Daniela Arias: “Mi lema es que rendirme nunca será una opción”
Segunda entrega del especial que reúne los perfiles de las jugadoras que representarán a Colombia en el Mundial Femenino. Esta vez la historia de la defensa central de América y el combinado nacional.
Andrés Osorio Guillott
Decía John Locke que “ningún conocimiento humano puede ir más allá de su experiencia”. Esa premisa base del empirismo bien puede ayudarnos a contar la historia de Daniela Arias.
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Decía John Locke que “ningún conocimiento humano puede ir más allá de su experiencia”. Esa premisa base del empirismo bien puede ayudarnos a contar la historia de Daniela Arias.
“Nunca estuve en una escuela de formación, siempre jugaba con mis primitos en la calle, mi tío tenía un parqueadero y yo me la pasaba jugando con mis primos allí, armábamos los arcos y jugábamos por horas, pero como tal, nunca estuve en una escuela o en un club de fútbol. Esa formación no la tuve, pero siempre estuvo la disciplina en el deporte porque si practiqué otras disciplinas: estuve en tenis, en patinaje, en natación, hasta en gimnasia; la disciplina en realidad siempre estuvo. Pero nunca estuve en escuela de fútbol porque a mi papá no le gustaba que jugara ese deporte, es decir, no me veía llevándome a entrenar como lo hacía de pronto cuando estaba en patinaje o en tenis, que fueron los deportes en los que más tiempo estuve. De manera que mi carrera como tal en el fútbol comenzó a los 16 años, que fue cuando tomé la decisión de irme de la casa y luchar por mis sueños”.
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A su padre, Alberto Arias, no le gustaba que Daniela practicara fútbol, pero sí aceptaba que ella lo acompañara a ver al equipo del que es hincha y del cual ella tiene sus primeros recuerdos de este deporte: Boca Juniors. Ese Boca de Carlos Bianchi, que tuvo a los colombianos Óscar Córdoba, Mauricio el Chicho Serna y Jorge el Patrón Bermúdez, pero también a otros referentes como Martín Palermo o Juan Román Riquelme, era el que veían juntos en televisión.
“Mi papá toda la vida ha sido muy futbolero y lo acompañaba a todos los partidos, entonces, cuando se acababa el primer tiempo, lo primero que hacía era meterme a la cancha y ponerme a jugar con los demás hijos de los amigos de mi papá, pues siempre estuvo el fútbol en mi vida y eso era lo que me apasionaba, a mí me encantaba jugar fútbol, los otros deportes me gustaban mucho, pero lo que más amaba era jugar fútbol, todo el día estaba con un balón en la mano y hasta en las fiestas familiares me colocaban vestidos, y siempre me llevaba unos tenis, porque me ponían sandalias para que no terminara jugando, pero a escondidas me llevaba los tenis y buscaba la manera de jugar fútbol con mis primitos, con lo que encontrábamos, hasta con bombas, con lo que sea, pero siempre estábamos ahí jugando.
Daniela también representa esa generación de mujeres que fue abriendo su camino con una convicción que superaba la fuerza de su edad, pues por su propia cuenta buscó los medios y los espacios para jugar fútbol, a pesar de lo inusual que pudiera verse. Arias recuerda que nunca estuvo en una escuela, que sus entrenamientos y las bases de su técnica las fue adquiriendo por su persistencia, porque jugaba sola o porque los fines de semana lograba pagarle a un entrenador entre 500 y 2.000 pesos para que le dictara clases sábados y domingos.
“Fue la única base que tuve. Desde muy pequeña también he trabajado, entonces me considero independiente. Mi papá es carnicero y me enseñó a ser autónoma, y en ese entonces ya trabajaba con él y ya tenía mis ahorros, así que a los 16 años decidí irme de la casa, me fui a vivir con una amiga y después conseguí trabajo y me fui a vivir con mi tía (Milena Arias), que fue como un angelito de la guarda en ese entonces, porque creyó en mí y me apoyó demasiado. Después de que pasó como ese proceso, porque al final no fue fácil, ya me tocaba trabajar para después ir a entrenar, pero estaba muy feliz porque al final estaba cumpliendo lo que quería, quería estar en una selección Santander y mi sueño en ese tiempo apuntaba a que lo más alto era poder llegar a la selección de Colombia, y todo empezó porque llego al club Botín de Oro, que es un club femenino en Bucaramanga”.
