Fútbol femenino y las enseñanzas de las derrotas
Aunque el equipo nacional cumplió un buen papel en el Mundial Sub 20 en Costa Rica, fue de más a menos. A las superpoderosas les sobraron ganas y corazón, pero les faltó volumen ofensivo y mejor definición.
Más allá del gran momento que vive el fútbol femenino en Colombia, resultado del esfuerzo y la lucha casi exclusiva de sus protagonistas, la eliminación de la selección sub-20 ante Brasil, en los cuartos de final del Mundial de Costa Rica, debe servir para corregir errores futbolísticos que se han pasado por alto, para no quitarle mérito al esfuerzo de las jugadoras, siempre muy competitivas a pesar de las limitaciones, como buena parte de los deportistas de este país.
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En territorio tico, el equipo dirigido por Carlos Paniagua tuvo una buena actuación, pero la verdad es que fue de más a menos. Comenzó venciendo 1-0 a Alemania, una de las potencias internacionales en la categoría juvenil, con anotación de Mariana Muñoz. Frente a las teutonas, las superpoderosas mostraron personalidad y solidez.
Luego empataron 0-0 ante México, un equipo luchador, que les cerró espacios y no les permitió jugar con comodidad. Y el 2-2 ante Nueva Zelanda debió terminar con una goleada a favor si no hubiera sido por la mala definición.
El sábado, ante Brasil, Colombia tuvo 30 minutos de incertidumbre que le costaron la eliminación. “El equipo entró muy pasivo, miramos jugar al rival y apenas después del gol reaccionamos”, admitió el técnico Carlos Paniagua, cuyas dirigidas reaccionaron y dominaron la segunda parte, más allá de que apenas generaron un par de opciones claras para empatar.
Y es que si hay algo en lo que la selección debe mejorar es en la generación de fútbol ofensivo. Puede ser por el hecho de que esta selección no tiene una volante creativa nata, porque Liced Serna, Camila Reyes e Ilana Izquierdo son más de marca, mientras que Gabriela Rodríguez, Gisella Robledo y Linda Caicedo actúan como delanteras.
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Ante Alemania, México y Brasil, Colombia llegó más en acciones de contragolpe, por jugadas individuales o de velocidad, que por elaboración colectiva. Y cuando generó opciones, falló en la definición, un aspecto en el que Gisella y Gabriela deben trabajar, porque su entrega, lucha y sacrificio son impresionantes.
En Costa Rica quedó claro también que una de las razones por las cuales las selecciones de mayores, sub-20 y sub-17 clasificaron a los mundiales de sus categorías es su solidez defensiva. En el caso de esta juvenil gracias, primero que todo, a su arquera, Natalia Giraldo, figura del equipo, además de un par de centrales que juegan como veteranas a pesar de su juventud: Kelly Caicedo y Ángela Barón.
Excepto Brasil, que tuvo al menos cinco oportunidades de anotar, las rivales no se acercaron mucho a predios colombianos. Giraldo recibió tres goles en cuatro partidos. Pero a la hora de marcar la tricolor no tuvo buen rendimiento: lo hizo tres veces en los mismos cinco encuentros.
En balance final fue de un triunfo, dos empates y una derrota, una vez más ante Brasil, como en los recientes Suramericanos de menores y en la Copa América. Claro sí está, cada vez más, que Colombia es la segunda potencia futbolística del continente, ya lejos de Argentina y Paraguay, que le siguen. Puede ser consuelo, pero la manera como las jugadoras brasileñas y su cuerpo técnico celebraron la victoria, casi como un título, es una muestra clara de que les costó y de que valoran la calidad del rival que tuvieron.
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“Estamos muy dolidos con la eliminación, pero ahora lo importante es levantar cabeza y mirar hacia adelante”, agrega Paniagua, que tendrá que preparar a la selección sub-17 para el Mundial de India, del 11 al 30 de octubre, pero en duda por problemas legales de la federación de ese país.
