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El deporte femenino en Colombia ha progresado, tal vez no con el ritmo y las condiciones esperadas, pero con el pasar del tiempo sí se evidencia un avance en cuanto a oportunidades y espacios para que las mujeres tengan la misma visibilidad y proyección que han tenido los hombres a lo largo de la historia.
¿Desde cuándo podría hablarse de la participación de mujeres en el deporte en Colombia? Los registros dicen que desde 1932, en los Juegos Nacionales que se disputaron en Medellín. En aquel entonces, Elvira Correa, basquetbolista del equipo Blanco y Verde, y Josefina Lozano, tenista de Cundinamarca, dejaron su sello no solo por haber participado y dejar una huella en la historia, sino porque lo hicieron siendo figuras, pues la primera fue una de las máximas anotadoras de la escuadra y la segunda fue medalla de oro.
Cecilia Navarrete hizo lo propio en el atletismo colombiano. Fue un hito y dejó una anécdota curiosa en su mayor logro. Cuando apenas tenía quince años, la bogotana participó en los Juegos Bolivarianos, en los que ganó tres medallas de oro y fue la mejor atleta de la primera edición disputada en 1938. ¿La anécdota? Al recibir su reconocimiento no le dieron una medalla, sino un helado. La excusa de los organizadores es que se habían acabado las preseas. Tiempo después le dieron su merecido premio.
También en la década de 1930 se destacaron mujeres como Regina Fadul y Margoth Zúñiga en natación. Un dato que no es gratuito, pues en esta disciplina Colombia empezó a destacarse gracias a las mujeres y en esta misma disciplina fue que treinta años después, en los Juegos Olímpicos de México 1968, Olga Lucía de Angulo (de trece años), Carmen Gómez, Patricia Olano y Nelly Siro representaron a nuestro país, logrando así el primer registro de mujeres colombianas en la mayor cita del deporte mundial.
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De Olga Lucía no solo se puede hablar por la edad con la que participó, sino de las diez medallas que obtuvo en los Juegos Bolivarianos de 1970. Un legado que, como seguiremos viendo, permitió que se abrieran puertas no solo para las mujeres, sino para todos los interesados en apostarle al progreso del deporte en el territorio nacional. Tampoco hay que olvidar a Ximena Restrepo, la primera mujer medallista olímpica de Colombia. La atleta, nacida en Medellín, obtuvo una presea de bronce en los Juegos Olímpicos de Barcelona 1992, en los 400 metros planos.
Ni a las que más se han destacado en este siglo XXI. Los logros de María Isabel Urrutia, la primera medalla de oro para Colombia tras su buena actuación en los Juegos Olímpicos de Sídney 2000, quien además ganó 24 preseas en campeonatos mundiales; de Yercy Puello, que también ostenta 28 títulos mundiales; de Fabiola Zuluaga, quien llegó a estar entre las mejores veinte tenistas del mundo y alcanzó las semifinales del Abierto de Australia en 2004; de otras medallistas olímpicas como Mabel Mosquera, María Luisa Calle, Jackeline Rentería, Leidy Solis, Yuri Alvear, Ubaldina Valoyes, Ingrit Valencia, Caterine Ibargüen y Mariana Pajón, quien le dio al país dos oros en la máxima cita del deporte, en Londres 2012 y Río 2016, además de un centenar de títulos internacionales. Eso sin olvidar a las colombianas que han subido al podio en Juegos Paralímpicos: Martha Liliana Hernández, Maritza Arango, Yesenia Restrepo, Sonia Sirley Luna y Jessica Marcela González.
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¿Pero por qué hablar de ellas? Porque fueron pioneras y son a la vez referentes, porque por sus logros y ejemplos es que se abren las posibilidades para todos, y porque en sus obras están los cambios de paradigmas a los que asistimos en este tiempo. Sus victorias, que se deben a ellas más que a la burocracia, terminan siendo triunfos para otras mujeres que se abren paso en disciplinas que antes eran acaparadas por hombres, pero más allá de una cuestión de género, es un asunto apenas justo para la humanidad.
