Una foto en Facebook llevó a Braian Angola hasta la NBA

El casanareño podría convertirse en el primer colombiano en la liga de baloncesto más importante del mundo. Derechos de autor para Hugo, su difunto padre.

Thomas Blanco Lineros- @thomblalin
26 de septiembre de 2018 - 03:00 a. m.
El colombiano Braian Angola, el lunes, en el Media Day de los Magic de Orlando.  /  Cortesía @Angola_11
El colombiano Braian Angola, el lunes, en el Media Day de los Magic de Orlando. / Cortesía @Angola_11
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“En el aeropuerto El Dorado, despidiendo a la próxima estrella de la NBA: Braian Angola. Que Dios lo proteja y lo cuide de todo mal”, firma Hugo, su señor padre, en su cuenta de Facebook junto a una fotografía publicada el 30 de julio de 2013.

Qué vaticinio. Una publicación que en ese momento pasó desapercibida, hasta para el mismo Braian, pero que hoy se ha amplificado, pues está a punto de convertirse en el primer colombiano de la historia en llegar a la liga de baloncesto más importante del mundo.

Máquina del tiempo: agosto de 2013. Tras muchos vaivenes en Estados Unidos, Braian se encuentra en Villavicencio, la ciudad en donde vivió solo desde los 14 años para darle forma a su sueño en el deporte. El día anterior se encontraba en su natal municipio de Villanueva (Casanare), compartiendo con su familia, pues era cuestión de siete días para que partiera a su nueva universidad en Estados Unidos. Su experiencia en la primera no fue muy alentadora: bullying, malas calificaciones y una pésima presentación en el examen de estado.

Entonces lo llamó por teléfono Ofelia Rodas, su madre: “Mijo, devuélvase. Su papá se nos fue”, dijo destrozada. Un ataque al corazón se había llevado a Hugo en uno de esos burdos chispazos de esta vida.

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Braian decidió ponerle punto final a su carrera en el baloncesto. El alero no iba a dejar su casa en ese momento difícil, pues sentía la genuina vocación de sentarse en la silla de hombre de la casa que su padre había dejado vacante.

Pero justo después de tomar esa determinación apareció la foto de Facebook. La vio, leyó el mensaje y se atacó a llorar. Su corazón habló. “Ver esa publicación me obligó a seguir”, apuntó con mirada al piso en diálogo con este diario. No lo hizo por Braian, lo hizo por Hugo.

Volvió a Estados Unidos. En su Junior College le daban un auxilio de US$250 al mes. Mandaba US$200 a Villanueva, se quedaba con US$50.

“Él se hizo cargo de la familia cuando mi papá murió. Mandaba la plata que tenía y se la daba a mi mamá. Fue como: wow, lo estaba logrando”, dice Jhon Fredy, su hermano.

Eso sí, Ofelia no tenía la menor idea de que su hijo estaba pasando hambre en la distancia. Braian no hablaba con nadie en la escuela, se sentaba solo en una esquina del salón. Allí resonaba la ráfaga de burlas de sus compañeros. Cabeza agachada. Un iPad fue su mejor amigo durante ese período: Duolingo y otras aplicaciones para aprender inglés a lo que marcaran.

Se levantaba a las 5:00 a.m. para entrenar y se dormía a la 1:00 a.m. estudiando. No la tuvo fácil. En esa vorágine de su vida solo pensaba en su padre. Seguía. Eso sí, la estaba rompiendo en el equipo de baloncesto y en el segundo año quedó entre los tres mejores jugadores de Estados Unidos en esa categoría.

Ahí apareció en su camino la Florida State University. “Cuando la gente entendió que venía de lejos, en vez de molestarme empezó a corregirme el inglés. Una profesora fue una madre para mí”. En su nueva universidad terminó la temporada promediando 20 puntos, cuatro rebotes y cuatro asistencias en la que es la mejor conferencia del país. “Creo que en ese momento me la empecé a creer. Llegaron scouts de la NBA”. Así, en esa contienda contra sí mismo, sacó adelante su carrera de ciencias sociales.

Esta semana empezó la pretemporada con Orlando Magic, la última puerta que tiene que abrir para ser el primer colombiano en llegar a la NBA. “Todo parece indicar que sí va a quedar en el equipo principal”, revela con ilusión Jhon Fredy, su hermano. “La gente en la calle me mira distinto porque saben que soy el hermano de Braian Angola”, agrega.

