Catalina Usme: “La mejor forma de liderar es dando ejemplo”
Primera entrega del especial “El fútbol tiene rostro de mujer”, que reunirá las historias de las jugadoras que representarán a Colombia en el Mundial Femenino, que se jugará del 20 de julio al 20 de agosto en Australia y Nueva Zelanda.
Andrés Osorio Guillott
Dos años antes ya había sufrido una lesión en la rodilla derecha en los Juegos Olímpicos de Londres 2012. Corría el 2014 y en un partido con Formas Íntimas, club en el que estuvo desde sus inicios en el fútbol hasta 2016, Catalina Usme recibió el balón, giró, su rodilla no respondió y una rotura de ligamento cruzado les hizo pensar a muchos que su carrera no continuaría, pero así como empezó a jugar recibiendo las patadas y los señalamientos de que no podía practicar este deporte por no ser hombre, como siempre se blindó mentalmente y se levantó. Morir varias veces para ser otros, para no ser siempre los mismos. Y aunque la fortaleza mental ha sido un rasgo de siempre, eso mismo ha hecho que ella no se conforme con su versión sino que siempre busque una mejorada. Puro estoicismo.
“Fue un momento complicado, no tanto por la lesión, que sí fue delicada, sino por el espaldarazo que tuvo ella. El orgullo que a mí me da ser orgullo de Catalina es por esa fortaleza. El tema de recuperación fue impresionante. Yo le ayudaba a hacer los ejercicios y sufría con ella porque lloraba en las terapias. La unión fue importante. Cata en ningún momento pensó en el retiro cuando se lesionó, siempre tuvo una mentalidad que admiro, tuvo fuerza. Todos estuvimos ahí para ella, la acompañamos a la terapia y le dimos una mano para que siguiera cumpliendo sus sueños”, contó Diego Usme, quien es el hermano del medio entre Andrés, que es el mayor y fue técnico de América y ahora de la selección de Ecuador femenina, y de Catalina, la menor de los Usme y referente del fútbol femenino en Colombia como capitana del cuadro escarlata y del combinado nacional.
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Catalina Usme pudo ser operada por dos personas que ella considera muy importantes para haber podido continuar su carrera: Mauricio Palacio y Andrea Katich: “Ellos dos son supremamente importantes para mí. Ellos marcaron mi vida en el sentido de que para mí fueron dos ángeles que Dios me puso en el camino y la vida para que yo pudiera continuar con mi proyecto de vida. Cuando todo el mundo decía ‘no hay más Catalina Usme, ahí ya murió’, ellos aparecieron sin esperar nada a cambio. En ese punto me quedé sola y no tenía la forma de operarme, y el doctor Mauricio, mi angelito, me llamó un día de la nada y me dijo: ‘Yo te opero y no te cobro nada’. Y yo digo que fue él quien salvó mi carrera, porque definitivamente hubiese sido muy difícil hacer una cirugía en ese momento, porque yo realmente no tenía forma. Y Andre es otro ángel. Andre es una fisioterapeuta que tiene un consultorio allá en Medellín y la mayoría de sus pacientes son viejitos. Era muy chistoso porque el doctor me preguntó cuando me operó que yo dónde iba a hacer mi fisioterapia y yo le dije que en la casa porque yo no tengo a nadie que me haga fisioterapia, no tengo con qué pagar, y me dijo: ‘Yo sé quién te ayuda a recuperar por lo menos la primera fase de tu rehabilitación’ y me llevó donde Andrea, así que yo la hacía todos los días con los viejitos. Pero era muy chévere. Me reía muchísimo con sus pacientes. Y todos los días iba y para mí era motivo de alegría estar allá. Disfruté demasiado de su compañía. Hoy en día todavía hablo con ella, todavía trato de verme con ella. Con el doctor ha sido un poco más complejo, pero con ella trato de verme siempre que puedo, porque tengo demasiada gratitud con ellos dos”.
Ángeles que llegaron, pero en su familia han sido cuatro custodios de su carrera. Sus padres, Luz Marina y José Domingo, que siempre apoyaron su decisión de jugar fútbol, y sus hermanos Andrés y Diego, el primero por el complemento que hicieron en América los años anteriores y con Diego el que hacían cuando eran pequeños.
