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Las horas más bajas de los técnicos colombianos

Reinaldo Rueda lideró uno de los fracasos más grandes en la historia del fútbol colombiano, mientras Juan Carlos Osorio vive los días más difíciles de su carrera. ¿Por qué no vienen caras nuevas atrás?

03 de abril de 2022 - 02:00 a. m.
Reinaldo Rueda solo ganó seis de 21 juegos con la selección colombiana.
Reinaldo Rueda solo ganó seis de 21 juegos con la selección colombiana.
Foto: EFE - Rayner Peña

Dejar a Colombia, con ese plantel, afuera de la Copa del Mundo es uno de los fracasos más ruidosos en la historia del fútbol colombiano. Una debacle con responsabilidades compartidas, pero en la que el mayor porcentaje reposa sobre su entrenador: Reinaldo Rueda.

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El vallecaucano llegó a la selección tras un turbulento paso por Chile en el que tuvo un rendimiento de apenas el 43 %, con un saldo de nueve victorias, ocho empates y diez derrotas en 27 partidos. Y las críticas a un juego sin muchos colores y variantes en ataque al que tampoco acompañaban los resultados. Una estela que se calcó en Colombia, con siete partidos al hilo sin anotar (685 minutos), el peor registro en la historia de las eliminatorias. Con Reinaldo solo se ganaron seis partidos de 21 en todo su ciclo, un rendimiento del 38,4 %. Y la sorpresa mundial de que un equipo con una gran nómina esté fuera de Catar 2022.

En los mismos días en los que Rueda firmaba el acta de defunción de uno de los planteles más talentosos en la historia de nuestro fútbol, Juan Carlos Osorio, tras tantos desecuentros, se despedía del América de Cali tras un nuevo fracaso deportivo en su carrera. Que se une al de Atlético Nacional y al de la selección paraguaya, un equipo en el cual nunca estuvo comprometido por su anhelo de dirigir a Colombia. Sus primeras palabras tras aterrizar allí era que soñaba con manejar al equipo de su país. El matrimonio no duró. Y Osorio, quien hace cuatro años dirigía el Mundial de Rusia 2018, vive el momento más crítico en su carrera como entrenador. Y no ha logrado consolidarse, con paz, sin críticas, en ningún lugar.

Y detrás de ellos dos, los entrenadores colombianos que mejor prestigio internacional tenían, no se vislumbra otro técnico de ese cartel. Es por eso que los entrenadores colombianos no son prioridad para dirigir la selección. Y es que, al menos en el siglo XXI, no han demostrado la capacidad suficiente para clasificarla a los mundiales. Aparte del título de la Copa América de 2001 con Francisco Maturana —quien junto a Bolillo Gómez son los únicos técnicos cafeteros en llevar a Colombia a la máxima cita del fútbol—, solo han acumulado fracasos en el combinado nacional.

Rueda falló en dos ocasiones: en el camino hacia Alemania 2006 y en la reciente eliminación de Catar 2022 con un fútbol opaco y sin potenciar el talento de una de las mejores generaciones de jugadores colombianos. Llegó como la esperanza de recuperar el juego que en estas tierras, mayoritariamente, se identifica como el propio: el de toque, gambeta en el último cuarto de la cancha y goles. Al final todo su discurso de “restaurar la identidad del fútbol colombiano” fue populista.

El DT caleño volvió a la selección tras la era de Carlos Queiroz, que implementó conceptos con los que mayoritariamente se juega en Europa, colmados de transiciones rápidas. Y en muchos compromisos Colombia jugó muy bien y superó al rival. Uno de ellos, el recordado repaso ante Argentina en la Copa América de 2019, donde el combinado nacional quedó eliminado en cuartos y por penaltis frente a Chile, dirigido por Rueda. El estratega portugués se debió ir después de la derrota con Uruguay en Barranquilla y de la sospechosa actitud de los futbolistas en la humillación que propinó Ecuador en Quito.

(La pregunta del millón: ¿y ahora quién?)

