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Un tiempo en el que por fin sonó el vallenato de Reinaldo Rueda. No alcanzó la música, pero sí hubo buenas sensaciones ante el rival más fuerte del continente. Colombia cayó 2-1 ante Brasil en su última función de la fase de grupos de la Copa América en un partido que se desnaturalizó por el empate de los brasileños a los 77 minutos luego de una pelota que se desvió en el árbitro Néstor Pitana, pero el gol fue legal.
El primer tiempo, el mejor de la era Rueda. Un equipo corto, que tanto lo había pedido, pero poco plasmado en la cancha. En el que Rafael Santos Borré, como un volante más, en una especie de estructura 4-1-4-1 en defensa con Barrios en la base y Duván, desenchufado y desconectado, como único punta. El trabajo defensivo de Borré saboteando el funcionamiento del mediocampo brasileño fue una de las claves. Y también el de Wilmar Barrios, el corrector, recuperador y organizador de la selección.
El gol fue la explosión para que todos los tornillos del funcionamiento encajaran. Wilmar Barrios, tan bueno con los pies, mandó un pase filtrado que recibió Duván Zapata con sus apoyos. Se conectó con uno de los mejores centradores del planeta, que hizo 17 asistencias con la Juventus la pasada temporada, y Juan Guillermo Cuadrado mandó un centro venenoso que conectó libre Luis Díaz con una media chilena, golazo.
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El ritmo del partido sonó a la colombiana: pases cortos, combinaciones largas de pases. Los silencios también, los jugadores controlaron el partido a punta de faltas. Un primer tiempo de alto vuelo tras el buen trabajo de Borré y Barrios. Los defensores centrales, tan cuestionados, tuvieron una buena noche.
En la segunda parte se jugó otro partido: Brasil logró meter a Colombia en su campo. La asfixió, no la dejó respirar, no la dejó tener la pelota. Salió Borré por Cuéllar, entró Borja por Zapata. Muriel, nuestro hombre más talentoso, se quedó calentando, esperando. Y Gustavo acompañó a Barrios como doble cinco con el único objetivo de destruir juego. Sometidos, llegó el gol de Firmino, que, a la vez tan polémico, también se puede decir que era merecido.
Se perdieron 15 minutos entre las deliberaciones, protestas y dudas arbitrales. Al final el gol fue legítimo, pero el partido se rompió. Y sobre el cierre, de pelota quieta, de tiro de esquina, como ya se volvió tradición ante Colombia, Brasil hizo daño. Casemiro cabeceó un centro de Neymar al primer palo y dejó cifras concretas y el silencio en el equipo colombiano.
Una derrota que no supo a tan derrota porque por primera vez hubo vestigios del juego que quiere codificar el entrenador. Que no supo a tanta derrota porque tras el empate de Perú y Ecuador, el equipo ya está instalado en la segunda ronda, a pesar de que descansa en la última fecha. Solo una goleada escandalosa de Brasil, un Londrinazo, dejaba por fuera a Colombia.
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Un vaso vacío en los primeros tres partidos de la Copa América para Colombia, pero que a partir del duelo ante Brasil ya se puede ver al menos medio lleno.
Por: Thomas Blanco- @thomblalin