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Llegó ese momento en el que la vida empieza a hacerle saber a uno que alcanzar los sueños cuesta, que no basta con tenerlos en la mente. Arias reconoce que fue un proceso duro, que su papá era bastante cerrado con la idea de que su hija jugara fútbol, que a su mamá (Iglesia Rojas) le costó que ella se fuera de la casa, pero que a su manera ella la apoyó. “Se pasaron episodios porque mi mamá no quería que me fuera de la casa, mi mamá es ama de casa, entonces no podía darme una solución en esos momentos, pero siempre me apoyó con lo que podía. Yo trabajaba y ella me iba a llevar el almuerzo a donde estuviera trabajando, como le tocara irse, a veces llegaba a pie, a veces cogía bus, pero siempre estuvo ahí respaldándome a su manera como ella lo podía hacer.
Contó con el apoyo de su familia, que la rodeó y siempre encontró formas de darle una mano. Su mamá, su tía, pero también su abuelo (Alberto Arias, QEPD). Cualquier ayuda de su parte significaba un ahorro que posteriormente sería utilizado para tener lo básico. Así como su mamá le ayudaba con los almuerzos, su abuelo le ayudaba con los transportes, pues varias veces la recogía en el trabajo -siendo menor de edad, y sin haber terminado el colegio, fue cajera en una fábrica de insumos de calzado- para llevarla a la casa. Cada centavo ahorrado sirvió, por ejemplo, para que en ese entonces ella pudiera comprarse su cama y todo lo necesario para ir edificando su hogar.
Y así, al ir consiguiendo lo necesario para vivir, empezó a darse también lo necesario para crecer como futbolista. “Tengo que resaltar el apoyo del propio Álex Spencer, que es el dueño del club y es el pionero del fútbol juvenil en Santander, porque es el que más ha creído y el que ha hecho que el fútbol en Santander crezca. Él ha sido fundamental, porque de la mano de él crecí mucho, muchísimo, porque cuando llegué al club lo primero que me preguntó fue: ‘¿Y tú de qué posición juegas?’ Y pues no sabía ni qué era ser una delantera, ni qué era un defensa, ni nada, entonces yo le dije: ‘No profesor, pues juego de delantera’. Entonces me vio jugar y me dijo: ‘Tú tienes talla de central, ¿por qué no lo intentas de central?’ Y yo brava, porque quería hacer goles. Pero comencé a jugar de central y me fue muy bien, y comencé a marcar diferencia, porque como he sido muy disciplinada y me enfoco demasiado en lo que quiero, entonces me entrenaba muy bien y empecé a destacarme. Y ya me comenzó a dar la oportunidad, y cuando me di cuenta ya estaba en la selección Santander, ya estaba representando a mi departamento”.
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Y así se dio al poco tiempo el salto al fútbol profesional. Cada equipo en el que ha jugado Daniela Arias ha dejado símbolos que la han formado como jugadora y persona. Primero, y casi que de ensueño, debutó con Bucaramanga, el equipo de su ciudad, en 2017: “Fue muy especial, porque primero es jugar con tu gente, mi papá ya estaba pendiente, todo el tiempo me tenía ahí en la raya, hablándome, aconsejándome, diciéndome cosas, porque en la cancha que nosotros jugábamos es la cancha Marca, entonces la gradería queda muy cerca. Entonces sentir que la gente nos iba a apoyar era muy emocionante y en ese torneo nos fue superbien, llegamos a semifinales y con un equipo que mucha gente no le tenía mucha confianza, credibilidad, entonces pudimos hacer una buena representación”.
Al año siguiente pasó a Medellín, que para ella también fue importante: “Esa oportunidad con Medellín fue algo que cualquier jugadora sueña, ¿por qué? Porque imagínate que el Medellín era el Formas Íntimas, y Formas Íntimas es un club que a nivel nacional es muy reconocido y es el club más campeón a nivel de clubes. Entonces Medellín y Formas Íntimas hicieron una alianza, y cuando me llamaron a decirme que me querían en el club me pareció una nota, porque era jugar con todas las jugadoras que han sido selección Colombia, que tienen un proceso, que tienen experiencia. Voy para allá sin pensarlo, sin pensarlo dos veces, es una oportunidad que no puedes desaprovechar y llegué y obviamente, un fútbol exquisito, es un equipo que se conoce hace muchos años y que al final jugaban de memoria; teníamos una muy buena nómina en ese entonces”.
