De todos lados un poco: la influencia migratoria en la Copa del Mundo
¿Nacionalizados? ¿Migrantes? ¿Diáspora? En el Mundial de Catar los futbolistas representarán más de una bandera.
Daniel Bello
Desde este lunes están definidos los 831 jugadores que integrarán las 32 selecciones en la Copa Mundial de Fútbol Catar 2022. Entre los seleccionados para luchar por el trofeo más codiciado en el mundo de deporte sobresale el dato de que 137 de ellos, el 16,48%, nacieron en un país distinto al que representan. Razones detrás hay muchas, algunas historias son parecidas, mientras otras son casos excepcionales.
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Desde este lunes están definidos los 831 jugadores que integrarán las 32 selecciones en la Copa Mundial de Fútbol Catar 2022. Entre los seleccionados para luchar por el trofeo más codiciado en el mundo de deporte sobresale el dato de que 137 de ellos, el 16,48%, nacieron en un país distinto al que representan. Razones detrás hay muchas, algunas historias son parecidas, mientras otras son casos excepcionales.
Por supuesto, todas muestran que, pese a que la Fifa solo permita a un jugador vestir los colores de un único combinado nacional, los personajes detrás de los uniformes pueden tener dos, tres o más naciones reflejadas en sus personas. Desde luego, una conclusión apresurada del tema resume en definir estos casos, cada vez más habituales en el fútbol moderno, en que las selecciones nacionalizan a sus jugadores, a veces, con un tono incluso despectivo, otras, como una respuesta fácil.
Más allá del lugar
Los equipos con más jugadores nacidos en el extranjero son los que menos futbolistas tienen que puedan considerarse “nacionalizados” Países como Marruecos (14), Túnez (12) o Senegal (12) están conformados por hijos de las diásporas de sus países, en especial Francia, que alguna vez tuvo a estos territorios como colonias en su época imperial.
Nacer afuera no implica ser extranjero. Hay muchas implicaciones en esa materia, pero la que más pesa son las raíces, ese vínculo en el que los orígenes y la cultura no están sujetas a un lugar geográfico, sino a la sangre y las tradiciones con las que muchos de los futbolistas germinaron.
Hay distintas razones por las que varios de los jugadores que están en Catar nacieron en el exterior. Por ejemplo, Nicola Zalewski, defensor polaco, vio la luz en Italia, pero nunca contó con la ciudadanía de ese país, sino la de sus padres. Otro ejemplo es el del estadounidense Giovanni Reyna, quien nació en Inglaterra porque su padre, Claudio, también futbolista, jugaba en el Reino Unidos al momento de su nacimiento. También hay otros contextos de mundialistas que registran su nacimiento en otros países, que son algunos croatas y serbios, pero su historia es particular, pues los jugadores de ambas selecciones que aparecen como nacidos en Bosnia-Herzegovina, lo hicieron cuando sus naciones y tierra natal eran uno solo: Yugoslavia.
Nacer y crecer en una cultura ajena
Cuando Francia quedó campeón mundial en 2018, algunos medios lo señalaron como una victoria de los migrantes. The Daily Show with Trevor Noah, programa de humor político y actualidad, afirmó que “África ganó el Mundial”, lo cual, para su sorpresa, generó malestar en el país, en especial, en el embajador francés en Estados Unidos, quien le envió una carta en la que decía que tal definición “no podía ser menos cierta”.
El diplomático aseguró que al llamar ‘equipo africano’ a su selección negaba su identidad francesa, Noah respondió que su comentario era una celebración de su africanidad. Aunque los 831 convocados representan solo a un país en el torneo, en su nombre, religión, color de piel y/o cultura llevan más banderas.
La vigente campeona tiene en sus figuras el reflejo de un pasado colonial, pero también multicultural. Karim Benzema, flamante ganador del Balón de Oro, es de origen argelino. Kylian Mbappé, el presente y futuro del fútbol francés, tiene raíces en Argelia y Camerún. Ambos son los principales referentes de una selección que es hija de la migración.
Aunque Colombia no va a disputar la Copa del Mundo, en la cifra de convocados a la cita orbital hay dos casos de amarillo, azul y rojo. Uno de ellos es Jonathan Osorio, nacido en Canadá, pero colombiano por sus padres, que llegaron al país en busca de una mejor vida. Luego de una victoria importante en las eliminatorias rumbo a Catar, el volante se puso la bandera tricolor en la espalda y dijo con orgullo ser uno más de nosotros.
El amor por el lugar que te lo dio todo
Desde luego, al tratarse de más de un centenar de nacidos en las extranjas, tiene que haber uno que otro nacionalizado. Entre ellos está el otro cafetero del artículo, Jesús Ferreira, hijo del recordado David Ferreira —exjugador de la selección de Colombia— que representa los colores de Estados Unidos. Nació en Santa Marta y a los 10 años se mudó a la tierra de las barras y las estrellas. Antes de recibir la ciudadanía, ya había sido convocado a las divisiones menores del cuadro norteamericano.
Donde la nacionalización estuvo muy presente fue en el dueño de casa, que cuenta con 10 jugadores que no tenían vínculos con Catar más allá de lo deportivo. Muchos llegaron para desarrollar su carrera deportiva y, con el paso del tiempo y un buen rendimiento en la liga local, pasaron a ser ciudadanos del país y, por lo tanto, seleccionables. El más relevante de ellos es Almoez Ali, quien viene de Sudán y es el máximo anotador histórico de ese combinado nacional.
Otro motivo por el que hay jugadores “sin cercanía cultural o tradicional”, por decirlo de una manera, es porque encontraron refugio en el lugar al que decidieron representar. Buen ejemplo son Xherdan Shaqiri, quien llegó a Suiza desde Kosovo huyendo de la guerra, y Alphonso Davies, quien nació en Ghana de padres liberianos víctimas de las guerras civiles que azotaron su país y encontraron una segunda oportunidad en Canadá.
La ciudadanía como concepto es muy amplio y, contrario a lo que dicen algunas definiciones jurídicas de algunos países del mundo, no es algo excluyente. “De ningún lado del todo. De todos lados un poco”, sería el resumen de la diversidad cultural y migratoria que hay en las nóminas del Mundial, citando al musico urugayo Jorge Drexler. Se habla de 32 selecciones pero las identidades nacionales trascienden por goleada esa cifra.
Si nos fijamos en los orígenes, al menos por lugar de nacimiento, países Gambia, Sudán, Baréin, Guinea-Bisáu, Kosovo y Kenia, que no han jugado la Copa del Mundo y no parece que lo hagan pronto, pueden verse representados a través de estos jugadores en el torneo que arranca el próximo domingo desde las 11:00 a.m. con el duelo Catar vs. Ecuador.
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