Volviendo a Rueda, después de su salida en 2006, llegó Jorge Luis Pinto, quien fue goleado en la Copa América de Venezuela 2007 y, tras problemas con algunos futbolistas, salió del banquillo colombiano. Eduardo Lara tampoco logró el tiquete a Sudáfrica 2010 y la selección de entonces solo fue a dicho país a disputar un amistoso. Retornó el Bolillo Gómez, que se tuvo que ir por el escándalo que protagonizó al golpear a una mujer a la salida de un bar en Bogotá. Quien fuera su asistente, Leonel Álvarez, asumió junto a Julio Comesaña, pero empataron con Venezuela y perdieron contra Argentina. El adiós.

Apareció José Néstor Pékerman, historia conocida. Y Colombia regresó a una Copa del Mundo luego de 16 años. Aunque el camino hacia Rusia 2018 fue casi tan empedrado como el último, Colombia jugó su segundo mundial consecutivo.

Así terminó el ciclo de siete años y medio del argentino que ahora dirige a Venezuela, quien fue reemplazado por Arturo Reyes, previo a la mencionada llegada de Queiroz, quien aterrizó siete meses después. Meses que hoy, para muchos, pesan en la eliminación.

En la Liga local solo hay dos entrenadores jóvenes, con respecto a los que dirigen el resto de clubes, que pueden tener una buena proyección, dependiendo de los resultados, pues, el exitismo desbordado en el que vivimos hace que, aunque el trabajo y los procesos sean buenos y tengan buen futuro, se acaben rápidamente si no se consiguen resultados inmediatos. Una práctica común del fútbol suramericano y que va en contra de proyectos serios y duraderos.

Diego Corredor fue jugador profesional y asistente de Julio Avelino Comesaña y Hárold Rivera en Patriotas, antes de emprender su rumbo como entrenador.

En sus tres años al mando de Patriotas, fue un constante animador del fútbol colombiano. Una estela que se mantuvo con el Deportivo Pasto, siempre trepado en las posiciones más altas de la tabla. Y ahora, en el equipo de Manizales, tras casi una década fuera del mapa, con sus conceptos, está tratando de volverlo un equipo competitivo. A sus cuarenta años, también es licenciado en Educación Física e hizo el curso de técnico de la Asociación de Técnicos de la Federación Argentina (ATFA). La meta es nunca dejar de preparase. Hace dos años, antes de dirigir al Pasto, estuvo observando las metodologías de trabajo del Real Madrid Castilla y del Getafe.

“Siempre estamos viendo mucho a Bielsa, Simeone, Guardiola y Klopp. La pandemia me llevó a no coger el camino de un modelo rígido”, le dijo a este diario Corredor, quien ha intentado traer esos modelos de juego asociativo a nuestro fútbol.

“A mí me gustan los equipos que son capaces de atacar con cinco o seis hombres en el área rival, eso se llama volumen ofensivo. Y en lo defensivo, mi primer principio es la presión tras la pérdida”, dice Corredor, quien hace un llamado, como lo ha hecho Osorio, a que se cambien las metodologías de entrenamiento en la formación que consisten en recostarse atrás, esperar y contragolpear.

“En la formación, ese tipo de mentalidad es un problema para los entrenadores, porque en el fútbol profesional es muy difícil cambiar la mentalidad del jugador para que sea valiente, haga un gol y no se eche atrás sino, al contrario, busque hacer otro gol; pero desde niños nos enseñaron el orden, a defender y contragolpear. Las metodologías de entrenamiento deben cambiar y pensar en educar a los jóvenes”.

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Por otra parte, Luis Amaranto Perea es uno de los entrenadores colombianos con mayor proyección, técnico de la Real Federación Española de Fútbol, con licencia UEFA Pro. Un hombre que por su rodaje internacional está llamado a convertirse en el segundo técnico colombiano en dirigir en el fútbol europeo tras Francisco Maturana, pero nunca tuvo tiempos tranquilos en su paso por el Júnior de Barranquilla. El afán de los resultados.