“Todo fue muy equitativo. Cuando jugaba con ella la protegía mucho. En Marinilla siempre el tema de que una mujer jugara fútbol era raro verlo, entonces yo era más que todo cuidándola, pues a veces había malas intenciones porque a los niños no les gustaba que Catalina jugara mucho más que ellos. Recuerdo cuando jugábamos en Coltejer, la empresa donde mi papá trabajaba, en Rionegro. En una ocasión nos tocó enfrentarnos al equipo de Marinilla, en el que habíamos aprendido las bases. Fue un partido en el que Cata y yo hicimos 11 goles y los entrenadores no hacían más que cogerse la cabeza y decir: ‘Estos nos hicieron el partido’. Recuerdo otro contra San Antonio. A Cata le estaban dando muchas patadas, y hubo una en la que le pegaron muy fuerte en el tobillo, la hicieron llorar, y eso a mí me enfureció. Yo he sido muy calmado, y me acerqué y le dije: ‘Seguí vos, que eres la que está haciendo el partido, del resto me encargo yo’, y encargarme del resto fue coger a ese pobre muchacho y le di durísimo, incluso me expulsaron del torneo y del equipo”, recuerda Diego.
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De su relación con Andrés en lo familiar y en lo laboral, la capitana escarlata reconoció: “Yo creo que nos entendemos más en la cancha que en la vida. Es súper chistoso. Él por fuera es una extensión de lo que pasa en el campo y viceversa. Yo le voy a valorar siempre a él lo apasionado que es, porque es un hombre que ama lo que hace y para mí eso es muy valioso. Que alguien se apasione tanto como se apasiona él por lo que hace es para mí lo más valioso que una persona puede tener. Sobre todo en nuestro medio, que carece tanto de eso. Entonces se me hizo demasiado fácil. Él es un hombre muy tranquilo, es un hombre que escucha. Que cuando uno tiene algo que decirle está ahí, pero cuando tiene algo que decirle a uno también está pendiente de todo. En la cancha fue demasiado fácil estar con él. Creo que fue demasiado exitoso lo que pudimos hacer juntos. Lo único maluco era que en la casa uno llegaba a hablar de fútbol y claro, ya todo el mundo se quejaba, porque eso era fútbol aquí como por allá. Llegamos a la casa y hablábamos de fútbol. Salíamos de la casa y hablábamos de fútbol. Y llegábamos a la casa y hablábamos de fútbol. Entonces, claro, llega el punto en el que a uno se le ‘enranchan’ . Pero era maravilloso. La verdad para mí fue un gran golpe saber que se iba. Aunque me alegró mucho, porque sé que es una oportunidad maravillosa para él, y que se la merece además porque ha sido un hombre muy honesto con su trabajo”.
Usme encarna la idea del superhombre de Nietzsche. La superación de sí mismo como lo hablaba Zaratustra. La voluntad de poder y no solo de vivir. Una voluntad que nace de reconocer que podemos ser más que nuestras circunstancias: “Todos los momentos en la vida son efímeros. Entonces, tú tienes que estar preparado para la victoria y para el fracaso. Teniendo presente que en 90 % de las veces toca fracasar, pero que cuando lleguen esas victorias que tanto has buscado, pues van a ser un logro maravilloso para ti. Pero yo siempre he dicho que a uno la euforia no le puede durar mucho y la frustración tampoco. O sea, esos son momentos que uno vive y al otro día se tiene que volver a levantar con el mismo amor a seguir trabajando. Independiente si ganas, empatas o pierdes”.
