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La atmósfera cambió después de que el británico, primer piloto negro de la categoría reina del automovilismo, pidió a la Fórmula 1 posicionarse tras la muerte de George Floyd a manos de un policía blanco, a finales de mayo en Minneapolis (Estados Unidos).
"Nadie mueve ni el dedo pequeño en mi deporte, que, claro, está dominado por blancos", escribió entonces Hamilton en Instagram. "Creí que verían ahora por qué sucede y que reaccionarían, pero no pueden ponerse de nuestro lado. Sólo quiero que sepan que sé quiénes son y que los veo", añadió.
Como Charles Leclerc, numerosos pilotos respondieron. "Para ser completamente honesto, no me siento cómodo compartiendo mis pensamientos en las redes sociales. Estaba completamente equivocado", señaló el monegasco de Ferrari.
El domingo, en una ceremonia oficial contra el racismo en la parrilla de salida de la primera carrera de la temporada, Leclerc, de 22 años, formó parte de los seis pilotos que, en contra de la opinión de Hamilton, decidieron no clavar la rodilla en el suelo y se quedaron de pie, con la cabeza baja. Eso sí, todos vestidos con camisetas con las palabras "end racism" (acabar con el racismo).
Estilo polémico
Horas antes del comienzo de la carera, Leclerc explicó su postura en Instagram: "Creo que lo importante son los hechos y los comportamientos cotidianos más que los gestos formales que podrían ser percibidos como controvertidos en algunos países".
Más allá del derecho de apoyo la causa a la manera que cada piloto quisiera -lo que defendía la F1 y su regulador, la Federación Internacional del Automóvil (FIA)-, es el estilo del vigente campeón mundial lo que, como ocurre habitualmente, provocó la polémica.
La prensa británica había preguntado a su campeón el jueves por la mañana sobre su intención de clavar la rodilla. Respondió que no lo había pensado y que lo que deseaba era un gesto establecido con los otros 19 pilotos, haciendo un llamamiento a la industria de la F1 de cambiar a largo plazo.
Pero entre bambalinas, algunas fuentes señalaron que el británico fue menos tolerante en una reunión organizada por la asociación de pilotos, GPDA, el viernes por la noche.
"El mensaje que transmití fue romper el silencio y solo agradecí a los que habían levantado la voz y habían animado a otros a hacerlo", dijo Hamilton sobre el encuentro.
‘Intentar ser un guía’
"Describí el escenario en el que el silencio se convierte en cómplice. Hay siempre silencio en algunos casos pero creo que forma parte del diálogo, del proceso de comprensión, por lo que voy a intentar ser un guía, una influencia", añadió.
"Nunca he pedido o exigido que alguien se arrodille. Ni siquiera lo he hablado. Fueron la F1 y la GPDA los que lo hicieron", añadió el domingo, respondiendo a un artículo del tabloide británico Daily Mail. "En privado, algunos pilotos estaban alterados por la insistencia de Hamilton en forzarlos a arrodillarse", había señalado el diario.
El artículo en cuestión denunciaba además "la hipocresía" del piloto, "promotor de la ecología" pero que llegó a Austria en "un inútil vuelo privado" desde Mónaco.
"Hoy era un momento importante para mí y todos los que creen en el cambio. Por una sociedad más justa e igualitaria", añadió el domingo, tras ser cuarto en la carrera.
Cuestionado fuera de la pista y penalizado en la parrilla de salida con tres puestos por un error en la clasificación, para terminar cuarto en la carrera, no arranca de la mejor manera la campaña en la que busca igualar el récord de Michael Schumacher de siete títulos mundiales.