Hicieron historia: gracias, Colombia
Aunque perdieron contra Inglaterra 2-1 y se quedaron en los cuartos de final, las jugadoras de la selección nacional dieron ejemplo, abrieron un camino y dejaron un mensaje de pundonor y de orgullo por defender sus propósitos.
Andrés Osorio Guillott
Volvamos un año atrás. Ya los triunfos y el reconocimiento de Colombia a nivel internacional daba frutos. Aunque el fútbol femenino empezó a encontrar su auge en el último lustro, las jugadoras de nuestro país ya habían construido una reputación hace más de 20 años y en la última década esa credibilidad empezó a crecer con lo que Formas Íntimas hizo por el balompié de mujeres.
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Volvamos un año atrás. Ya los triunfos y el reconocimiento de Colombia a nivel internacional daba frutos. Aunque el fútbol femenino empezó a encontrar su auge en el último lustro, las jugadoras de nuestro país ya habían construido una reputación hace más de 20 años y en la última década esa credibilidad empezó a crecer con lo que Formas Íntimas hizo por el balompié de mujeres.
El reconocimiento de los organismos del fútbol a nivel internacional fue tal que Colombia había sido elegida sede para la Copa América femenina 2022 -en la que el combinado nacional fue supcampeón y Brasil se llevó el título-, y era además una de las candidatas para organizar el Mundial Femenino de Mayores.
Era poco probable que se diera, pero precisamente los logros que han obtenido las mujeres colombianas en el fútbol nos hacían creer que se podía soñar con el primer Mundial de Mayores en nuestro país. El campeonato de Huila en Copa Libertadores y los subcampeonatos de América y Santa Fe reflejaron un hecho cierto, pero con una sombra que solo veíamos aquí, y es que el fútbol femenino colombiano crecía porque estaba por fin viendo un proceso que daba frutos, que desde afuera resulta ejemplar para muchos, pero adentro la mirada ha sido otra.
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Aunque lo mencionamos la semana pasada, no sobra volver a traer a colación las cifras de la Liga Femenina, que no se ha consolidado por lo que muchos técnicos, técnicas, exjugadoras, jugadoras y personas relacionadas con el fútbol de mujeres consideran como “falta de voluntad” de los dirigentes para ofrecer un torneo digno para la competencia y para el trabajo.
En el informe que presentó hace poco la Asociación Colombiana de Futbolistas Profesionales (Acolfutpro) de la Liga Femenina 2023, se lee: “Las cifras que arrojó el tema contractual mostraron un importante progreso debido a un mayor compromiso de la mayoría de los clubes participantes en la edición 2023 de la Liga Femenina. Mientras que en la temporada 2022 siete equipos de los 17 participantes formalizaron contratos con la totalidad de su plantilla (41 %), en 2023 fueron 10 de 17 (59 %) los clubes que establecieron contrato de trabajo a todas las futbolistas inscritas en la competición”.
Otros números que presenta el documento es que este 2023 participaron las mismas futbolistas que en la primera edición, es decir, 406, aunque fueron inscritas 437. En la Liga en la que más futbolistas participaron fue en la de 2018, cuando se registraron 514. En cuanto a partidos jugados, tanto en la Liga 2022 como en la de 2023 se registraron la mayor cantidad de juegos disputados: 150. La cifra más baja fue en 2021, cuando apenas hubo 56 compromisos.
La edición de este año duró 126 días, siendo la más larga desde que se creó la Liga. La más corta fue en 2020, cuando el torneo duró 57 días. En cuanto a equipos participantes, no se ha podido superar la cifra de 2018, cuando 23 clubes disputaron el título. En 2022 y 2023 se han mantenido 17 equipos en competencia. Cuando empezó el torneo en 2017, compitieron 18 escuadras.
