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Brasil es la selección más fuerte del torneo. Nadie quiere enfrentarla ni ofrecerse como tributo. La verdeamarela parece no cansarse de hacer goles o de destrozar rivales; parece no entender otro juego diferente al del control absoluto; cada rival que ha enfrentado hasta ahora ha caído por goleada. El equipo dirigido por Daniel Castilho ha terminado primero de su grupo, como un acto de superioridad y de dominio agresivo y absoluto, marcando 42 goles, más que todos los equipos juntos de su grupo, y recibiendo apenas un gol, huérfano, frente a Ecuador. Quien quiera romper con la hegemonía de Brasil, que ha ganado cada vez que ha participado en este certamen, debe derrotarlo y acabar con las dudas, porque el torneo parece pertenecerles por derecho.
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Colombia y Argentina se enfrentaban para definir quién haría frente a Brasil en la semifinal, ambas selecciones estaban clasificadas, pero aún permanecía en el aire la zozobra y el agudo miedo de enfrentar a las canarinhas en la siguiente fase. Ambas, Colombia y Argentina, salían al campo con sus equipos titulares, sin guardarse nada, ni siquiera la actitud déspota y agresiva de las capitanas; ambas querían ganar, ambas querían prolongar lo inevitable. Tanto las cafeteras como las albicelestes llevaban paso perfecto. Las anfitrionas no habían recibido goles aún, y las colombianas recibieron solo 1, frente a Uruguay en el partido pasado. En la balanza todo parecía igualado, aunque Colombia se había mostrado un poco más frágil en defensa que las argentinas, y eso se haría más evidente en el transcurso del primer tiempo, que terminaba 3-0 a favor de las anfitrionas, dominantes y resolutivas.
A Colombia no le servía el empate, la victoria era la única forma de evitar a Brasil. Debía superar a la Albiceleste, necesitaba desarmar su organización, y descubrir la forma de romper el marcador. El tiempo corría sin misericordia, igual para todos; la Selección de Colombia necesitaba un gol tempranero, urgente. Pero aunque esto se dio, aunque Colombia pudo marcar y complicó a las argentinas al inicio del segundo tiempo, fueron las anfitrionas las que al final celebraron, su partido fue técnicamente impecable, nunca perdieron el foco ni cometieron errores. La albiceleste entonces se medirá frente a Venezuela en semifinales y Colombia será la encargada de tratar de frenar a Brasil, aunque parezca imposible, no solo por la calidad demostrada por la canarinha hasta el momento, sino por el pobre y translúcido papel que desempeñó Colombia frente a Argentina, porque no tuvo creatividad ni fue imperiosa, estuvo totalmente perdida. Las cafeteras deberán subir mucho su nivel si piensan, siquiera, inquietar a la verdeamarela.
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El partido terminó 4-1 a favor de Argentina, con los cánticos alegres de los fanáticos llenando cada rincón del estadio. Las anfitrionas enfrentarán a Venezuela el sábado 29 de septiembre, mientras que Colombia enfrentará a la temida Brasil, en busca de una hazaña, luego de mostrar su peor faceta este jueves. Cuesta creer que las cafeteras no jugaran con 5 para buscar la victoria, sabiendo que nada más que eso les servía para transfigurar la semifinal. Ahora solo queda preparar el siguiente partido, y salir al campo con mayor ímpetu.
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