En 1992, el bolivarense Álvaro Teherán disputó cinco partidos de pretemporada con los Sixers de Filadelfia, pero al final no quedó en el plantel. Eso es lo más cerca que había estado el país de tener un embajador en la élite del baloncesto.

No obstante, el casanareño no le tiene miedo a una respuesta negativa. “La temporada es larga. Son 83 partidos y pasan muchas cosas. Si me dicen ahora que no, en cualquier momento me pueden llamar de la Liga de Desarrollo (G League), que es por donde han pasado el 80 % de los jugadores de la NBA. Quiero que la gente entienda que ya estamos ahí”.

Braian empezó a jugar baloncesto a los 10 años, en Villanueva, su pueblo. Con una beca se fue a los 14 años a vivir por su cuenta en Villavicencio. Allí pasó por todas las selecciones juveniles del departamento del Meta y a los 17 disputó un torneo clasificatorio para los Juegos Nacionales, en el que fue elegido como el mejor jugador del certamen.

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Entonces lo llamaron a la selección colombiana para un Sudamericano en Cúcuta y luego fue escogido como el mejor jugador del continente. Después sacaron un seleccionado latinoamericano para jugar en Los Ángeles y ahí empezó a delinear su primer capítulo en Estados Unidos. De beca en beca, ganadas por su talento y esfuerzo, sin ayuda de nadie.

“Estamos dando resultados sin ningún tipo de apoyo. La Federación hace lo que puede, pero desde más arriba no hay ojos interesados. Si le diéramos al baloncesto el 1 % de lo que recibe el fútbol, haríamos maravillas. Nunca he recibido dinero de nadie. Me tocó hacer muchas rifas para conseguir con qué irme a Estados Unidos”.

Este año, en los Juegos Centroamericanos y del Caribe en Barranquilla, la selección femenina de baloncesto ganó la medalla de oro luego de vencer a Cuba, potencia que se había coronado en 10 ocasiones consecutivas.

Las chicas ratificaron el título que habían logrado en los Bolivarianos de Santa Marta y los Sudamericanos de Cochabamba (Bolivia). Además, los hombres se quedaron con la medalla de plata. El equipo sub-19 femenino clasificó al mundial de la categoría y el sub-17 viene de jugarlo en Bielorrusia. Los resultados hablan por sí solos.

¿Fama? Nada de eso. “Yo soy un pelado que camina en un pueblo y se sienta a comer en la panadería. No importa qué tan lejos estés, qué tan alto llegues, no olvides de dónde vienes”, dice Braian, quien reconoce que sí tiene dos grandes amigos famosos: Goyo y Tostao, integrantes de Chocquibtown, quienes lo conocen desde antes de que iniciara su sueño en Estados Unidos.

Colombia está a unos días de recibir, tal vez, la noticia más importante de su historia en el baloncesto. “A veces me despierto y me digo: ¿será todo esto cierto?”, cierra Braian, quien en las prácticas de esta semana deberá convencer al entrenador Steve Clifford de que lo deje en el plantel que jugará la temporada regular, que comienza el 17 de octubre con el clásico de Florida con Miami Heat.

Antes, los Magic jugarán amistosos contra los Sixers de Filadelfia, Flamengo de Brasil, los Heat de Miami, los Grizzlies de Memphis y los Spurs de San Antonio. En alguno de esos compromisos, Angola podría ver acción y jugarse su futuro.

Braian Angola tiene un contrato por 10 partidos amistosos con Orlando Magic, unos que jugó en la Liga de verano y los de pretemporada la próxima semana. La idea es que se quede con uno de los dos cupos para jugadores reservas durante la campaña regular, pues los 15 de la plantilla principal ya están definidos.

El casanareño, de 24 años de edad, 1,98 metros de estatura y 88 kilogramos de peso, podría alternar con el equipo filial, que juega la Liga de desarrollo, Lakeland Magic, con el que se quedaría definitivamente si no es escogido por Steve Clifford, el entrenador principal de Orlando.

Mientras tanto, sigue aferrado a la ilusión de cumplir el sueño de su padre, plasmado en una foto y un mensaje de Facebook, el epicentro y estación de gasolina de todo. Y Hugo, el gestor, seguramente estará alentando a su hijo desde la tribuna del cielo.

Thomas Blanco Lineros- @thomblalin

Por Thomas Blanco Lineros- @thomblalin

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