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En su casa ubicada en las afueras de Sao Paulo, donde nació, guarda siete medallas de oro, tres de plata y una de bronce de las competiciones de atletismo más importantes, aunque sus favoritas, las que sigue soñando con superar, son las dos -plata y bronce- de los Juegos Paralímpicos de Rio de Janeiro (2016).
La categoría en la que Hipólito compite es la "T38", correspondiente a atletas con deficiencia física derivada de parálisis cerebral, una secuela, en su caso, de un derrame que sufrió cuando tenía tan solo 14 años.
Para la joven todo pasó "muy rápido". Recuerda que se despertó y tenía "medio cuerpo paralizado y muchas dificultades para hablar", tal y como relata en una entrevista a Efe.
Lo que más le marcó, sin embargo, fueron las palabras que le dijo su padre antes de salir del hospital: "'Cuando salgas de aquí, todo el mundo va a intentar ponerte límites, pero la que va a decidir lo que vas a hacer o no, eres tú'... Y aquí estoy", evocó la deportista, antes de echarse a reír.
A pesar de que algunos médicos la dijeron que no volvería a andar, Verónica volvió a "encontrarse" en el atletismo y sólo dos años después, con 17, ganó el título de campeona del mundo de los 200 metros en su categoría: "Ahí empezaron a cambiar las cosas", sentenció.
En el mismo año de su conquista mundial (2013), la atleta recibió la noticia de que su primer tumor cerebral operado en 2009 había vuelto y comenzó un fuerte tratamiento que la sacó de las pistas por unos meses.
Retomados los entrenamientos y a quince días del comienzo de los Juegos Parapanamericanos de Toronto 2015, la atleta descubrió que padecía 'poliposis adenomatosa familiar', un síndrome poco común que dejó en su intestino más de doscientos tumores considerados "graves".
Para la atleta, la clave para superar las malas noticias es "enfocarse en la solución": "Hay un problema, hay una solución, me enfoco en la solución, entreno".
Con esta filosofía, y sólo después de conquistar tres oros y una plata en los Parapanamericanos que la encumbraron como la máxima y más joven mujer medallista de la competición (19 años), Hipólito se permitió volver a casa para someterse a la cirugía que retiró el 90 % de su intestino grueso.
Entonces, el tratamiento que aún recibía retrasó su preparación para el acontecimiento más importante de su vida, los Juegos Paralímpicos de Rio de Janeiro en 2016.
Al rememorar esta gran cita en la que se hizo con una plata en los 100 metros y un bronce en los 400, la deportista explicó que es "su favorita": "Pasamos cuatro años luchando por un sólo día y, de ese día, por unos segundos. Es una locura", explicó.
En 2017 los médicos comprobaron que el tumor de su cerebro no había desaparecido con los medicamentos, por lo que volvió a entrar en el quirófano. En 2018 encontraron un resquicio que necesitó de otra operación, por lo que estuvo dos años prácticamente sin entrenar.
Ahora, la atleta ha vuelto a las pistas del Centro Paralímpico Brasileño en Sao Paulo, donde se entrena prácticamente todos los días una media de cinco horas y desde cuya pista reivindica la inclusión de las personas con deficiencia.
"No existe inclusión hoy, no hay", afirmó, tajante: "Ayudar a una persona en sillas de ruedas a subir una escalera no es inclusión; inclusión es que consiga hacerlo sola porque tiene una rampa", aclaró.
La deportista se preguntó retóricamente cómo es posible que en los Juegos Paralímpicos los deportistas consigan marcas "igual de buenas o mejores" que en los olímpicos, y estos mismos "súper héroes" no consigan cruzar la calle solos porque no hay semáforos sonoros en muchos lugares.
"Yo muchas veces lo pienso: si no fuera por mi madre y mi padre que siempre me dijeron que debía dar lo máximo y no dejar que los demás me pusiesen límites, yo ahora estaría en una cama para que me dieran de comer y no habría sido campeona mundial".