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Linda Caicedo nació con el don de jugar al fútbol. A los 14 años todavía era una niña, pero su talento en la cancha la hacía más grande de lo que era. No tenía miedo de jugar al lado de figuras de la talla de Catalina Usme, ícono de la selección femenina nacional, ni de afrontar partidos difíciles con la camiseta de América de Cali.
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Nunca olvidará el 14 de julio de 2019. El partido se jugaba en el Pascual Guerrero y, con el 15 en su espalda, debutó en el partido entre América y Cortuluá, la primera vez que gritó un gol como profesional. No solo se convirtió en la jugadora más joven en anotar en la Liga Femenina, sino que también lo hizo exhibiendo todas sus capacidades técnicas.
Transcurría el minuto 79 y el equipo escarlata dominaba el partido, que iba 1-0. Usme, la capitana de las Diablas Rojas, asistió a Caicedo en la mitad de la cancha. Con la pelota dominada en su pie derecho, la joven promesa eludió a tres jugadoras del equipo contrario y no frenó hasta que llegó al área chica para rematar con la misma pierna con la que había controlado el balón, que se fue adentro del arco sin que la portera de Cortuluá, Alexandra Avendaño, pudiera hacer nada.
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Aquella tarde partió en dos la carrera de Linda Caicedo. En lo que restó del torneo, marcó seis goles más, incluyendo un triplete contra Deportivo Cali, y se convirtió en la máxima goleadora del certamen con un total de siete anotaciones. Esa niña, de solo 14 años, fue figura del equipo que le dio a América su primer título liguero.
Caicedo es la joya de la corona de la nueva generación de futbolistas colombianas. Jugar con la selección de mayores era su sueño y en la Copa América Femenina 2022, que terminó el mes pasado en nuestro país, estalló. ¿Quién diría que aquella precoz goleadora, que en sus inicios solo jugaba con hombres, sería subcampeona de la Copa América y, como si fuera poco, también sería elegida como la mejor jugadora del torneo y como parte del equipo ideal?
Al lado de Caicedo están jugadoras como Natalia Giraldo, Gisela Robledo, Gabriela Rodríguez y Ángela Barón, un nuevo grupo de futbolistas que prometen revolucionar la historia del balompié femenino colombiano. Llegan con más ventaja que sus predecesoras en la selección, que tienen experiencia internacional y que han jugado en el mundo, en ligas como la de España o la de Estados Unidos.
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A diferencia de la primera gran generación de jugadoras colombianas, esta nueva camada tiene un espejo en el que mirarse. Son mujeres que llegaron en medio de una liga femenina ya consolidada, cuando antes solo era un sueño. Caicedo, Giraldo, Robledo, Rodríguez, Barón, y las que vienen, recogen el legado de las luchadoras que ganaron su campeonato a pulso con resultados históricos que las han revelado ante el mundo.
Siguiendo el ejemplo de las mejores
Esa primera gran generación de futbolistas, que se encargó de demostrar que el fútbol no es solo una cosa de hombres, irrumpió en 2010. Natalia Gaitán, Yoreli Rincón, Catalina Usme y Daniela Montoya fueron las referentes de una selección que les dio voz a las mujeres para que fueran escuchadas para generar avances, a pasos agigantados, en el fútbol femenino.
Fue una camada que, aunque sigue vigente, en esos primeros años alcanzó lo inimaginable: dos subcampeonatos de Copa América, la participación en los mundiales femeninos de Alemania 2011 y Canadá 2015, y en los Juegos Olímpicos de 2012 y 2016.
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“Nosotras mostramos que existía el fútbol femenino. Dimos el paso para que la gente nos viera como un deporte y no como un pasatiempo. Fue romper esa barrera. Ir a los mundiales por primera vez, nos llevó a hacer historia”, le dijo Yoreli Rincón a El Espectador. Esa primera selección de Colombia dejó un sello indeleble en esta rama del fútbol y sentó las bases que inspiran hoy en día a la nueva camada.
Lo que viene para la selección femenina
Las nuevas generaciones de jugadoras nacionales apenas empezaron a andar. Vienen con fuerza y tienen un futuro brillante. De su mano se espera que el fútbol femenino siga luchando por el reconocimiento de su dignidad, para que las mujeres crezcan en este deporte, respetando el legado de sus antecesoras y buscando un modelo de juego que las lleve a la grandeza.
Una encuentro con la identidad anhelada, que no depende exclusivamente de las futbolistas, sino también del compromiso de los dirigentes. De ahí la importancia de la consolidación de una liga femenina merecedora de las futbolistas que produce, que permita el crecimiento colectivo y el surgimiento de nuevas estrellas como Linda Caicedo.
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Así lo asegura Natalia Gaitán, la capitana de la selección que le mostró a Colombia que también existía el fútbol femenino. “Se viene una generación muy poderosa. Una generación que afortunadamente tiene unas referentes, tiene un espejo donde mirarse y una liga más o menos que funciona. Espero que puedan seguir con un proceso y que también se les apoye para que sigan creciendo”.
El camino no es corto ni fácil, pero hay esperanza, inspirada en el talento de las nuevas generaciones. Se trata de una batalla que va más allá de ser tratadas con cariño y palabras amables, como si fuesen niñas que practican el fútbol como un simple pasatiempo. Es una lucha de deportistas que buscan que se les vea como mujeres que quieren vivir de su talento con la pelota.
Las generaciones venideras deben mirar atrás para agradecer a las jugadoras que representaron a Colombia en los inicios del fútbol femenino. De la génesis a la irrupción y la consolidación. Decir “gracias” a aquellas futbolistas que llegaron lejos a pesar de la falta de apoyo en tiempos difíciles. Tomando la dirección correcta, esta generación está destinada a brillar y a provocar una revolución que lleve al balompié femenino colombiano a dar el siguiente paso.