Con un fútbol un poco más conservador, pero efectivo, se ha destacado Alexis Márquez, quien tiene 45 años y ha logrado que Deportivo Pereira se mantenga en primera división y lo llevó a la primera final profesional de su historia, que terminó perdiendo ante Nacional.

Alberto Gamero, de 58 años, es uno de los mejores entrenadores de la liga colombiana. Con nóminas desbalanceadas en Millonarios, ha podido establecer al equipo bogotano, en casi todas sus campañas, como uno de los mejores equipos que juegan en el país. Además cambió el estilo directo, de transiciones rápidas que se le había visto en sus procesos anteriores. En Millonarios ha forjado un equipo que quiere asociarse con la pelota y hacer daño con la circulación.

El otro gran entrenador que hace fila en la liga es Hernán Torres, quien ha puesto al Tolima, con su fútbol directo, pero también asociativo, poco radical, como el equipo con mejores resultados de los últimos dos años en Colombia.

“Acabamos de tener un entrenador colombiano y le fue mal. Eso pasa siempre: le fue mal al colombiano, buscan un extranjero; le va mal al extranjero, buscan un colombiano. Pero el entrenador colombiano definitivamente sí debe capacitarse mucho más. El fútbol requiere mucho conocimiento y capacitación, pero aún así me parece que hay buenos entrenadores en Colombia. También se requiere que tengan mayor figuración en el fútbol internacional, pues hay muy pocos”, comentó Juan José Peláez, quien fue asistente de Bolillo Gómez en el Mundial de Francia 1998, campeón con Atlético Nacional en 1994 y dirigió varios clubes, además de selecciones juveniles de Colombia.

Bolillo Gómez (66 años) no viene de un paso tranquilo en Honduras, al igual que Jorge Luis Pinto (69 años), quien no completó seis meses en los Emiratos Árabes. Luis Fernando Suárez (62 años), de gran trabajo en Costa Rica, espera superar el repechaje y ser el representante colombiano en el Mundial de Catar.

El primero ha dirigido tres mundiales, el segundo brilló con Costa Rica en Brasil 2014 y el tercero quiere dirigir su tercera Copa del Mundo. El otro colombiano que ha estado presente en los mundiales es Rueda, quien estuvo con Honduras en Sudáfrica 2010 y con Ecuador en Brasil 2014. Pero ninguno fue profeta en su tierra y no hay mucha renovación detrás. Y todo en tiempos de crisis de identidad del fútbol colombiano. ¿A qué jugamos?

Ese también es el problema para Francisco Maturana. “Hay cosas que se reconocen. En referencia a las selecciones más actuales, no estoy diciendo que sean mejores o peores, pero son diferentes. Del 98 para acá, tenemos algo diferente, que, por ejemplo, no pasa en Uruguay, que se sabe a qué juega. Antes todo el mundo sabía a qué jugaba Paraguay, hoy nadie sabe. ¿Por qué? Porque todos agarramos modelos de los equipos que triunfaron, lo cual es normal, porque siempre al que gana quieren emularlo y se convierte en referencia. Y no estamos encontrando el estilo”.

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Álamo(88990)03 de abril de 2022 - 02:37 p. m.
La importancia de no estar en el cacareado mundial es no distraer la atención de lo que hay que hacer ya: un cambio de rumbo en la política colombiana. Y eso empieza a lograrse en las urnas ahora. Por lo demás, los jesurunes siguen de fiesta sobre el llanto que Rueda en el corazón de nuestra pateada ignorancia.
Luis(17698)03 de abril de 2022 - 01:15 p. m.
Me aleje del futbol desde la muerte de Andrés Escobar. Pero considero los técnicos fracasaron por pasarse el tiempo buscando no se devaluara james rodriguez. No se interesaron en conseguir un 10 de verdad, no un jugador el cual le pega bien al balón y cuando se encuentra uno puede hacer goles, pero le falta físico para repartir balones.
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