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Recordar estas cifras es renunciar al idilio que vivimos en este Mundial para volver a poner los pies sobre la tierra después de la derrota de ayer 2-1 ante Inglaterra. Lo que hasta hoy lograron las mujeres de la selección nacional es sin duda un fenómeno interesante, porque es el resultado de un proceso que no ha sido regular, que se ha logrado mantener porque ellas han dado los argumentos para no tumbarlo, porque han demostrado el valor de la convicción y la perseverancia.
Nos quedamos sin la sede del Mundial Femenino de Mayores. Y las críticas llovieron hacia los dirigentes. De los 35 votos, 22 fueron para Australia y Nueva Zelanda y los 13 restantes para Colombia. El desarrollo del fútbol femenino en Australia sobre todo fue un argumento a favor para escoger a Oceanía como el continente que albergaría la novena edición de la Copa del Mundo Femenina.
Nos quedaba la Copa América. Y el objetivo era ganarla y también lograr el cupo para Australia y Nueva Zelanda. Se consiguió el segundo tras llegar a la final del certamen gracias a un gol de una de las figuras de la selección en su totalidad: Linda Caicedo. Y en su totalidad porque con 18 años ha jugado lo que nadie más ha jugado en el conjunto nacional en el último tiempo: llegó a cuartos de final del Mundial Sub 20, es subcampeona del Mundial Sub 17 y fue la mejor jugadora de la Copa América. Y ahora, en el Mundial de Mayores, ya como futbolista del Real Madrid, es la segunda goleadora del equipo por detrás de Catalina Usme.
Colombia, hacer historia y marcar una época
En medio de polémicas y vetos que no han dejado de ser sombras de este proceso, Nelson Abadía ha logrado construir un proceso que, de nuevo, se distancia de lo que sucede a nivel local con el fútbol femenino. Desde 2017, el entrenador de 68 años ha dirigido 71 partidos, de los cuales ha ganado 41, ha perdido 15 y ha empatado 15. Y si miramos el último año y medio, el combinado nacional ha jugado 24 partidos, de los cuales ganó 10, empató otros 10 y cayó solamente en cinco oportunidades: dos con Estados Unidos, una con Francia, otra con Italia y la más reciente fue contra Marruecos.
Colombia tuvo ocho partidos a lo largo de este año antes de llegar a Australia para jugar el Mundial. Ganó dos, perdió otros dos y empató cuatro. Y con ese balance llegó a Oceanía en las primeras semanas de julio. Las expectativas eran altas porque las mismas jugadoras se encargaron de convencernos de que era esta Copa la que les iba a permitir hacer historia. Y la hicieron.
Catalina Usme, Daniela Arias, Mayra Ramírez, entre otras, dijeron a lo largo del año que todas estaban convencidas de que eran siete los partidos que se iban a jugar y que si había un momento para reafirmar sus causas y esfuerzos a lo largo de estos años era este. Ahora o nunca. Lo único que tenemos es el presente. Ese era el mensaje.
Y así fueron demostrando que no solamente era un acto de fe, como definió en su momento Jorge Luis Borges a los colombianos. Era cuestión de mentalidad, de certeza, de esa parte que siempre nos había faltado y que esta vez estaba más latente que nunca.
Había que superar lo hecho en Alemania 2011 y Canadá 2015. Ese era el primer paso para hacer historia. Y se empezó con pie derecho con una victoria 2-0 frente a Corea; luego llegó un partido que nos ilusionó con un triunfo épico frente a Alemania por 2-1, y la fase de grupos terminaría con una caída por 1-0 frente a Marruecos. Todo se equilibraba, pero había con qué creer tras terminar primeras del grupo H.
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Jamaica fue el rival de octavos de final. Un partido cerrado, que se definió también por apenas un tanto de diferencia. Un pase preciso de Ana María Guzmán y un control y definición excelsas de Catalina Usme bastaron para llevarse un triunfo que entonaba con el propósito, pues ese, quizá más que el juego contra Alemania, era un resultado histórico por lograr lo que nunca antes, y era avanzar a los cuartos de final del Mundial Femenino de Mayores.
