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Uruguay 1930: la historia del primer Mundial

¿Por qué la primera Copa del Mundo se jugó en Sudamérica? Las tensiones en Europa, las consecuencias de la gran guerra y el nivel de los uruguayos, fueron algunas de las razones. Primera entrega de “Disparos a gol”, del especial de El Espectador sobre Catar 2022; la relación entre el fútbol y la política.

11 de octubre de 2022 - 11:00 p. m.
Así festejaron los jugadores de la selección de Uruguay el primer título en la historia de las Copas del Mundo.
Así festejaron los jugadores de la selección de Uruguay el primer título en la historia de las Copas del Mundo.
Foto: Conmebol
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La primera Copa Mundial de Fútbol se disputó muy lejos de Europa para sorpresa de muchos. De las candidaturas de Hungría, España, Suecia, Holanda, Italia y Uruguay, el presidente de la FIFA Jules Rimet prefirió entregarles a los sudamericanos el honor de celebrar el certamen.

Los ingleses, creadores del fútbol, amargados por no haber organizado el primer Mundial en sus dominios, decidieron no participar en ningún evento de la FIFA hasta 1950.

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Disputar la Copa Mundial de 1930 en América parecía un disparate. Para entonces, la mayoría de aviones parecían estar destinados para cargar balas y no balones. Ir al Nuevo Mundo, desde Europa, era una travesía de dos semanas en barco por el Océano Atlántico que solo las selecciones de Bélgica, Francia, Rumania y Yugoslavia aceptaron. La FIFA, sin embargo, invitó a todas las delegaciones europeas a participar, siendo el único Mundial en el cual no se jugaron eliminatorias.

A pesar del llamado de la FIFA, la participación europea en el Mundial fue pobre. El Viejo Continente se encontraba asfixiado por la crisis económica de 1929, originada por una devastadora caída en la bolsa de Nueva York. Durante la década de los 30 se cerraron fábricas que ofrecían empleo y las importaciones se tornaron prácticamente imposibles en los países con mayor afectación.

Así mismo, el periodo de recuperación que se desarrollaba en Europa obligó a algunas selecciones a abstenerse de viajar por falta de dinero. La Primera Guerra Mundial, aunque tuvo ganadores sobre el papel –Inglaterra y Francia–, resultó muy costosa en todo sentido. Por un lado, los Aliados, los cuales vencieron, se abastecieron del mercado de armas estadounidense, sentenciados a pagar deudas asfixiantes durante las décadas posteriores. Desde luego, las Potencias Centrales, un tándem perdedor entre el Imperio alemán y el austro-húngaro, fueron reducidas y obligadas a pagar indemnizaciones que ascendían a los 35 millones de dólares en la época.

Las propuestas generosas de la delegación uruguaya fueron claves para lograr una Copa del Mundo con selecciones europeas. En el congreso de la FIFA de Barcelona, en 1929, Uruguay ofreció pagar los gastos de transporte marítimo y el hospedaje de las selecciones que decidieran aceptar la invitación. Además, se comprometió a construir en Montevideo un majestuoso estadio de fútbol para recibir a los competidores en 1930: el Estadio Centenario, nombrado así por la celebración de los 100 años de la primera constitución charrúa.

Otra de las razones por las que Jules Rimet escogió el país sudamericano fueron los triunfos de la Selección Uruguaya de Fútbol en los Juegos Olímpicos de 1924 y 1928 –en París y Ámsterdam respectivamente–. En ambas oportunidades los orientales se llevaron la medalla de oro, demostrando el poderío del fútbol sudamericano. Tan orgullosos están los charrúas de sus campeonatos olímpicos, que en el escudo de su camiseta lucen sendas estrellas. Los charrúas, por cierto, fueron un pueblo amerindio que habitó el territorio uruguayo en el siglo XVI.

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A la primera Copa del Mundo asistieron 13 selecciones –siete de ellas sudamericanas–, las cuales jugaron en tres estadios diferentes. Curiosamente, el gran Estadio Centenario no estuvo listo para la inauguración, por lo que el Estadio Pocitos, con capacidad para 1.000 personas nada más, fue la primera cancha donde se jugó un Mundial. Nada que ver con los monumentos arquitectónicos que hoy se construyen. Ese día, en la inauguración, la selección de Francia dio cátedra y se impuso por 4 a 1 sobre México.

El primer campeón mundial de fútbol

Uruguay y Argentina llegaron a la gran final del Mundial como lo habían hecho dos años antes en los Juegos Olímpicos. El partido se disputó en el Estadio Centenario, con balón argentino el primer tiempo y balón uruguayo la segunda mitad. Las crónicas deportivas de la época argumentan que Uruguay pudo remontar el 2-1 en contra del primer tiempo gracias a la pelota de su país, en un partido que terminó 4-2 a favor de los charrúas. Uruguay campeón en su tierra.

Para los amantes de los datos curiosos, el último gol del Mundial de 1930 fue un zapatazo del uruguayo Héctor Castro, un hombre al que apodaban el divino manco porque, siendo un adolescente, un accidente de motosierra le quitó una mano. Una historia que, hasta ahora, no se ha vuelto a repetir.

La primera Copa del Mundo de la FIFA fue un paso importante para convertir el fútbol en una profesión. Para entonces, en la mayoría de los casos, quienes practicaban el deporte no obtenían nada más que de las sonrisas de victoria o las caras largas de derrota. De hecho, el primer gol de la historia de los Mundiales fue marcado por Lucient Laurent, un francés que pidió permiso durante un mes a la marca de automóviles Peugeot, todo para representar a su selección de fútbol.

Desde el Mundial de Uruguay 1930, ser futbolista no sería un juego nunca más. La gloria de levantar la copa Jules Rimet, como se denominó al trofeo dorado, sería el orgullo más importante para quienes practican este deporte. Acomodando, por derecho, el nombre propio en la historia. Tal vez esa delegación uruguaya no se dio cuenta de su hazaña, pues solo los asistentes al Estadio Centenario y una que otra crónica de prensa dieron cuenta de los hechos. Sin embargo, ellos fueron los pioneros de un fenómeno difícil de igualar por otra disciplina: hoy, la mitad de los habitantes del mundo han visto por televisión la Copa Mundial de Fútbol.

*Capítulo del libro Disparos a Gol

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Por Jhoan Sebastian Cote

Comunicador social con énfasis en periodismo y producción radiofónica de la Pontificia Universidad Javeriana. Formación como periodista judicial, con habilidades en cultura, deportes e historia. Creador de pódcast, periodismo narrativo y actualidad noticiosa.@SebasCote95jcote@elespectador.com

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