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Selección de Colombia: Borré y cuenta nueva

La tricolor comenzó con paso firme su camino al Mundial de 2026 al vencer 1-0 a Venezuela, en Barranquilla. Volvió la fiebre amarilla al Metropolitano. Crónica.

Andrés Osorio Guillott
08 de septiembre de 2023 - 02:52 a. m.
Rafael Santos Borré celebra el gol de la victoria de Colombia sobre Venezuela en el estadio Metropolitano en Barranquilla. EFE/ Ricardo Maldonado
Rafael Santos Borré celebra el gol de la victoria de Colombia sobre Venezuela en el estadio Metropolitano en Barranquilla. EFE/ Ricardo Maldonado
Foto: EFE - Ricardo Maldonado

“Esta vaina se movía más con la selección de Pékerman”, dijo Jorge el miércoles en la noche, cuando ya el ambiente para el nuevo camino de la selección rumbo a un Mundial se palpitaba en las calles de Barranquilla.

Una incertidumbre o un escepticismo que se fue disipando con el paso de las horas, o que se fue derritiendo por los 32 o 33 grados que hicieron a lo largo de la semana en la capital del Atlántico.

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Las notas del himno nacional se acompañaban con el ritmo de la champeta, y luego llegaba el coro: “Sí, sí, Colombia; sí, sí, Caribe”. Y levantaba uno la mirada y Barranquilla parecía una sola por la cantidad de camisetas amarillas que se veían, pero lo cierto es que hay dos Barranquillas distintas, o por lo menos son dos las maneras de vivir los partidos de la selección.

Hacia el norte la gente ve sus partidos en las casas, en los bares, en los centros comerciales; al sur, televisores y sillas afuera. El barrio es el escenario, las calles se convierten en bares y entonces las familias se vuelven una sola mucho más grande.

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Distintas formas, pero eso es lo que logra el fútbol: que el país en su diversidad de costumbres y maneras se congregue como pocas veces se puede. Tarde cívica en Barranquilla. El mundo se detiene. Dios los acompaña a todos porque los rosarios y las bendiciones se ven en varias manos. La religión del fútbol.

El sol fue bajando. La temperatura no. Y en el estadio la salsa fue ambientando la llegada de los hinchas y la espera por el comienzo del partido. Esa religión del fútbol nos recordó que había que rezar cuando el partido empezó. Venezuela armaba doble línea de cuatro cuando Colombia se posicionaba en su área.

Luis Díaz y Déiver Machado insistieron mucho por la banda izquierda. Por la derecha fueron pocas las aproximaciones que generaron Daniel Muñoz y Juan Guillermo Cuadrado. Incluso las llegadas más claras en media hora de juego fueron de Venezuela, que por el juego aéreo estuvo cerca en dos ocasiones de abrir el marcador en un Metropolitano que se fue apagando por el enredo de Colombia.

En las tribunas y en la cancha se perdieron las ideas. Lo más claro era que el conjunto nacional necesitaba a un genio que rompiera esquemas y líneas con lo que otros no ven y ellos sí. Se pensó que podía ser James Rodríguez o Juan Guillermo Cuadrado, pero Néstor Lorenzo decidió darle ingreso a Jorge Carrascal, el último en llegar a Barranquilla, y sacar a Cuadrado.

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Empezó el segundo tiempo y el comandante del barco que venía desde Alemania supo ser profeta en el regreso a su tierra, Rafael Santos Borré anotó un gol de camerino al segundo tiempo y abrió el marcador para poner a bailar como hace mucho no pasaba a sus compañeros y a los asistentes al Metropolitano, que sintieron la fuerza del barco y empezaron a generar un fuerte oleaje en la tribuna. Siguió siendo un partido cerrado.

Venezuela no encontraba espacios en una Colombia que se vio más aplicada en la segunda mitad, que con la enjundia y las arengas de Yerry Mina a sus compañeros supo tener siempre la voluntad de no ceder un solo centímetro y no ahorrarse ningún esfuerzo.

Mientras en la cancha las emociones faltaban, en las tribunas algunos hinchas sabían ponerse la 10. En occidental uno de los aficionados prendió su bafle y al ritmo de “En Barranquilla me quedó” animó a los asistentes a corear la canción del Joe Arroyo. Entre el gol de Borré, las fiestas que hizo Luis Díaz por su banda y la música en las gradas muchos vieron como bien pagada una entrada que también hay que decirlo, pero excede los precios que el colombiano promedio podría comprar.

Luis Díaz se fue aplaudido y ovacionado sobre el cierre del partido para darle paso a Luis Sinisterra. Lucho es el más querido por su fútbol y su humildad, pues siempre se vio cercano a la afición que esperaba a la selección en el hotel Dann Carlton. En la cancha terminó James Rodríguez con la cintilla de capitán.

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El 10 intentó buscar su gol, pero al final no lo consiguió y bastó con el único tanto de Borré para que Colombia sumara los primeros tres puntos ante una selección que siempre nos pone en aprietos más de lo que quisiéramos aceptar. Así se empieza. Con pie derecho, con goles y con la esperanza de recuperar la alegría de jugar y ganar siempre juntos.

El equipo nacional viajará este sábado a medio día a Santiago, en donde enfrentará el martes a Chile. Va, sin embargo, con la tranquilidad de tener tres puntos en el bolsillo y superar en la tabla a Venezuela, a Paraguay y Perú, que empataron en territorio guaraní, y a Ecuador, que cayó con Argentina en Buenos Aires con un gol de tiro libre de Lionel Messi.

Volvió la selección, volvió la eliminatoria y Colombia, como siempre, rodeó a su equipo, a su mayor símbolo, al que la hace sufrir y gozar. Comenzó con pie derecho el camino a otro Mundial. Borrón y cuenta nueva.

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