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“Creo que estar inquieto todo el tiempo por las cosas que le hacen falta mejorar es lo que nos lleva a ser cada día mejores y no conformarse con lo que ha logrado”, reconoce Usme, quien asegura cuidar los detalles que van más allá de lo táctico. Y esa constante subversión y autocrítica de lo que podemos ser día a día se ha visto reflejado en sus números, en los 188 partidos oficiales jugados, los 135 goles marcados, ser campeona con América de dos ligas femeninas y ser la goleadora histórica del rentado local y de la Copa Libertadores, que es uno de sus anhelos. “Uno no puede dejar de perseguir sus sueños, uno no puede dejar de perseguir sus anhelos. Yo no voy a dejar de perseguir la Copa Libertadores. Yo siempre he pensado que cuando las cosas no se te dan es porque hay algo que está haciendo falta. Así que por eso me fijo en los pequeños detalles y por eso siempre estoy pendiente de las cosas que aún faltan por mejorar. Y llegarán, llegarán en algún momento. Si llega como jugadora maravilloso, la voy a esperar con todo el amor del mundo. Si no llega tampoco me frustra la posibilidad de que no llegue, sin embargo trabajo todos los días dentro de eso. Si no llega, pues desde otro ámbito quizá también pueda llegar. Quizá como directiva, acompañante pueda llegar esa Libertadores. Así que no me trasnocha. A mí me trasnocha el proceso, me trasnocha mejorar, me trasnocha el día a día, me trasnocha el aquí y el ahora. Los resultados llegarán en cualquier momento. Cuando uno se ocupa de que las cosas en el día a día funcionen de la mejor manera, los resultados son inherentes a ese proceso y son inherentes a lo que uno hace”.
Una de las enseñanzas que deja el Hombre Araña es que “todo poder conlleva una gran responsabilidad”, y en Usme ese rol de heroína se ve reflejado en su liderazgo, que a su vez para ella eso se traduce en saber ser ejemplo: “A lo largo de todos estos años yo he aprendido que la mejor forma de liderar es a través del ejemplo. Tú puedes tener días buenos, malos, regulares, espectaculares, que salgas en hombros o que te pordebajeen y te den durísimo, pero lo que yo nunca voy a negociar es el trabajo. Yo procuro siempre ser la primera en todo, en las pruebas físicas de fuerza, la primera que llego, la última que me voy, la que les presta atención a los pequeños detalles, tanto míos como del grupo. Yo creo que no soy una líder tanto de hablar y de ‘es que hay que hacer esto’. No. Creo que algo que me ha caracterizado siempre ha sido el trabajo, que hago con demasiado amor lo que hago. Y que siempre, independiente de la posición en la que esté, independiente de que sea Catalina Usme, que sea la capitana, que sea lo que sea, siempre trato de esforzarme al 100 %, de competir al 100 %, de entrenarme al 100 %, de dar todo en absolutamente cada cosa que hagamos, así que creo que he aprendido a liderar así. Amo la presión. Eso sí es algo que me caracteriza. Amo la responsabilidad que tengo, porque eso me motiva y me lleva a ser mejor. Para mí no es una responsabilidad que me carga, para mí es una responsabilidad que me motiva, y que yo digo, pues pucha, qué bacanería, porque no me permite relajarme, porque yo sé que todo el mundo tiene los ojos puestos en mí. Y yo sé que no me puedo relajar porque yo soy el ejemplo de todas las niñas. Entonces yo sé que tengo que esforzarme siempre más, tengo que buscar esos pequeños detalles en los que puedo estar fallando, terminar una temporada y siempre algo un backup, y bueno, y qué pasó, cómo nos fue, qué hay que mejorar, esto muy bien, pero hay que reforzarlo. Entonces yo creo que esa responsabilidad lo único que ha hecho en mi vida es hacerme mejor”.
Se viene su tercer mundial y para ella solo hay orgullo por el grupo, que lidera junto a otras jugadoras como Daniela Montoya, con quien creció en Formas Íntimas, hay orgullo por su generación, que representa el presente y futuro, y hay convicción de que su participación en Australia-Nueva Zelanda será memorable para Colombia: “Este mundial va a ser histórico para esta categoría. Este mundial para nosotros va a ser especial en todos los sentidos. Hay dos generaciones maravillosas de nuestro grupo que creo que tienen muchos réditos por darle a este país. Creo que tenemos mucho por darle a este país a nivel internacional. Así que siento y tengo en mi alma que va a ser un mundial maravilloso. Vamos a hacer historia en ese mundial. Tenemos la plena conciencia de lo que nos jugamos, de la responsabilidad que tenemos por el fútbol femenino, pero también somos conscientes de cómo nos hemos entrenado, qué hemos hecho, cómo nos hemos cuidado, a qué cosas le hemos apuntado, a los detalles que te estoy hablando. Así que, feliz. A pesar de que he jugado dos mundiales y dos juegos olímpicos, para mí va a ser especial y maravilloso poder jugar esta Copa del Mundo, porque estoy convencida de que la gente se va a sorprender para bien y va a disfrutar muchísimo lo que nosotros vamos a hacer”.