Nada que reprocharle a la selección
Es en momentos definitivos, en momentos en los que es posible dejar una huella y trascender al propio tiempo en los que se siente la vida. Y hay que saber enmarcar esos instantes para no olvidar de qué estamos hechos los colombianos, para no olvidar que somos lo que creemos, lo que soñamos y lo que luchamos. Qué cosa fuéramos sin eso, como dice la canción. Qué hubiera sido Colombia si no creyera en lo que cree.
No fueron menos. Dignidad y pundonor sobraron ayer y a lo largo del Mundial. Al frente estaba Inglaterra, favorita a quedarse con el título, la nación que se inventó este deporte. Y bajo ese rol quisieron siempre imponer sus condiciones. No solamente mostraron técnica, también un despliegue físico en su presión y en sus transiciones que muchas veces ahogaron a las colombianas.
Era otro partido cerrado. Los detalles siempre marcan diferencia, pero frente a los grandes resultan más determinantes, o ese parece ser el efecto. Y soñamos por un momento. Leicy Santos nos hizo ver por pocos minutos que quienes hacen ver posible lo imposible son los que vencen su tiempo y hacen historia. Un remate que colgó a la guardameta inglesa, que la bañó en el café de la mañana que teníamos todos nos hizo creer que la épica era otra vez palpable.
Pero ya lo había dicho Catalina Usme: “La victoria nos hace creer cosas que aún no han sucedido”. Y no pasaron ni cinco minutos, y no se pudo terminar la primera parte con el marcador a favor, pues en un error de la arquera Catalina Pérez -al parecer derivado por la falta de visión que tuvo por un choque al inicio del partido y por la que tuvo que salir en el segundo tiempo-, derivó en el empate de las inglesas, que recuperaban la calma y sabían que con esas condiciones el partido estaba en su bolsillo.
Un gol de Alessia Russo al minuto 63 apagó la ilusión. Colombia intentó, pero no pudo encontrar la igualdad. Ellas no bajaron la cabeza y mucho menos los brazos. Siguieron creyendo y nunca renunciaron ni a su estilo ni a su amor por la camiseta. Fueron equipo hasta el final y no hay nada que reprocharles porque incluso en lo que siempre nos ha faltado, que es la personalidad frente a los grandes, también supieron demostrar temple y fuerza para no perder por la camiseta.
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La historia se hizo, porque supieron llegar más lejos, pero también porque han dejado muestras de orgullo y de osadía, reconocidas a nivel mundial, ejemplo de valentía, de liderazgo y de lucha.
Las causas continúan porque esta es una generación dorada que conecta los esfuerzos que no se vieron en el pasado con los que empiezan a ver la luz en el presente, y que seguramente, como lo dijo María Camila Reyes en una entrevista para este diario, obliga a asumir una responsabilidad mayor para jugadoras como ella, como Linda Caicedo, como Ana María Guzmán, como Natalia Giraldo y muchas otras que son el porvenir y el futuro del fútbol femenino en Colombia.
Por Myriam Guerrero, por Liliana Zapata, por Margarita Martínez, por Patricia Vanegas, por Sandra Ortíz, por Carmen Rodallega, por Sandra Sepúlveda, por Daniela Montoya, por Catalina Usme, por Diana Ospina, por Yoreli Rincón, por Natalia Gaitán, por Isabella Echeverri, por Daniela Arias, por Gisela Robledo, por Linda Caicedo, por Leicy Santos, por Catalina Pérez, por Manuela Vanegas, por Lorena Bedoya, por tantas y tantas pioneras, jugadoras del ahora y del futuro, por las que no aparecen en las tapas de los diarios, las que no estuvieron en este Mundial y estarán después. Por ustedes y sus esfuerzos y por ustedes y sus sueños.
Dejaron un hito histórico y seguirá quedando en sus manos esa responsabilidad de llegar cada vez más lejos, de seguir alargando el camino hacia Ítaca para que el viaje no deje de ser hermoso, porque eso es lo que nos cuesta la vida, y eso es lo que hizo y hará tan grande el legado que están dejando. ¡Gracias, guerreras!
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