Carlos Gruezo (d) de Ecuador disputa el balón con Luis Díaz de Colombia.
Foto: EFE - Jose Jacome
Son días de otro Ecuador. El país giró a su derecha por los problemas de seguridad y corrupción. En medio de las preguntas, las esperanzas de unos y las preocupaciones de otros, el fútbol volvía a Quito. Un atardecer con una escala de amarillos que no solo hacía alusión a los colores primarios de ambas selecciones, sino a un cielo que retó a los equipos a estar a la altura de su estética.