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“Solamente quienes han trabajado arduamente durante años, entienden el valor que tiene clasificar a unos Juegos Olímpicos”, dice con autoridad la taekwondista boyacense Andrea Ramírez Vargas, quien este fin de semana se aseguró un cupo a las justas de Tokio 2020, las primeras de su carrera.
Está feliz, pero no conforme. Subió un escalón, pero quiere llegar a la cima. Por eso, independientemente del desenlace de la emergencia sanitaria que afronta el planeta, seguirá su preparación con miras a la cita en territorio nipón, programada del 24 de julio al 9 de agosto próximos.
“Hay que meterle la ficha a todo. Con garra, mente fuerte y mucho corazón, se logran buenos resultados”, asegura.
Lleva poco más de siete años en el alto rendimiento y aunque es una mujer ambiciosa, no imaginó llegar tan lejos. De niña practicaba el violín y se divertía mucho. La música parecía ser su camino. Hasta que el deporte cambió su rumbo.
Tenía 13 años y su hermana Laura, su “compinche”, le dijo que se inscribieran en una escuela deportiva. Sus padres habían practicado artes marciales en su juventud, así que algo de eso traían en la sangre.
Comenzaron a entrenar en el club Panteras, de Sogamoso, en el que aprendieron todos los secretos del taekwondo. “Yo estudiaba por las tardes en el Centro Politécnico Álvaro González Santana de la Salle, así que entrenaba en las mañanas y en las noches. Era duro, pero valió muchísimo la pena”.
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A su madre, Yuri Marcela Vargas, no le gustaba mucho la idea de que sus hijas se la pasaran “peleando”. “A ella no le gustaba que llegáramos tan tarde, adoloridas o con golpes, nos decía que nos retiráramos, que más bien nos dedicáramos al estudio. Incluso en 2017 mis padres me dijeron que el deporte no daba para vivir, que lo dejara, pero a esa alturas yo ya ganaba todos los torneos en los que participaba y estaba en la selección de Colombia, dirigida por mi entrenador, Cito René Forero. Iba para el Mundial de Corea y quedamos en que si no me iba bien, me retiraba. Por fortuna, gané la medalla de bronce y todo cambió, porque empecé a recibir mayores apoyos. Nunca me voy a retirar de esto, me fascina”, admite emocionada.
La Alcaldía de Sogamoso e Indeportes Boyacá siempre la han respaldado, pero después de su primer éxito internacional ingresó al programa Altius, del Comité Olímpico Colombiano y el Ministerio del Deporte.
Y 2018 fue el año de su consolidación. Se fogueó con las mejores del mundo y ganó las President's Cup de África, Europa y América. El año pasado se colgó el bronce en los Juegos Panamericanos y su más reciente logro fue clasificar a Tokio 2020.
“Yo creo que la clave de éxito es hacer todo con agrado, con amor, con pasión. Ir a Tokio, este año, el próximo, cuando sea, va a ser algo inolvidable y vamos a trabajar arduamente para pelear por un podio”, advierte, aunque sabe que tendrá al menos otra oportunidad de hacerlo, pues espera ir también a las justas de París 2024.
Este año aspira también a comenzar sus estudios universitarios virtuales. Se quiere preparar para cuando deje el deporte activo. “Me gustaría crear un club o volverme monitora o instructora. Siempre voy a estar ligada, como dirigente o en la parte administrativa, el taekwondo deja abiertas muchas posibilidades”.