Según un artículo publicado por el portal Transparencia en el Deporte el año pasado, las mujeres practican siete veces al mes alguna actividad deportiva, mientras que los hombres lo hacen diez días al mes por mejores condiciones; y de la misma manera, en los cargos, según la ONG Aso Mujer y Deporte, en el Comité Ejecutivo del Comité Olímpico Colombiano apenas hay tres mujeres frente a nueve hombres, mientras que en el caso del Comité Paralímpico Colombiano hay tres mujeres y dos hombres presidentes en las federaciones inscritas.
Razones para creer en la transformación
En los deportes que podrían clasificarse de “más populares”, como fútbol, baloncesto o voleibol, los avances son lentos, y quizá con algunas trabas, pero van poco a poco logrando los objetivos y anhelos de las deportistas que buscan vivir de su pasión y no tener que abandonarla por falta de estabilidad.
El ciclismo ha sido una disciplina que ha avanzado y que tiene grandes proyecciones. Los ejemplos de Paula Patiño, quien fue octava en el Giro Rosa 2020 y es una de las promesas del Movistar Team, así como el equipo femenino de Colnago, que tiene un proyecto a largo plazo con las categorías de mayores y sub-23 para hacer parte del World Tour son una muestra del compromiso de este campo para potenciar y visibilizar a las mujeres en un deporte que nos ha dado muchas alegrías en las últimas décadas.
El año pasado ocurrió un hecho sin precedentes, cuando, aun en medio de la pandemia, se pudo realizar al mismo tiempo la Liga Femenina de Fútbol, la Superliga Femenina de Voleibol y la Liga Superior de Baloncesto Femenino. Si bien las competencias no duraron sino un mes, lo que dificulta poder vivir de esto, mantener el compromiso de realizar los campeonatos permite replantear sobre lo construido y no retroceder a tal punto de no tener espacio para fomentar el deporte femenino.
La primera Superliga de Voleibol fue incluso aplaudida por Antonio Rizola, técnico de la selección de Colombia femenina, quien le dijo a El Espectador: “Espero que la Superliga ayude a todos los deportistas, dirigentes y patrocinadores a entender que el deporte profesional debe ser desarrollado como inversión de empresas, que entiendan que el producto voleibol no es apenas un deporte, tiene una gran función social y educacional. Genera oportunidad a jóvenes y profesionales de diferentes áreas. La disciplina que espero es que antes de criticar se piense en ayudar con sugerencias que sean buenas para todos, para salir de la dependencia de financiación de los órganos públicos”.
En cuanto al fútbol, que quizás ha sido el tema más mediático, las estadísticas son desfavorables. Si bien ya existe una Liga, y las condiciones por lo menos están sobre la mesa, cosa que no ocurría hace veinte años, cuando mujeres como Liliana Zapata y Myriam Guerrero impulsaron este deporte en Medellín y Bogotá, respectivamente, la situación actual no deja de ser preocupante. Según el informe de la Liga Femenina BetPlay, realizado por la Asociación Colombiana de Futbolistas Profesionales (Acolfutpro), el campeonato va en retroceso. Las cifras han disminuido en duración y participantes: en la primera edición, realizada en 2017, el torneo duró 104 días y tuvo 18 equipos; en 2018, 124 días y 23 equipos; en 2019, 74 días y veinte equipos, y el año pasado, 58 días y trece equipos. En 2021, el certamen duraría 45 días y se desconoce el número de escuadras que estarían en competencia. Las garantías son pocas, pero hay que insistir en que lo importante es luchar por mantener el torneo, pues siempre será más fácil planear sobre lo ya elaborado. De hecho, el Ministerio del Deporte, que ha estado a favor del deporte femenino, y que en el caso del fútbol ha apoyado con $3.000 millones en estos dos años, ha sido clave al desarrollar espacios para mujeres en competencia. Los llamados tuvieron un eco favorable en las últimas semanas, pues Bavaria anunció que crearía una mesa de trabajo para promover el balompié femenino y un apoyo económico del 50 %.
Un progreso tal vez tardío, y no con el ritmo deseado, pero hablar ya de torneos establecidos y logros obtenidos a escala nacional e internacional permite creer que lo más difícil ya se hizo. Ahora hay que apostar al desarrollo y no abandonar la causa justa por derechos, espacios y oportunidades equitativas, que a la larga benefician a toda la humanidad y no solo a los atletas.