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La vida de Muriel Coneo siempre ha sido correr. Correr en Isla Fuerte, el pequeño islote en el que pasó su infancia, en pleno golfo de Morrosquillo, de una extensión de tres kilómetros, hasta ir a toda prisa para llegar a Medellín cuando tenía 14 años y los sueños jalaban a tierra firme. Y corriendo ha pasado toda su vida, desde que se radicó en la villa deportiva Antonio Roldán Betancur, en la capital antioqueña, hasta este martes cuando le dio a Colombia una medalla de oro en los Juegos Centroamericanos y del Caribe de Barranquilla.
Muriel, que forjó la fuerza de sus piernas en las playas, con la arena haciendo cada paso más pesado, se impuso en la prueba de los cinco mil metros, su especialidad, con un tiempo de 16 minutos, 13 segundos y 47 centésimas. La colombiana, que siempre estuvo en el grupo de punta, fue prudente, ahorró fuerzas y al final atacó para cruzar la meta en solitario. De hecho, Coneo aprovechó el ritmo que impuso su compatriota Carolina Tabares y atacó en los últimos 100 metros para quedarse con la victoria.
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Beverly Ramos, de Puerto Rico, y la mexicana Brenda Flores acompañaron a la atleta nacional en el podio en un día en el que parecía que sumar una presea dorada era casi imposible. Muriel, que ya tiene medallas de Panamericanos y Suramericanos en su vitrina, sumó una más no tanto para ella sino para su país, también para Isla Fuerte, un lugar en el que aprendió a vivir y a dignificar la existencia, donde la calma que da la brisa del mar la volvió paciente y estratega para convertirse en una de las mejores deportistas colombianas.
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Con este triunfo, la delegación colombiana llegó a 58 oros y quedó a siete de Cuba que, por ahora, se está quedando con el segundo lugar de las justas deportivas. México ya está lejos en la primera posición con 110 medallas doradas. Recordemos que Coneo es la deportista en subirse al primer escalón del podio en el deporte base tras José González en los cinco mil metros, Mauricio Ortega en el disco y Caterine Ibargüen en el salto largo.