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Dos años antes ya había sufrido una lesión en la rodilla derecha en los Juegos Olímpicos de Londres 2012. Corría el 2014 y en un partido con Formas Íntimas, club en el que estuvo desde sus inicios en el fútbol hasta 2016, Catalina Usme recibió el balón, giró, su rodilla no respondió y una rotura de ligamento cruzado les hizo pensar a muchos que su carrera no continuaría, pero así como empezó a jugar recibiendo las patadas y los señalamientos de que no podía practicar este deporte por no ser hombre, como siempre se blindó mentalmente y se levantó. Morir varias veces para ser otros, para no ser siempre los mismos. Y aunque la fortaleza mental ha sido un rasgo de siempre, eso mismo ha hecho que ella no se conforme con su versión sino que siempre busque una mejorada. Puro estoicismo.
“Fue un momento complicado, no tanto por la lesión, que sí fue delicada, sino por el espaldarazo que tuvo ella. El orgullo que a mí me da ser orgullo de Catalina es por esa fortaleza. El tema de recuperación fue impresionante. Yo le ayudaba a hacer los ejercicios y sufría con ella porque lloraba en las terapias. La unión fue importante. Cata en ningún momento pensó en el retiro cuando se lesionó, siempre tuvo una mentalidad que admiro, tuvo fuerza. Todos estuvimos ahí para ella, la acompañamos a la terapia y le dimos una mano para que siguiera cumpliendo sus sueños”, contó Diego Usme, quien es el hermano del medio entre Andrés, que es el mayor y fue técnico de América y ahora de la selección de Ecuador femenina, y de Catalina, la menor de los Usme y referente del fútbol femenino en Colombia como capitana del cuadro escarlata y del combinado nacional.
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Catalina Usme pudo ser operada por dos personas que ella considera muy importantes para haber podido continuar su carrera: Mauricio Palacio y Andrea Katich: “Ellos dos son supremamente importantes para mí. Ellos marcaron mi vida en el sentido de que para mí fueron dos ángeles que Dios me puso en el camino y la vida para que yo pudiera continuar con mi proyecto de vida. Cuando todo el mundo decía ‘no hay más Catalina Usme, ahí ya murió’, ellos aparecieron sin esperar nada a cambio. En ese punto me quedé sola y no tenía la forma de operarme, y el doctor Mauricio, mi angelito, me llamó un día de la nada y me dijo: ‘Yo te opero y no te cobro nada’. Y yo digo que fue él quien salvó mi carrera, porque definitivamente hubiese sido muy difícil hacer una cirugía en ese momento, porque yo realmente no tenía forma. Y Andre es otro ángel. Andre es una fisioterapeuta que tiene un consultorio allá en Medellín y la mayoría de sus pacientes son viejitos. Era muy chistoso porque el doctor me preguntó cuando me operó que yo dónde iba a hacer mi fisioterapia y yo le dije que en la casa porque yo no tengo a nadie que me haga fisioterapia, no tengo con qué pagar, y me dijo: ‘Yo sé quién te ayuda a recuperar por lo menos la primera fase de tu rehabilitación’ y me llevó donde Andrea, así que yo la hacía todos los días con los viejitos. Pero era muy chévere. Me reía muchísimo con sus pacientes. Y todos los días iba y para mí era motivo de alegría estar allá. Disfruté demasiado de su compañía. Hoy en día todavía hablo con ella, todavía trato de verme con ella. Con el doctor ha sido un poco más complejo, pero con ella trato de verme siempre que puedo, porque tengo demasiada gratitud con ellos dos”.
Ángeles que llegaron, pero en su familia han sido cuatro custodios de su carrera. Sus padres, Luz Marina y José Domingo, que siempre apoyaron su decisión de jugar fútbol, y sus hermanos Andrés y Diego, el primero por el complemento que hicieron en América los años anteriores y con Diego el que hacían cuando eran pequeños.
