Femenina y masculina: la importancia de la sub-20 en las selecciones de Colombia
Tras el gran 2022 de las juveniles femeninas, este año Colombia ya clasificó al Mundial sub 20 en la rama masculina y esperará a ver qué pasa con la sub 17 ¿Cuál es la importancia de estos procesos?
Fernando Camilo Garzón
La selección sub-20 de Colombia cumplió el objetivo que tenía en el Sudamericano que realiza en casa: clasificar al Mundial de Indonesia. Esa era la meta que el entrenador Héctor Cárdenas se puso en el inicio del torneo y lo consiguió, incluso antes de que se acabe el torneo. ¡Es un éxito!
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La selección sub-20 de Colombia cumplió el objetivo que tenía en el Sudamericano que realiza en casa: clasificar al Mundial de Indonesia. Esa era la meta que el entrenador Héctor Cárdenas se puso en el inicio del torneo y lo consiguió, incluso antes de que se acabe el torneo. ¡Es un éxito!
La clasificación es muy importante para el combinado nacional, no solo por el logro, también por la importancia que eso significa en el futuro de la selección de mayores, actualmente en crisis por no haber ido a Catar 2022. De hecho, al revisar la historia, todas las selecciones juveniles que han sido exitosas en las citas mundialistas fueron insumo para las categorías mayores en el futuro. Es un patrón que se repite y que le ha dado a Colombia sus mejores momentos en el balompié.
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Las mejores participaciones de Colombia en los Mundiales sub-20 y sub 17
Cada éxito de Colombia en los mundiales juveniles significó un avance. En la sub-17 y la sub-20 y en las ramas masculina y femenina.
El recorrido empezó en 1985, cuando la selección clasificó por primera vez a un Mundial sub 20 en la Unión Soviética. Hasta ese entonces, el equipo colombiano solo había ido a una Copa del Mundo en la categoría de mayores, en 1962, y el proceso que lideró Luis Alfonso Marroquín en el 85 le dio las principales herramientas a la generación que, años después, explotó Maturana en los 90.
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Visto, por ejemplo, en el fútbol femenino colombiano, es una historia casi calcada. Aunque había pioneras y un fútbol aficionado desde décadas anteriores, la primera gran generación de futbolistas apareció en 2010.
Fue una irrupción en el Mundial Femenino sub 20 de 2010, con estandartes como Yoreli Rincón o Daniela Montoya, en una selección que logró un histórico cuarto puesto en Alemania. Tras ese resultado llegarían las primeras copas del mundo femeninas para Colombia y el nacimiento de las “Superpoderosas”.
Pasaba en un lado y también en el otro. Volvamos a la rama masculina. De hecho, tras esa generación de los 90, Colombia se quedó sin bases. Hasta 2003 aparecieron los primeros resultados en la sub 17 y la sub 20. Fue un gran año para las categorías juveniles que se extendió hasta 2011. Fueron procesos liderados por Reinaldo Rueda y Eduardo Lara, que se juntaron para dar las generaciones que llevaron a la selección mayor de nuevo a los mundiales, en 2014 y 2018.
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Por eso se resalta la importancia de que las selecciones juveniles vuelvan a tener protagonismo, porque la ausencia del Mundial de Catar se puede explicar, en buena parte, en la falta de bases. El Mundial sub 20 de Indonesia es una gran noticia para Colombia. Y habrá que esperar que pasa con la sub 17, que también define plaza al mundial de su categoría este año.
El fútbol femenino, de hecho, es un buen espejo. Esa generación de 2010, también por la falta de apoyo, se quedó sin combustible con el paso del tiempo. No obstante, la creación de la Liga Femenina y los avances de balompié practicado por mujeres en Colombia tuvieron como resultado que la selección de mayores volviera al mundial, que disputarán este año en Australia y Nueva Zelanda. Y ese regreso se basó, también, en un buen trabajo de inferiores, con una sub 20 y sub 17 que consiguieron resultados históricos. Por primera vez en la historia de nuestro balompié, el fútbol femenino le muestra el camino al masculino. ¡Hay futuro!
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