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Édgar Rentería, El Niño de Barranquilla, le dijo adiós al béisbol, tras 16 años de trayectoria en las Grandes Ligas, 2.152 partidos, 2.327 imparables, 1.200 carreras anotadas, un promedio al bate de .286, la consecución de dos Guantes de Oro, tres Bates de Plata, cinco selecciones al Juego de Estrellas, dos anillos de Serie Mundial, un MVP del Clásico de Otoño y además, junto con los exyanquis Joe di Maggio, Yogi Berra y Lou Gehrig, únicos jugadores en las Mayores en impulsar la carrera del título en dos Series Mundiales diferentes.
La última vez que calzó unos spikes y se colocó un guante en su mano izquierda para actuar en un juego oficial, fue el 18 de noviembre pasado, en el estadio Rod Carew de la Ciudad de Panamá, donde la selección de Colombia cayó 9-7 contra los locales y vio extinguir cualquier posibilidad de avanzar al Clásico Mundial de Béisbol.
Rentería debutó en las Mayores el 10 de mayo de 1996 con los Marlins de la Florida, en un encuentro en el que vencieron a los Rockies de Colorado 4-2. Aunque en ese partido no tuvo turnos al bate, puesto que entró en el noveno episodio, estaba comenzando a escribir una gran historia para el béisbol nacional en la Gran Carpa, porque fue como una carta de presentación para los jugadores colombianos en las Grandes Ligas. Le siguieron Orlando Cabrera, Jólbert Cabrera, Yamid Haad, Emiliano Fruto, Ernesto Frieri, Julio Teherán, Donovan Solano, Jonathan Solano y José Quintana.
En su primera campaña, Rentería quedó segundo en la votación para novato del año, pero fue en 1997 cuando el nacido en el barrio Montecristo hizo que el béisbol se viera de manera diferente en este país. Día 26 de octubre, Pro Player Stadium de Miami, séptimo partido de la Serie Mundial. Empate 2-2, parte baja de la decimoprimera entrada. Bases llenas, dos outs. En la lomita, Charles Nagy, ganador en ese año de 15 partidos. El lanzador de los Indios de Cleveland en cuenta de 0-1 le envió al colombiano un lanzamiento rompiente, éste lo único que hizo fue ponerle el bate para que la pelota cayera por detrás de segunda base para darles la primera Serie Mundial a los Marlins.
Colombia por fin veía a un pelotero suyo campeón del Clásico de Otoño. En ese momento, sin importar qué tanto se entendía el deporte o si lo consideraban aburrido o no, muchas personas en el país se emocionaron y celebraron tras ver a El Niño conectar el imparable de oro que le dio el triunfo a su equipo.
Pero ahí apenas comenzó su carrera. Sus mejores años estaban por venir y fue el equipo de los Cardenales el que los disfrutó: tres selecciones al Juego de las Estrellas, tres Bates de Plata, dos Guantes de Oro y considerado en dos ocasiones Jugador Más Valioso de su novena, fue lo que dejó su paso por San Luis.
Su despedida de los Cardenales también hizo que Colombia se fijara nuevamente en el béisbol, esta vez con la ayuda de Orlando Cabrera. Por primera vez en la historia, dos colombianos dueños del campocorto se enfrentaron en una Serie Mundial. Poco pudo hacer Rentería para evitar que los Medias Rojas se quedaran, tras 86 años de sequía, con el título. Pero otra vez el país puso sus ojos en las Mayores para ver a dos representantes dejar el nombre de su patria en alto.
Dicen que lo bueno se hace esperar. Hay un narrador de este deporte que tiene una frase que le cae como anillo al dedo al barranquillero: “Los grandes momentos encuentran a los grandes jugadores”. Y así le sucedió a Rentería con los Gigantes de San Francisco. Tras batallar con una lesión en la ingle en 2010 y después de haber jugado sólo 72 partidos esa temporada, el equipo de Bruce Bochy llegó a postemporada y contó con Rentería para sus series contra Atlanta, Filadelfia y Texas.
En los seis playoffs previos que jugó tan solo tuvo la oportunidad de conectar un cuadrangular. Para la Serie Mundial contra el equipo de los Rangers, Édgar Rentería sacó dos veces la pelota del parque e impulsó seis carreras.
Pero su momento estelar en ese Clásico de Otoño, cuando nuevamente hizo que Colombia se paralizara, fue en el juego cinco contra el lanzador más dominante de la temporada, Cliff Lee. El partido se mantuvo empatado 0-0 hasta la séptima entrada. Los Gigantes colocaron hombres en tercera y segunda con dos outs y nuevamente un gran momento encontró a un gran jugador.
En cuenta de 2-0, Lee lanzó una bola cortada que se quedó en el medio del plato, Rentería no desaprovechó la oportunidad y la desapareció para definir nuevamente a favor de su equipo una Serie Mundial.
En esta ocasión un premio muy merecido tras definir el partido, el MVP del Clásico de Otoño. La sensibilidad, la nobleza, la dedicación y el profesionalismo de un jugador quedaron en este premio, pero además Rentería se convirtió en el primer jugador suramericano en ganar este galardón.
Colombia, además de paralizarse, inundó las redes sociales con este hito. Por un instante el deporte más popular del país, el fútbol, quedó opacado por lo que un jugador había logrado en las Grandes Ligas.
Por eso, sólo queda darle las gracias a Édgar Rentería por dejar el nombre del país en alto, por encargarse de poner a Colombia en el mapa beisbolero y por ser un ejemplo de profesionalismo.
El filósofo chino Lao-Tse decía: “Un viaje de mil millas comienza con el primer paso”, y ese paso que dio El Niño de Barranquilla hace 18 años para que nuestra patria comenzara un largo viaje por este maravilloso deporte, ya está dando sus frutos.