“Todo fue muy equitativo. Cuando jugaba con ella la protegía mucho. En Marinilla siempre el tema de que una mujer jugara fútbol era raro verlo, entonces yo era más que todo cuidándola, pues a veces había malas intenciones porque a los niños no les gustaba que Catalina jugara mucho más que ellos. Recuerdo cuando jugábamos en Coltejer, la empresa donde mi papá trabajaba, en Rionegro. En una ocasión nos tocó enfrentarnos al equipo de Marinilla, en el que habíamos aprendido las bases. Fue un partido en el que Cata y yo hicimos 11 goles y los entrenadores no hacían más que cogerse la cabeza y decir: ‘Estos nos hicieron el partido’. Recuerdo otro contra San Antonio. A Cata le estaban dando muchas patadas, y hubo una en la que le pegaron muy fuerte en el tobillo, la hicieron llorar, y eso a mí me enfureció. Yo he sido muy calmado, y me acerqué y le dije: ‘Seguí vos, que eres la que está haciendo el partido, del resto me encargo yo’, y encargarme del resto fue coger a ese pobre muchacho y le di durísimo, incluso me expulsaron del torneo y del equipo”, recuerda Diego.
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De su relación con Andrés en lo familiar y en lo laboral, la capitana escarlata reconoció: “Yo creo que nos entendemos más en la cancha que en la vida. Es súper chistoso. Él por fuera es una extensión de lo que pasa en el campo y viceversa. Yo le voy a valorar siempre a él lo apasionado que es, porque es un hombre que ama lo que hace y para mí eso es muy valioso. Que alguien se apasione tanto como se apasiona él por lo que hace es para mí lo más valioso que una persona puede tener. Sobre todo en nuestro medio, que carece tanto de eso. Entonces se me hizo demasiado fácil. Él es un hombre muy tranquilo, es un hombre que escucha. Que cuando uno tiene algo que decirle está ahí, pero cuando tiene algo que decirle a uno también está pendiente de todo. En la cancha fue demasiado fácil estar con él. Creo que fue demasiado exitoso lo que pudimos hacer juntos. Lo único maluco era que en la casa uno llegaba a hablar de fútbol y claro, ya todo el mundo se quejaba, porque eso era fútbol aquí como por allá. Llegamos a la casa y hablábamos de fútbol. Salíamos de la casa y hablábamos de fútbol. Y llegábamos a la casa y hablábamos de fútbol. Entonces, claro, llega el punto en el que a uno se le ‘enranchan’ . Pero era maravilloso. La verdad para mí fue un gran golpe saber que se iba. Aunque me alegró mucho, porque sé que es una oportunidad maravillosa para él, y que se la merece además porque ha sido un hombre muy honesto con su trabajo”.
Usme encarna la idea del superhombre de Nietzsche. La superación de sí mismo como lo hablaba Zaratustra. La voluntad de poder y no solo de vivir. Una voluntad que nace de reconocer que podemos ser más que nuestras circunstancias: “Todos los momentos en la vida son efímeros. Entonces, tú tienes que estar preparado para la victoria y para el fracaso. Teniendo presente que en 90 % de las veces toca fracasar, pero que cuando lleguen esas victorias que tanto has buscado, pues van a ser un logro maravilloso para ti. Pero yo siempre he dicho que a uno la euforia no le puede durar mucho y la frustración tampoco. O sea, esos son momentos que uno vive y al otro día se tiene que volver a levantar con el mismo amor a seguir trabajando. Independiente si ganas, empatas o pierdes”.
Le sugerimos: Linda Caicedo venció el cáncer de ovario, así fue su lucha con esta enfermedad
“Creo que estar inquieto todo el tiempo por las cosas que le hacen falta mejorar es lo que nos lleva a ser cada día mejores y no conformarse con lo que ha logrado”, reconoce Usme, quien asegura cuidar los detalles que van más allá de lo táctico. Y esa constante subversión y autocrítica de lo que podemos ser día a día se ha visto reflejado en sus números, en los 188 partidos oficiales jugados, los 135 goles marcados, ser campeona con América de dos ligas femeninas y ser la goleadora histórica del rentado local y de la Copa Libertadores, que es uno de sus anhelos. “Uno no puede dejar de perseguir sus sueños, uno no puede dejar de perseguir sus anhelos. Yo no voy a dejar de perseguir la Copa Libertadores. Yo siempre he pensado que cuando las cosas no se te dan es porque hay algo que está haciendo falta. Así que por eso me fijo en los pequeños detalles y por eso siempre estoy pendiente de las cosas que aún faltan por mejorar. Y llegarán, llegarán en algún momento. Si llega como jugadora maravilloso, la voy a esperar con todo el amor del mundo. Si no llega tampoco me frustra la posibilidad de que no llegue, sin embargo trabajo todos los días dentro de eso. Si no llega, pues desde otro ámbito quizá también pueda llegar. Quizá como directiva, acompañante pueda llegar esa Libertadores. Así que no me trasnocha. A mí me trasnocha el proceso, me trasnocha mejorar, me trasnocha el día a día, me trasnocha el aquí y el ahora. Los resultados llegarán en cualquier momento. Cuando uno se ocupa de que las cosas en el día a día funcionen de la mejor manera, los resultados son inherentes a ese proceso y son inherentes a lo que uno hace”.
