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No contaban con su astucia

A sus 38 años, el delantero colombo-argentino continúa haciendo goles importantes. El más reciente, ante César Vallejo.

Redacción Deportiva
24 de agosto de 2011 - 11:50 p. m.
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El 28 de enero de 1996, Sergio Galván Rey debutó en el fútbol colombiano. Ese día su equipo, Once Caldas, derrotó 2 a 1 a Santa Fe. El argentino no anotó goles, pero fue fundamental para el resultado. El partido estaba lejos de ser premonitorio: casi 15 años más tarde, el delantero se convertiría en el máximo goleador histórico del balompié nacional.

Galván es hoy jugador de Santa Fe, casualmente. Las costumbres siguen intactas. Marcar goles fundamentales parece ser una vocación. En el partido de vuelta de la primera fase de la Copa Sudamericana, el que el equipo cardenal jugó el martes frente al César Vallejo, el argentino abrió el marcador con un gol que brilló por su gesto técnico: levantar la pelota, burlar al defensa, definir impecablemente.

A sus 38 años, Galván llegó al cuadro capitalino tras una mala campaña con el América. Ya en Cali, el goleador contemplaba la idea su retiro. “No tengo afán por seguir jugando, ni por retirarme. Estoy tranquilo. Obviamente, por mi cabeza pasa ese momento, está cercano, pero por ahora estoy bien de salud, entrenando”, afirmó. Las razones para contemplar esa posibilidad eran claras. “Ya son muchos años de fútbol. El entorno a veces afecta. Con mi señora ya lo he hablado en muchas oportunidades y en las decisiones que tome estoy pensando en el bienestar de mi hogar”.

El primer semestre con Santa Fe no fue bueno: el equipo quedó eliminado de las finales y Galván ni siquiera figuró entre los goleadores del torneo (tampoco fue un titular regular). La victoria frente a los peruanos es un formidable golpe anímico. Un bálsamo, un alivio, un respiro.

“Creo que era importante, en el arranque de este semestre, pasar a la siguiente fase de la Copa Sudamericana”, afirmó. “Esto se hace con argumentos, jugando bien, creando sociedades, teniendo una memoria futbolística del semestre pasado, y bueno, el triunfo nos deja tranquilos, pero también con el mismo compromiso de seguir haciendo bien las cosas”, añadió.

A su llegada al club cardenal, Galván señaló, como un juvenil, que era “una linda oportunidad” para su carrera. En el argentino, el entusiasmo funciona como una regla de vida, como un hábito. Es tal vez la única manera de explicarse que, a sus casi 40, el artillero continúe corriendo y hablando de compromisos: los goles por hacer, el torneo finalización y la serie de la Sudamericana frente al Cali, que arranca el 15 de septiembre en la capital del país. Y, en lo personal, acaso como un reto, la obligación de contribuir a que Santa Fe tenga un mejor presente.

Todo en medio del silencio, de la humildad. “Cuando llegué a Colombia, lo hice con un perfil bajo y quiero seguir así. Esa ha sido mi manera de actuar y con ese estilo me quiero ir”, dijo. La personalidad va en el acento: el dejo delicado que le viene de Concepción, ese pueblo en la provincia de Tucumán, en el noroeste argentino, y de todos los años colombianos.

Aunque todavía tiene fútbol para dar, Galván ya sabe qué no le interesa hacer en el retiro. “Sinceramente —sostiene—, no me metería en la dirección técnica. Hay que tener vocación. Hay que aguantarse muchas cosas que como jugador no me gustaron, y que de un momento a otro no las puedo omitir. Yo tengo mis convicciones y mis principios”.

Por Redacción Deportiva

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