Escucha este artículo
Audio generado con IA de Google
0:00
/
0:00
Marco Aurelio Giglio libra con su silla de ruedas una batalla en el tránsito de Rio de Janeiro. Los baches, las raíces y la falta de rampas en las aceras de la ciudad sede de los Juegos Paralímpicos dificultan su movilidad. (De los Juegos de Río a la eutanasia)
Es una carrera de obstáculos diaria: Giglio, de 40 años, parapléjico desde hace 21 tras un accidente, no está entre los 4.300 deportistas de 161 países que participarán desde el miércoles en esta cita deportiva organizada por primera vez en Sudamérica... pero el podio lo tendría garantizado.
Con su silla motorizada hace el trayecto de 1 km, sin necesidad de tomar un bus, que a toda costa evita porque, a pesar de algunas adaptaciones del sistema de transporte público, aún hay mucho que hacer. (Los Juegos Paralímpicos no despiertan interés en Brasil)
"No me siento seguro en esos buses", dice.
Rio de Janeiro tiene una "accesibilidad pésima", según Teresa Costa Amaral, superintendente de un instituto de defensa de los derechos de los discapacitados.
Los desafíos son innumerables: no hay veredas o están llenas de pozos, los semáforos no tienen sonido, no hay rampas o son tan pronunciadas que obligan al discapacitado a hacer una fuerza brutal para subirlas, las rampas de los buses no funcionan o el conductor no sabe operarlas, los taxis se niegan a trasladarlos...
"Menos de la mitad de la ciudad fue 'accesibilizada', y lo poco que hay no sirve porque no se puede hacer 'accesibilización' por la mitad", zanja Amaral. (La atleta belga que se someterá a la eutanasia cuando culmine Río 2016)
Un 6,2% de los más de 200 millones de brasileños tiene alguna discapacidad, según cifras oficiales divulgadas en 2015.
"Sin condiciones"
Gran Bretaña, cuna del paralimpismo, puso el nivel muy alto organizando en su capital unos Juegos récord y sin fallos hace cuatro años, que sirvieron de emulación.
"Ninguna ciudad sede de los Juegos llegó al evento completamente accesible, ni siquiera Londres. Creo que Rio de Janeiro mejoró bastante", dijo el presidente del Comité Paralímpico Brasileño (CPB), Andrew Parsons.
Las mejoras en Rio, acepta la experta, se encuentran sólo en el modernizado sistema del metro, que no obstante traslada a sólo 4% de la población. Un 37% viaja en bus por esta extendida y caótica ciudad tan bella como desigual.
Y los 'cadeirantes' -en portugués, la persona que va en silla de ruedas- no son los pasajeros mejor tratados en el colapsado sistema de transporte.
Con los Paralímpicos, la dificultad del traslado variará según la ubicación de la instalación deportiva.
Al Parque Olímpico de la Barra de Tijuca, que concentra la mayoría de las competencias, se llega a través de la nueva línea del metro y el BRT (buses articulados por canales exclusivos), lo más moderno del sistema de transporte.
Pero el viaje al Estadio Olímpico o al Parque de Deodoro, en zonas populosas del norte de la ciudad, es más complicado, a través del vetusto sistema de trenes suburbanos "sin condiciones para el discapacitado", según Amaral.
Aunque varias obras se hicieron en las estaciones olímpicas para mejorar precisamente el acceso.
A diferencia de los Juegos Olímpicos, la alcaldía no decretará feriados con lo que los espectadores tendrán que batallar con el caótico tránsito carioca.
Y no se espera poca gente: ya se vendieron 1,5 millones de boletos y la expectativa es que se agote el millón restante.
Giglio, que tiene apenas movimiento parcial en los brazos, espera ir a uno o dos eventos paralímpicos. El taxi especial que normalmente toma no podrá llegar al entorno de las instalaciones deportivas, por lo que el transporte público es su única opción.
"Vamos a ver cómo nos va", soltó con un suspiro de resignación.