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Como a casi todos los deportistas, la pandemia afectó drásticamente su temporada, en su ritmo de competencia y su estado de ánimo al colombiano Juan Sebastián Muñoz, el golfista número 93 en el escalafón de la PGA. Las circunstancias llevaron a que el Abierto Británico se cancelara en 2020 y que otros grandes torneos como el PGA Championship, el Masters de Augusta y el Abierto de los Estados Unidos se aplazaran para finales de este año. Para un campeón como Muñoz, el panorama deportivo era complicado y en marzo, cuando comenzó el aislamiento, decidió venir a Colombia para pasar tiempo con su familia.
Esperando lo peor, tomó la decisión de estar con su familia en Bogotá una semana antes de que se anunciara el inicio de la cuarentena. “Fueron unas cuatro o cinco semanas que estuve encerrado en el apartamento. No me costó tanto porque estoy acostumbrado a viajar mucho y ese freno me sirvió para relajarme con mi familia y ponerme a mí mismo como prioridad. Realmente disfruté mucho ese tiempo”, dijo Muñoz en diálogo con El Espectador.
Tuvo la oportunidad de volver a conectarse con sus padres y su hermana, con quienes no compartía tanto tiempo desde hacía diez años, como recuerda él, desde su época como estudiante del Colegio San Carlos. Volver a entender lo importante que es su familia y acercarse a ellos lo ayudó a distraerse de la tragedia mundial por la que muchas personas siguen sufriendo.
“Hacer ejercicio juntos, almorzar y comer en la misma mesa, hablar de diferentes temas con ellos, especular sobre la situación de la pandemia, es volver a tener una rutina y convivir nuevamente. Las tristezas, las alegrías, los chistes, el aburrimiento... todo fue muy especial”, aseguró Juan Sebastián.
Porque ser un deportista de alto rendimiento tiene su cuenta de cobro en el aspecto mental y estar lejos de sus seres queridos dificulta un poco la tarea.
Mientras se acostumbraba por obligación a una vida alejada del golf profesional, le notificaron que la temporada se reanudaría a mediados de junio y debía regresar a Estados Unidos. Con la ayuda del Ministerio del Deporte y la Embajada de Colombia en Washington logró abordar un vuelo humanitario y regresar a Estados Unidos. Aunque durante el confinamiento decidió dejar de lado la talega y los palos para dedicarse a sus seres queridos, cuando regresó al campo de práctica su swing estaba intacto, aunque otra cosa había cambiado. “Me cuesta encarar un torneo nuevo desde la parte mental. Venía en un punto en el que estaba logrando muy buenos resultados y no estaba forzando nada, jugaba muy relajado y quiero volver a eso”, manifiesta Muñoz.
El afán por ganar lo estaba perjudicando y su perfeccionismo le hacía sufrir más de lo necesario. Mirar desde diferentes lados un problema, evaluarlo y analizarlo lo estaba consumiendo y lo veía reflejado en su juego. La compañía de su novia es un antídoto para esa ansiedad que le generan los pequeños detalles en los grandes torneos.
Luego de hablar con sus padres, su caddie y su entrenador, entendió que el instinto de querer alcanzar los objetivos muy rápido estaba perjudicando su rendimiento. Con una aplicación móvil que lo ayuda a meditar y los ratos que comparte con sus amigos de la infancia durante las largas sesiones de videojuegos en línea se sale de la burbuja del golf que, en ciertos momentos, lo encierra y lo satura.
Desde el 14 de junio, Muñoz ha disputado tres torneos a puerta cerrada y hoy está jugando la tercera ronda del Rocket Mortgage Classic en Detroit. Sin importar que el golf sea un deporte con un menor grado de intensidad que muchos otros, los aficionados son parte fundamental y su ausencia se ha sentido. La ovación tras un gran tiro, el saludo de manos o la adrenalina que genera el silencio expectante de miles de personas viendo el putt definitivo se extrañan, pues para Muñoz esa es la magia del golf.
Pero, por suerte, la temporada se reanudó y al menos hay competencia. “Lo positivo de esta situación es darme cuenta de que hago parte de una gran organización como lo es el PGA Tour, que le apostó a volver a los eventos sin miedo a invertir dinero en seguridad y protocolos para que los torneos se lleven a cabo. Estoy orgulloso de pertenecer a este grupo de gente. Me di cuenta de que estoy con los que debo estar”, concluye.