Ese 2019 fue importante por su paso por Medellín, pero también por el único título que ha alzado, que fue el oro en los Juegos Panamericanos con Colombia. “Eso fue un reto para todo el equipo, porque como no habíamos clasificado al Mundial, entonces nosotras sabíamos que teníamos la responsabilidad de que debíamos traer sí o sí la medalla de oro de los Panamericanos, o sea sí o sí teníamos que quedar campeonas y creamos una sintonía donde el equipo estaba muy unido, en realidad éramos una familia, nos estábamos respaldando en todo momento, comenzamos a entender el mensaje y partido a partido cada día nos veíamos más positivas, las que en ese entonces no jugábamos mucho, las que jugaban, las que tenían menos minutos, estábamos tan enfocadas en el objetivo que al final no importaba quién jugaba, importaba el mensaje de que si íbamos a estar unidas, lográbamos lo que fuera, y fueron partidos emocionantes, esa final fue impresionante, que suene el himno de tu país y levantar la medalla de oro son cosas que la verdad no se olvidan”.
Desde 2017 es parte de la selección. Arias reconoce que no ha faltado a una convocatoria con selección. Ya son seis años de proceso con una generación que si de algo ha dejado lecciones es de dignidad, pues es en la cancha y con los logros que han enaltecido al fútbol femenino y han logrado avances que si bien no han logrado satisfacer todas las necesidades, sí ha marcado un cambio de imaginario y de perspectiva frente a la mujer y el deporte en el país.
De la selección admira a varias jugadoras, una de ellas compañera de equipo en América. “La gran María Catalina Usme para mí siempre ha sido un referente, una jugadora que ha soñado mucho y que le ha regalado mucha alegría a nuestro país, para mí era muy chévere llegar a la selección y poder sentarme a hablar con ella, poder escuchar lo que ellas habían visto, lo que ellas habían vivido en las Copas Américas anteriores, en el Mundial Sub-20 que estuvieron, porque ellas ya llevan muchos años juntas en selección. Entonces me sentía bien escuchando todas las anécdotas con Sandra Sepúlveda, Diana Ospina, que son jugadoras que siguen siendo referentes porque tienen demasiada calidad”.
Precisamente de Usme y su relación con ella en América dice “que siempre voy a querer estar en el equipo que esté Cata Usme, siempre, siempre, porque tú ves entrenar a Cata y es imposible que no te motives y que no quieras estar respaldándola. Cata se entrega demasiado, para mí Catalina es una lideresa, tiene un don y sabe llegar a las personas, y ella lo refleja desde lejos. Entonces para mí es gratificante poder hoy en día compartir tantos momentos con Cata en selección, también en América, y que aprende uno demasiado al lado de ella. Y es como el amor, la pasión que le pone a todo”.
Arias jugó al año siguiente en Júnior -donde reconoce que tuvo un paso particular, porque se convirtió en goleadora, aunque fue difícil por la pandemia- y en 2021 tuvo su primer ciclo con América. En 2022 tuvo su primera experiencia a nivel internacional al jugar con Pachuca, en México, y este año retornó al cuadro escarlata. Con la mayoría de sus clubes ha jugado finales y las ha perdido. Le pasó con Medellín en Liga, le pasó con América en Copa Libertadores, le pasó con Pachuca en México y le pasó incluso con Colombia en la Copa América que se jugó en su tierra. Arias Acepta que esas derrotas le costaron, que siente que siempre se le escapaba el sueño cuando más cerca estaba, pero con el paso de los años ha entendido que las caídas forjan y que no hay nada que tenga el suficiente poder para dejar de perseguir sus metas. “Tengo un lema, y es que para mí rendirme nunca será una opción, nunca. Salí a muy temprana edad de mi casa, me propuse objetivos, me traje objetivos y hoy en día he llegado más lejos de lo que pensé. La ambición no es mala, hay que tener ambición de la buena, hay que querer más cada día. Uno tiene que tener amor propio y primero fijarse en uno para poder ayudar a los demás. Para mí la persona que tengo al lado es fundamental, más en un deporte de conjunto. Si tú estás bien, yo estoy bien. Si tu compañera tiene mil problemas, no le va a poder ir igual, entonces tengo que estar al lado, respaldando”.
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