A partir de allí fue un recital del equipo brasileño, que marcó otros dos goles en el segundo tiempo.

Cuando el árbitro Nikolaj Latychev marcó el final del partido, todos los jugadores brasileños levantaron las manos al cielo. El público asistente aplaudió la victoria sudamericana como propia, pues a los chilenos solo les importaba festejar su Mundial. Así, Brasil logró su bicampeonato como lo había hecho Italia décadas antes. La mala noticia, para los próximos campeones, fue que nunca más una selección de fútbol pudo ganar dos veces consecutivas.

Tiro desviado: La real amenaza mundial

Meses después de la Copa del Mundo de Chile en 1962, el presidente Jhon F. Kennedy confirmó las sospechas peligrosas que tenía sobre Cuba. El 14 de octubre de ese año, un avión espía de la fuerza aérea estadounidense tomó fotografías del territorio occidental de la isla centroamericana. Al día siguiente, el Centro de Interpretación Fotográfica Nacional de USA analizó las fotografías e identificó componentes de misiles balísticos de medio alcance en el lugar.

Para abordar la crisis, el presidente estadounidense convocó el Comité Ejecutivo del Consejo de Seguridad Nacional. Allí, los altos mandos tantearon alternativas para defender su país del poder bélico instalado por la URSS en Cuba. Entre las opciones estuvieron: bloquear, invadir o bombardear la isla.

Después de negociaciones internas y en la Organización de las Naciones Unidas, el presidente Jhon F. Kennedy propuso una línea de cuarentena para bloquear a Cuba. Amenazó con destruir las embarcaciones que cruzasen tal frontera. El 22 de octubre, en una alocución televisada, el mismo mandatario advirtió que cualquier ataque de estos misiles a las naciones américas seria tomado como un ataque directo a Estados Unidos. Lo que hubiese significado represalias contra la URSS, y el estallido de la Tercera Guerra Mundial.

El gobernante soviético Nikita Jruschev consideró el bloqueo como una amenaza a la paz, sin embargo, entendió que una guerra nuclear seria catastrófica para el mundo. Por tal motivo, envió una carta a Kennedy ofreciéndole retirar los misiles de medio alcance en Cuba a cambio de no invadir la isla. Además, Jruschev solicitó el retiro de los misiles Júpiter en Turquía. El presidente estadounidense aceptó los términos y ordenó retirar los vuelos de reconocimiento en cielo cubano.

Una vez solucionada la ‘Crisis de los Misiles’, se instaló una línea directa de comunicación entre Moscú y Washington. Así, el planeta tierra estuvo a una mala decisión de hervir a través de bombas nucleares diseñadas para matar en masa. Desde luego, 1962 será recordado como el año en que más cerca se estuvo de la Tercera Guerra Mundial.

*Capítulo del libro Disparos a Gol

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Por Jhoan Sebastian Cote

Comunicador social con énfasis en periodismo y producción radiofónica de la Pontificia Universidad Javeriana. Formación como periodista judicial, con habilidades en cultura, deportes e historia. Creador de pódcast, periodismo narrativo y actualidad noticiosa.@SebasCote95jcote@elespectador.com

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