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Su cara lo decía todo. Una tímida sonrisa no podía ocultar sus ojeras. Apenas había podido dormir la noche anterior, a pesar de que llegó exhausto luego del viaje entre Bogotá y Beijing, de casi 24 horas.
“Al principio estaba encantado de estar acá, de ser el primer colombiano en clasificar para los 3.000 metros obstáculos. Las primeras vueltas fueron como un sueño”, le contó a El Espectador en la zona mixta del Nido de Pàjaro. “Pero pagué el haber llegado apenas 15 horas antes de la competencia. No descansé, casi ni dormí y me derrumbé físicamente, el calor y la humedad me dieron muy duro. No hacía una marca así (9:16:47) desde que era juvenil, la verdad me decepcionó”, admite.
Y es que en una prueba tan importante, que reúne solamente a la gran élite del deporte mundial, cada detalle cuenta y en el caso de Gerard, la planificación del viaje y la preparación no fueron las adecuadas. “Gané el cupo para venir como campeón suramericano, pero después de los Panamericanos de Toronto me dijeron que ya no venía. Paré una semana y gracias a la gestión del doctor Luis Iván Correa y de mi equipo, el Atletas con Porvenir, finalmente se me abrió un cupo, pero llegué muy encima de la carrera, la noche anterior, eso ni para los Campeonatos Nacionales”, asegura el quindiano, de 26 años de edad.
Giraldo, quien no obstante reconoce el apoyo que ha tenido por parte de la Federación Colombiana de Atletismo, Coldeportes y el Comité Olímpico, especialmente en los dos últimos años, además del de Atletas con Porvenir, espera que “no me caigan encima por este mal resultado, pues ir a los Olímpicos de Río de Janeiro sigue siendo mi sueño. Estoy a un segundo de la marca y creo que la puedo lograr. Este año ya no, porque se acabó la programación en nuestra prueba, pero en marzo o abril comienzan los Prix en Estados Unidos y voy a estar listo”.
Gerard, que compitió el sábado en la mañana de China, viernes en la noche de Colombia, viajó durante todo el jueves y llegó a Beijing en la tarde del viernes. “De Bogotá a Nueva York, allá seis horas de espera y luego 13 para venir. Acá no se pueden dar esas ventajas. Solo queda aprender de esta experiencia y no volver a cometer los mismos errores”, admitió.
El quindiano, quien luce orgulloso en su pecho los rostros tatuados de sus padres, de todas maneras está feliz por encontrarse entre la élite del atletismo. Y en este momento inolvidable se acordó del profesor Jorge Beltrán, quien lo animó para que empezara a correr en Armenia, y de Ciro Solano, quien también ha impulsado su carrera. “Como siempre, traté y di la pelea, hice mi mayor esfuerzo hasta que el cuerpo me aguantó, pero a un evento como este hay que venir antes, adaptarse, descansar”, concluyó antes de regresar al hotel de concentración de la delegación de Colombia, en el que todas las esperanzas de medalla están puestas en Caterine Ibargûen.