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Iniciaba una nueva década y por primera vez en mucho tiempo la vida parecía sonreírle a Colombia. Se había dejado atrás el terror de los años 80, una nueva constitución había sido promulgada y se desintegró uno de los carteles del narcotráfico más poderosos del país. Sin embargo, lo que causó mayor emoción a muchos colombianos en 1990 fue que, después de 28 largos años, la selección colombiana volvía a ser parte del espectáculo más grande del balompié: el Mundial de Italia 1990.
Fue una participación histórica: el empate con Alemania y la primera clasificación a segunda ronda. La selección perdió con Camerún y un Roger Milla inolvidable, que acabó el sueño mundialista en un partido que marcó la historia del país. Volvieron las eliminatorias para Estados Unidos 1994 y, con un porcentaje de efectividad alto, Colombia volvía al juego. Todo el país tenía la fe puesta en su selección y hasta la daba por campeona.
Era un equipo de lujo, conformado por figuras de la talla de René Higuita, Carlos “El Pibe” Valderrama, Faustino Asprilla y Adolfo “El Tren” Valencia. Entre ese grupo de 22 jugadores convocados se encontraba un defensor paisa de 27 años llamado Andrés Escobar Saldarriaga.
El día había llegado, era momento del debut de la selección. Se inició el mundial con el pie izquierdo, Colombia perdió 3-1 ante la selección de Rumania. A pesar de todo, aún había posibilidad de avanzar, nada estaba perdido del todo. Cuatro días después llegó el partido contra la selección anfitriona, nuevamente Escobar era parte del 11 titular.
A las 4:30 de la tarde sonó el silbato que daba inicio al partido Colombia - Estados Unidos. Los minutos pasaban y el marcador continuaba empatado a cero, la tensión empezaba a ser evidente. Fue en el minuto 35 cuando un jugador de la selección estadounidense se aproximaba al arco de Óscar Córdoba. Con la intención de evitar que la jugada terminara en gol, Escobar corrió a la bola y, en vez de alejarla del arco, terminó anotando un gol en la portería propia sellando la derrota y eliminación de la tricolor. Un momento de desmotivación, frustración y dolor total.
Su participación en el mundial concluyó con una victoria 2-0 contra la selección suiza, pero en aquel momento ese triunfo no tenía trascendencia alguna.
Los cafeteros volvieron a casa con cabeza baja, pero el trago más amargo se lo llevó Andrés. Los insultos y las burlas se convirtieron en el pan de cada día y lo seguían como una vil sombra. Le tomó días, pero Escobar encontró la manera de subsistir con este tipo de comentarios como todo un caballero.
Este 2 de julio se cumplen 30 años desde que el fútbol se vio manchado por la violencia en Colombia. Andrés Escobar fue vilmente asesinado luego de anotar un autogol en el Mundial de 1994. Este hecho, que enlutó al país, sigue causando dolor, tristeza y vergüenza.
— Noticias Caracol (@NoticiasCaracol) July 2, 2024
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Llegó el sábado 2 de julio de 1994, el día que cambiaría la historia del fútbol colombiano. Andrés se encontraba en el bar El Indio, en la ciudad de Medellín, disfrutando de sus últimos días de vacaciones antes de volver a los entrenamientos con el Atlético Nacional. A pesar del buen ambiente, se podía sentir cierta incomodidad por los susurros originados por la presencia de Andrés en el lugar.
Dos hombres se acercaron a su mesa y empezaron a gritarle todo tipo de ofensas, Andrés empezó a perder la calma. Escobar no toleró ni una palabra más y, junto con los dos hombres, terminaron en el estacionamiento del lugar. Uno de los hombres inició con el comentario “Usted no sabe con quién se está metiendo” y, efectivamente, no tenía ni la más mínima idea de quién era ese sujeto.
Escobar estaba acorralado y comenzaron los intentos de golpes. Inesperadamente, un tercer hombre bajó de un automóvil que estaba estacionado en el parqueadero y sin pensarlo dos veces le propinó varios disparos de bala que le quitaron la vida de forma inmediata.
Los hombres del bar resultaron ser Juan Santiago y Pedro David Gallón Henao, hermanos y narcotraficantes de Medellín. El asesino de Andrés Escobar fue Humberto Muñoz Castro, chofer de los Gallón. Muñoz cambió su historia más de una vez.
Empezó declarando que vio a sus jefes en peligro y disparó, con el fin de auxiliarlos, después que Escobar iba a atacarlo, hasta el punto de que ya ni él mismo creía lo que estaba diciendo. Finalmente, Muñoz Castro se declaró culpable del asesinato exfutbolista y se le condenó a 43 años de cárcel, de los cuales solo cumplió 11, ya que en el año 2005 la justicia colombiana lo dejó en libertad.
Hoy, 30 años después, la pregunta sigue siendo la misma: ¿quién mató a Andrés Escobar? ¿Acaso fue el narcotráfico? ¿Los apostadores? ¿El escenario de violencia en el país? No. Fue la sociedad colombiana. Una comunidad indolente, rencorosa y egoísta. Un mundo en el cual un simple error en un partido de fútbol opaca toda una extraordinaria carrera y el gran ser humano que era El caballero del fútbol.
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