Sebastián Useche, de Millonarios a la Maratón de Boston

Este bogotano competirá este lunes 15 de abril en una de las competencias más emblemáticas para los “runners” en el mundo. Esta es su historia.

Luís Guillermo Montenegro
11 de abril de 2019 - 03:07 a. m.
Sebastián Useche, en el parque El Virrey de Bogotá.  / Gustavo Torrijos
Sebastián Useche, en el parque El Virrey de Bogotá. / Gustavo Torrijos
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Para un runner clasificar a la Maratón de Boston es como para un país futbolero lograr el cupo a un Mundial. Es ese sueño lejano que parece imposible, incluso cuando se dedican hasta seis horas de preparación física al día para mejorar tiempos. Es una lucha personal que solo se gana con números, décimas de segundos que valen toda una vida de trabajo. Aquí no hay plata ni rosca que valga, solo se puede clasificar a esta prueba con buenos tiempos. Y lograrlo es tan complicado que, según estadísticas, de todos los corredores aficionados en Estados Unidos, solo el 3 % accede a un cupo en esta prueba y sumando todos los del mundo, solo el 6 % logra el objetivo. Dentro de ellos está el bogotano, de 45 años, Sebastián Useche, quien por primera vez participará en esta competencia.

Desde pequeño, su vida estuvo ligada al deporte. En el colegio era de los más veloces del salón y de los que mejor estado físico tenía. De ahí que comenzara a jugar fútbol en posiciones en las que se requería largo aliento. Le fue tan bien, que hizo todo su proceso de formación en Millonarios. Primero como volante de creación y luego como volante de primera línea, en donde su principal virtud era recorrer todo el medio campo. “Ya cuando faltaba poco para llegar al equipo profesional, comenzaron las roscas, llegaban muchos jugadores de otras regiones del país y era complicado pelear un puesto ”, explica.

Recuerda las indicaciones de Senén Mosquera y los entrenamientos al lado de jugadores que triunfaron en su posición como Bónner Mosquera. Al darse cuenta de que cumplir el sueño de ser futbolista profesional sería casi imposible, se decidió por el estudio y comenzó su preparación como administrador de empresas.

Justo cuando comenzaba su formación académica, su madre, la exfiscal y exjuez Clemencia García de Useche, fue acusada de haber favorecido a los hermanos Gaitán Cendales, procesados por enriquecimiento ilícito, y de la noche a la mañana pasó de reconocida “fiscal de hierro” a reclusa en una casa fiscal de la cárcel La Picota.

Como familia les tocó enfrentar un proceso largo para demostrar la inocencia. Y justo en esos días oscuros en la familia Useche García, Sebastián se refugió en el deporte para distraerse, para olvidar por un momento los problemas y pensar únicamente en correr y sentirse bien físicamente, así por dentro estuviera destruido.

Su rendimiento cardiovascular comenzó a ser mejor, mientras que después de casi 10 años de lucha, la Corte Suprema de Justicia absolvió a su mamá del cargo de prevaricato agravado, tras comprobar su inocencia.

Luego de una enfermedad ella murió, pero a Sebastián le quedó la motivación de este deporte, de superarse a sí mismo y de hacer todo con excelencia. Ahora es asesor financiero de varias empresas, vive por su esposa Alexandra y su hijo, quienes lo motivan a ser uno de los mejores runners del país.

En 2000, Sebastián se inscribió con poca preparación para la primera edición de la Media Maratón de Bogotá. En los 21 kilómetros hizo un tiempo de 1:45.00, nada malo para ser su primera carrera. “Recuerdo que estaba comiendo un día con Gabriel Corredor, uno de mis mejores amigos, y el ciclista Óscar Sevilla. Ambos me dijeron que dejara de hacer bicicleta, gimnasio y running, que me decidiera por una y lo hiciera bien”. A él ese comentario le molestó, porque sintió que lo estaban juzgando y que creían que él no era capaz. Sin embargo, luego entendió que era por su bien y que lo que le estaban era viendo capacidades para ser excelente en una tarea y no más.

“Horas, macho, horas”. Esa frase se le quedó marcada en la cabeza. Fue un consejo de Sevilla, quien le dijo que lo único que necesitaba para destacarse era trabajar. Comenzó a salir con juicio al parque El Virrey de Bogotá. Eran entre cuatro y cinco horas diarias de entrenamiento, en las que en total corría más de 20 kilómetros diarios. Los fines de semana se inscribía en cuanta carrera había para sentir que estaba haciendo real en su vida el consejo del ciclista español.

Subía al Alto de Patios corriendo y se demoraba 30 minutos, su cuerpo lo comenzó a ver igual o mejor que en sus épocas de futbolista con Millonarios. Y como él dice: “Cuando el alumno está listo, aparece el mejor maestro”. Conoció en un entrenamiento a Jairo Manuel Cruz, un reconocido entrenador que además es uno de los mejores corredores aficionados de Colombia, junto a Nicolás Santos y Federico Pardo.

Le hizo un plan de entrenamiento y en un par de años lo llevó a meterse en la élite del running aficionado en Colombia. En 2017, lo convenció para correr Las Flores en Medellín, que era clasificatoria a la Maratón de Boston. A regañadientes, se subió al avión. “No quería ir, pero Jairo me consiguió todo: tiquetes y hospedaje. Así que me fui y logré el objetivo: 3:12:00, y me clasifiqué. Lloré los últimos tres kilómetros”, recuerda.

El año pasado no pudo debutar en Boston, sin embargo, fue nuevamente a la de Las Flores para mejorar el registro, lo cumplió y una vez más se ganó el tiquete para la mítica maratón. Ya está en Estados Unidos, a menos de una semana de la carrera con la que siempre ha soñado, su objetivo es terminar en menos de tres horas. “Todos los runners del mundo se ponen dos grandes objetivos: clasificar a Boston y hacer una maratón en menos de tres horas”, finaliza el bogotano, quien corre por el legado de su madre y por el amor a su esposa e hijo.

@luisguimonte

lmontenegro@elespectador.com 

Por Luís Guillermo Montenegro

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