Su sexto anillo olímpico
Participó en las justas de Seúl 1988, Barcelona 1992, Atlanta 1996, Sydney 2000 y Atenas 2004. En Beijing será el atleta de más participaciones en una Olimpiada. Llegó a Colombia en 1998 y se enamoró de Nancy Bautista, con quien se casó dos años después.
Luis Guillermo Ordóñez
Cinco anillos entrelazados que representan con diferentes colores a cada uno de los continentes, son el símbolo de los Juegos Olímpicos, el evento deportivo que cada cuatro años reune a los mejores atletas del planeta.
El solo hecho de participar significa ya una victoria para la gran mayoría de los 10 mil deportistas que conforman la élite mundial. Muchos repiten, otros cuántos logran incluso competir en tres o cuatro olimpiadas, pero muy pocos llegan a cinco. Sin embargo, en Colombia vive un atleta que dentro de un mes, en Beijing, estará en sus sextos Juegos y, cual campeón de una liga profesional en Estados Unidos, se pondrá un anillo más, el número seis.
Su nombre es Joao Ntyamba. Nació el 20 de marzo de 1968 en Angola, un país al sur de África, en el que existe un departamento llamado Huila, “que se escribe y se pronuncia como el de acá”, aclara antes de contar que allí habita su tribu, la Ganguela.
“Era un crack”
Joao recuerda que tuvo una infancia feliz, en la que él mismo fabricaba sus juguetes, porque en su casa no había plata para comprarlos. “Viví en el campo y la vida me dio oportunidades que yo me encargué de convertir en realidades”, asegura sin modestia, pues sabe que todo lo que ha logrado en la vida ha sido a punta de trabajo, esfuerzo y mucha dedicación.
Pero su primer amor no fue el atletismo, sino el fútbol. “Era un crack, jugaba como defensa o volante izquierdo”, señala. Pero como en esa época en su tribu no aceptaba a los zurdos, tuvo que desarrollar sus destrezas con las extremidades derechas.
“Una vez me saqué a medio equipo contrario y rematé al arco. Luego regresé corriendo rápidamente para defender y al final del partido un señor me dijo que yo tenía buenas condiciones para el atletismo”, agrega Ntyamba, quien sin embargo no se atrevía a dejar el balón.
De hecho, pasó una prueba en una filial del Benfica de Portugal, pero no fue admitido porque, según los médicos, tenía delicados problemas cardíacos que no le auguraban más de 90 días de vida. Desconsolado por la nefasta noticia, pensó en dejar el deporte. “Pero esos tres meses se convirtieron en tres décadas, por lo menos hasta ahora”, dice entre risas.
Después participó a regañadientes en una competencia local y la ganó. Entonces, un entrenador, Joao Carvalho, le propuso prepararse para competir en la Olimpiada. “¿La qué?”, respondió Ntyamba sorprendido, pues no tenía ni idea de lo que significaba esa palabra. Pero el técnico le explicó con paciencia que era el máximo sueño que podía alcanzar cualquier deportista.
Su primera vez
Entonces comenzó a prepararse en serio y consiguió el cupo para los Juegos de Seúl, en 1988. “Fue increíble, lindo, como cuando tienes la primera novia o haces el primer viaje. Fue un evento impresionante, era como otro mundo para mí. No dormí durante la semana previa a las competencias. Clasifiqué para los 800 metros y un día estaba entrenando y quedé boquiabierto cuando descendió un helicóptero en el que venía Carl Lewis. En mi prueba quedé penúltimo, hice un tremendo esfuerzo para no quedar de colero, pero me fui satisfecho porque competí contra los mejores del mundo en ese momento: el marroquí Said Aouita, el brasileño Joaquim Cruz y el inglés Sebastian Coe. Yo, en realidad, estaba de colado”, admite.
Cuatro años después, cuando ya estaba radicado en Portugal y había mejorado su técnica y su metodología de entrenamiento, Joao llegó hasta la semifinal en la prueba de los 1.500 metros, pero en su memoria las justas de Barcelona quedaron grabadas por otra cosa: “Vi al Dream Team de baloncesto de los Estados Unidos, con Michael Jordan y Magic Johnson. Ellos jugaron contra Angola y en verdad fue algo increíble, cumplí otro sueño de niño”, dice Joao siempre emocionado.
Pero luego vino su peor presentación, la de las justas de Atlanta 1996. Ntyamba señala: “me había ido a vivir a Estados Unidos y sufrí una lesión tres meses antes de los Olímpicos. Se dañó toda la preparación que había hecho, mantenía los pies dentro de un balde con hielo, pues tenía problemas en los tendones. Fue un desastre, entrar al estadio era un martirio. Pero aún así corrí los 1.500 metros”.
Hacia Colombia
Estuvo a punto de dejar el atletismo, pero un amigo le recomendó dedicarse a las pruebas callejeras. