Goles son amores: Colombia goleó a Chile y se acerca al Mundial 2026
Los dirigidos por Néstor Lorenzo no se fueron en blanco en esta doble fecha, a pesar de jugar con camiseta de ese color. Marcaron Dávinson Sánchez, Luis Díaz, Jhon Durán y Luis Sinisterra.
Andrés Osorio Guillott
En Barranquilla el sol no salió. Un grande nubarrón se alzó en el cielo y se quedó aún llegada la noche. Ni la amenaza de lluvia ni jugar con una camiseta que no fuera la amarilla amargó a los más supersticiosos. Las aves, que podían ser de mal agüero, huyeron del Metropolitano una vez se encendieron los parlantes que anunciaban la salida de las selecciones de Colombia y Chile para esta décima fecha de las eliminatorias de Conmebol al Mundial de 2026.
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En Barranquilla el sol no salió. Un grande nubarrón se alzó en el cielo y se quedó aún llegada la noche. Ni la amenaza de lluvia ni jugar con una camiseta que no fuera la amarilla amargó a los más supersticiosos. Las aves, que podían ser de mal agüero, huyeron del Metropolitano una vez se encendieron los parlantes que anunciaban la salida de las selecciones de Colombia y Chile para esta décima fecha de las eliminatorias de Conmebol al Mundial de 2026.
Los barranquilleros piden que se juegue bien al fútbol, su tradición —que parece pesar tanto que la Federación Colombiana de Fútbol celebra 100 años por la Liga de Atlántico, que muchos cuestionan—, así que en las calles había confianza por la victoria, pero llamados a una selección más vistosa. Néstor Lorenzo decía en la previa que venía de “la cantera del mundo”, la de Argentinos Juniors, y que allí le enseñaron a ganar jugando bien, algo que ha costado en los últimos compromisos (a excepción de Bolivia).
Hay algo que nunca pasará de moda y son las ideas. No hay equipo o sociedad que sobreviva sin ellas. Privilegio es que quien las tenga sepa ejecutarlas, y eso es algo que Colombia tiene con James Rodríguez, que parece medir con una exactitud de relojero cuándo ponerse la bata de pensador y también el casco de arquitecto para armar las jugadas, pero también para sacar uno que otro túnel de su galería de obras.
Sociedades en corto con Mujica y Arias, pero también pases al vacío para Luis Díaz, Córdoba o Ríos, que esta martes asumió un rol mucho más atrevido en el ataque. Pero lo que ya se volvió costumbre: tiro de esquina, mirada calculadora y un pie preciso para lanzar un centro que conectó con la cabeza de Lucumí, quien golpeó la pelota y, como pocas veces pasa, parece que los dioses lanzaron los dados y con un toque de suerte esta dio en Dávinson Sánchez, que queriendo sin querer envió el balón al fondo de la red al minuto 33.
No mucho más ocurrió en el primer tiempo. Aunque Colombia supo tener la pelota y llegar con peligro al arco rival, la claridad sigue siendo una virtud por cultivar. Y como también viene sucediendo en el estadio Metropolitano, los primeros minutos de la segunda parte trajeron emociones. Contra Argentina fue contraria, pero aquí el relato fue otro.
Si hay alguien querido por la afición local es Luis Díaz, que les corresponde siempre con fotos, firmas y una sonrisa que sigue siendo el reflejo del pela’o que se forjó en el Junior y se hizo gambeteador en las canchas de La Arenosa.
Los dados volvieron a caer a nuestro favor, esta vez producto de un error de Brayan Cortés, arquero de Chile, que entregó mal un balón y fue James quien cortó el pase del guardameta y le dejó en bandeja de plata a Díaz, que con comodidad supo definir y ampliar el marcador en el minuto 56. “¡Lucho, Lucho, Lucho!”, gritaba la tribuna. Él respondió levantando los brazos y señalando el dorsal siete en su espalda.
Caía la noche en Barranquilla y le caía la noche a Chile, que con dos goles abajo empezó a verse colgado por el calor, pero también por la adversidad que atraviesa por la falta de resultados. En lugar de inclinar la cancha a su favor, la ansiedad de revertir la situación los hizo imprecisos con la pelota y sin ella. Aquí es cuando el partido se juega con la mente. Los dirigidos por Néstor Lorenzo sabían que ya podían jugar con la pelota y con la necesidad de sus rivales.
Mientras Gareca iba y volvía del banco rascándose la cabeza con muestras de preocupación, Lorenzo, que no cambia su camisa vino tinto por cábala, se mostraba tranquilo y confiado con el manejo de los tiempos. Cuando Colombia había bajado el ritmo, mandó a la cancha a Jorge Carrascal y Luis Sinisterra, para darles descanso a Luis Díaz y Jhon Arias. La tribuna también quiso incidir en las decisiones del técnico argentino y en los minutos finales pidió a Juan Fernando Quintero, más por lujo que por necesidad.
Y menos necesidad se tuvo luego del minuto 82, pues en un contragolpe de manual, liderado por Luis Sinisterra que vio un pase entre líneas dejó mano a mano a Jhon Jáder Durán, quien ratificó el que puede ser el mejor momento de su corta carrera para anotar el tercer tanto.
Lorenzo vio que podía complacer a su público y les dio minutos a Quintero y también a Juan David Cabal. James salió para un aplauso al unísono (no podía ser de otra forma), que fue también la forma de agradecerle una vez más por liderar a una selección que está en su prime time y está cada vez más cerca de pedir la visa para el Mundial de Canadá, Estados Unidos y México.
Colombia tuvo que sacar un costal para los goles que anotó. Para cerrar una noche redonda, al tiempo de pitar el final del compromiso, el juez decretó con el aval del VAR el cuarto gol de la jornada, que fue todo de Luis Sinisterra, quien jugó poco, pero aportó a la mitad de un resultado que terminó con el broche del olé en la tribuna. Ya no hay toros en Colombia, pero sí razones para celebrar un partido memorable.
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