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Fútbol femenino: una lección de orgullo y dignidad

A partir de las 7:00 p.m., Colombia jugará la final de la Copa América frente a Brasil. Las superpoderosas buscarán el título más importante de su historia, resultado de una lucha que han dado durante tres décadas prácticamente solas.

30 de julio de 2022 - 02:00 p. m.
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Foto: Getty Images - Gabriel Aponte

Colombia no tiene una Liga Femenina de fútbol digna, pero ya quisieran otros deportes colectivos, en ambas ramas, como baloncesto, voleibol, futsal, béisbol y rugby, tener la visibilidad y el reconocimiento que han logrado las mujeres en el balompié, única y exclusivamente gracias a la lucha que ellas y sus familias han librado durante los últimos 30 años.

Así busca Colombia su primera Copa América Femenina

Sin duda, su esfuerzo no ha sido en vano, porque el desarrollo del fútbol femenino en el país no tiene marcha atrás, más allá de que aún queda mucho camino por recorrer.

Prueba de ello es la Copa América que termina hoy en nuestro país, con la gran final entre las selecciones de Colombia y Brasil, desde las 7:00 p.m., en el estadio Alfonso López de Bucaramanga. Por el poderío de las rivales, ganadoras de siete de las ocho ediciones anteriores, ganar parece una misión imposible, como también parecía hace un par de décadas hacerle entender a una sociedad tan machista como la nuestra que las mujeres podían jugar fútbol tan bien como los hombres. Y vaya que lo lograron.

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Por eso, independientemente del resultado ante el combinado verde-amarillo, la campaña de la tricolor quedará para la historia. Las superpoderosas ganaron sus cinco partidos anteriores (4-2 a Paraguay, 3-0 a Bolivia, 2-1 a Ecuador, 4-0 a Chile y 1-0 a Argentina) para lograr la clasificación al Mundial de Australia y Nueva Zelanda, en 2023, y los Juegos Olímpicos de París 2024. Con esa actuación redondearon el mejor año del fútbol femenino, pues en marzo, la selección sub-17 quedó subcampeona continental y logró cupo al mundial de la categoría en India, mientras que la sub-20 hizo lo propio y jugará, en agosto, la Copa Mundo de Costa Rica.

En honor a las pioneras

Catalina Pérez, Mónica Ramos, Daniela Arias, Jorelyn Carabalí, Manuela Vanegas, Daniela Montoya, Lorena Bedoya, Leicy Santos, Catalina Usme, Linda Caicedo y Mayra Ramírez saltarán a la cancha en busca del título con el orgullo de representar a cientos de futbolistas que les abrieron el camino. A Myriam Guerrero, Amparo Maldonado y Liliana Zapata, las más conocidas pero no las únicas a quienes por allá en los años 80 se atrevieron a calzarse unos guayos y meterse a las canchas a jugar con los hombres, que las miraban como bichos raros y las discriminaban. “El fútbol no es un deporte para niñas. Las que juegan son marimachas. Vayan para la casa a cocinar”, les gritaban sus ignorantes rivales.

Pero también a Natalia Gaitán, Yoreli Rincón e Isabella Echeverry, inexplicablemente “borradas” de la selección hace un par de años por atreverse a exigir respeto, condiciones dignas y equidad con respecto a los combinados masculinos.

Y representan, sobre todo, a miles de niñas y mujeres que se forman en clubes y escuelas de fútbol ahora sí con el sueño de ser algún día futbolistas, profesionales como médicas, economistas, abogadas o periodistas.

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Porque, por fortuna, los tiempos han cambiado. Y aunque durante mucho tiempo tuvieron que nadar contra la corriente o todavía lo hagan, han logrado enormes resultados. “Valió la pena sembrar y atreverse a jugar fútbol para que estas nuevas generaciones disfruten como lo están haciendo”, asegura Myriam Guerrero, primera capitana y exentrenadora del equipo nacional.

Y es que apenas en 1991 se comenzaron a disputar los primeros torneos organizados en el país. Eran los Campeonatos Nacionales en los que Antioquia y Bogotá fueron dominadores, seguidos por Valle, Santander, Bolívar y Tolima.

En 1998 se conformó la primera selección femenina de mayores, que participó en el Suramericano, en Argentina. En ese plantel, dirigido por Juan Carlos Gutiérrez, se destacaron Luz Aydé Grisales y Sandra Valencia.

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En 2003 Colombia quedó tercera en el torneo continental, detrás de Brasil y Argentina. “Ese lugar en el podio, aparte de meritorio, dio a entender que estábamos para grandes cosas y eso se ha corroborado. Después surgió la generación de las chicas superpoderosas y las clasificaciones y títulos que hemos venido obteniendo y trayendo al país”, explica orgullosa Myriam Guerrero.

Y tiene razón, porque las futbolistas comenzaron a ganarse un lugar en el ámbito deportivo del país. Aparecieron tantos equipos femeninos, que en las ligas departamentales tuvieron que organizar torneos exclusivamente para ellas. Y las selecciones comenzaron a figurar en los torneos de categorías menores, donde se veía el trabajo de la base.

Se forjó entonces la primera gran generación de futbolistas colombianas, con la sub-17 que ganó el Suramericano de Chile, en 2008, con Natalia Gaitán, Yoreli Rincón, Liana Salazar, Paola Sánchez y Tatiana Ariza, entre otras.

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Fueron ellas la base del plantel que clasificó al Mundial sub-20 de 2010 y a los de mayores en Alemania 2011 y Canadá 2015, además de los Juegos Olímpicos de Londres 2012 y Río de Janeiro 2016.

Y lo hicieron trabajando casi con las uñas, con poco apoyo. Porque la creación de la Liga Profesional femenina, en 2017, fue más consecuencia del fenómeno internacional que se propagaba, que de la convicción de los miembros de Colfútbol y la Dimayor. Con altibajos en los aspectos logísticos, organizativos y económicos, pero excelente desempeño deportivo, se han realizado ya seis ediciones y hay algunos clubes que ya tienen estructuras sólidas en la rama femenina, al punto que Huila fue campeón de la Copa Libertadores 2018 y América y Santa Fe quedaron subcampeones en 2020 y 2021, respectivamente.

Sin embargo, es momento de dar el salto de calidad en todos los sentidos. Es necesario que el apoyo al balompié femenino que se percibe en redes sociales se convierta en compra de boletas para ver los partidos y patrocinios a los clubes por parte de la empresa privada. Mayor y mejor difusión durante la temporada regular y no solo en las finales. Más compromiso de jugadoras y entrenadoras con su profesión. Como dijo la legendaria Pia Sundhage, entrenadora sueca de la selección de Brasil: “Debemos dejar de quejarnos y ser más propositivos, ver el vaso medio lleno y tocar las puertas indicadas para seguir creciendo. El verdadero éxito de esta Copa América radica en la manera como el fútbol femenino de Colombia la sepa usar para potencializarse”.

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