Néstor Lorenzo celebra el triunfo de Colombia contra España.
Foto: AFP - BEN STANSALL
El Estadio Olímpico de Londres estaba todo de amarillo. Un grito de gol antes de tiempo molestó a los amantes de las cábalas, temerosos de la mala suerte que significa cantar un tanto antes de que toque la red. Pero era fácil ser afanado al ver el pase que James Rodríguez mandó, largo, para cortar como un puñal las líneas de la defensa de España, tan férreas y difíciles de superar en la primera mitad. Cuando Luis Díaz, quebrando la cintura, dejó loca toda la banda izquierda de la selección ibérica, medio gol ya llenaba la boca. Sin embargo,...