De todas formas, el fútbol femenino debe seguir creciendo, aprendiendo de las derrotas y mejorando. Más allá de que no haya liga profesional este semestre, América y Cali deben prepararse para la Copa Libertadores y la selección de mayores debe consolidarse para la Copa Mundo en Australia y Nueva Zelanda de 2023.
Más allá del gran momento que vive el fútbol femenino en Colombia, resultado del esfuerzo y la lucha casi exclusiva de sus protagonistas, la eliminación de la selección sub-20 ante Brasil, en los cuartos de final del Mundial de Costa Rica, debe servir para corregir errores futbolísticos que se han pasado por alto, para no quitarle mérito al esfuerzo de las jugadoras, siempre muy competitivas a pesar de las limitaciones, como buena parte de los deportistas de este país.
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En territorio tico, el equipo dirigido por Carlos Paniagua tuvo una buena actuación, pero la verdad es que fue de más a menos. Comenzó venciendo 1-0 a Alemania, una de las potencias internacionales en la categoría juvenil, con anotación de Mariana Muñoz. Frente a las teutonas, las superpoderosas mostraron personalidad y solidez.
Luego empataron 0-0 ante México, un equipo luchador, que les cerró espacios y no les permitió jugar con comodidad. Y el 2-2 ante Nueva Zelanda debió terminar con una goleada a favor si no hubiera sido por la mala definición.
El sábado, ante Brasil, Colombia tuvo 30 minutos de incertidumbre que le costaron la eliminación. “El equipo entró muy pasivo, miramos jugar al rival y apenas después del gol reaccionamos”, admitió el técnico Carlos Paniagua, cuyas dirigidas reaccionaron y dominaron la segunda parte, más allá de que apenas generaron un par de opciones claras para empatar.
Y es que si hay algo en lo que la selección debe mejorar es en la generación de fútbol ofensivo. Puede ser por el hecho de que esta selección no tiene una volante creativa nata, porque Liced Serna, Camila Reyes e Ilana Izquierdo son más de marca, mientras que Gabriela Rodríguez, Gisella Robledo y Linda Caicedo actúan como delanteras.
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En Costa Rica quedó claro también que una de las razones por las cuales las selecciones de mayores, sub-20 y sub-17 clasificaron a los mundiales de sus categorías es su solidez defensiva. En el caso de esta juvenil gracias, primero que todo, a su arquera, Natalia Giraldo, figura del equipo, además de un par de centrales que juegan como veteranas a pesar de su juventud: Kelly Caicedo y Ángela Barón.
Excepto Brasil, que tuvo al menos cinco oportunidades de anotar, las rivales no se acercaron mucho a predios colombianos. Giraldo recibió tres goles en cuatro partidos. Pero a la hora de marcar la tricolor no tuvo buen rendimiento: lo hizo tres veces en los mismos cinco encuentros.
En balance final fue de un triunfo, dos empates y una derrota, una vez más ante Brasil, como en los recientes Suramericanos de menores y en la Copa América. Claro sí está, cada vez más, que Colombia es la segunda potencia futbolística del continente, ya lejos de Argentina y Paraguay, que le siguen. Puede ser consuelo, pero la manera como las jugadoras brasileñas y su cuerpo técnico celebraron la victoria, casi como un título, es una muestra clara de que les costó y de que valoran la calidad del rival que tuvieron.
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“Estamos muy dolidos con la eliminación, pero ahora lo importante es levantar cabeza y mirar hacia adelante”, agrega Paniagua, que tendrá que preparar a la selección sub-17 para el Mundial de India, del 11 al 30 de octubre, pero en duda por problemas legales de la federación de ese país.
De todas formas, el fútbol femenino debe seguir creciendo, aprendiendo de las derrotas y mejorando. Más allá de que no haya liga profesional este semestre, América y Cali deben prepararse para la Copa Libertadores y la selección de mayores debe consolidarse para la Copa Mundo en Australia y Nueva Zelanda de 2023.