Una de las enseñanzas que deja el Hombre Araña es que “todo poder conlleva una gran responsabilidad”, y en Usme ese rol de heroína se ve reflejado en su liderazgo, que a su vez para ella eso se traduce en saber ser ejemplo: “A lo largo de todos estos años yo he aprendido que la mejor forma de liderar es a través del ejemplo. Tú puedes tener días buenos, malos, regulares, espectaculares, que salgas en hombros o que te pordebajeen y te den durísimo, pero lo que yo nunca voy a negociar es el trabajo. Yo procuro siempre ser la primera en todo, en las pruebas físicas de fuerza, la primera que llego, la última que me voy, la que les presta atención a los pequeños detalles, tanto míos como del grupo. Yo creo que no soy una líder tanto de hablar y de ‘es que hay que hacer esto’. No. Creo que algo que me ha caracterizado siempre ha sido el trabajo, que hago con demasiado amor lo que hago. Y que siempre, independiente de la posición en la que esté, independiente de que sea Catalina Usme, que sea la capitana, que sea lo que sea, siempre trato de esforzarme al 100 %, de competir al 100 %, de entrenarme al 100 %, de dar todo en absolutamente cada cosa que hagamos, así que creo que he aprendido a liderar así. Amo la presión. Eso sí es algo que me caracteriza. Amo la responsabilidad que tengo, porque eso me motiva y me lleva a ser mejor. Para mí no es una responsabilidad que me carga, para mí es una responsabilidad que me motiva, y que yo digo, pues pucha, qué bacanería, porque no me permite relajarme, porque yo sé que todo el mundo tiene los ojos puestos en mí. Y yo sé que no me puedo relajar porque yo soy el ejemplo de todas las niñas. Entonces yo sé que tengo que esforzarme siempre más, tengo que buscar esos pequeños detalles en los que puedo estar fallando, terminar una temporada y siempre algo un backup, y bueno, y qué pasó, cómo nos fue, qué hay que mejorar, esto muy bien, pero hay que reforzarlo. Entonces yo creo que esa responsabilidad lo único que ha hecho en mi vida es hacerme mejor”.
Se viene su tercer mundial y para ella solo hay orgullo por el grupo, que lidera junto a otras jugadoras como Daniela Montoya, con quien creció en Formas Íntimas, hay orgullo por su generación, que representa el presente y futuro, y hay convicción de que su participación en Australia-Nueva Zelanda será memorable para Colombia: “Este mundial va a ser histórico para esta categoría. Este mundial para nosotros va a ser especial en todos los sentidos. Hay dos generaciones maravillosas de nuestro grupo que creo que tienen muchos réditos por darle a este país. Creo que tenemos mucho por darle a este país a nivel internacional. Así que siento y tengo en mi alma que va a ser un mundial maravilloso. Vamos a hacer historia en ese mundial. Tenemos la plena conciencia de lo que nos jugamos, de la responsabilidad que tenemos por el fútbol femenino, pero también somos conscientes de cómo nos hemos entrenado, qué hemos hecho, cómo nos hemos cuidado, a qué cosas le hemos apuntado, a los detalles que te estoy hablando. Así que, feliz. A pesar de que he jugado dos mundiales y dos juegos olímpicos, para mí va a ser especial y maravilloso poder jugar esta Copa del Mundo, porque estoy convencida de que la gente se va a sorprender para bien y va a disfrutar muchísimo lo que nosotros vamos a hacer”.
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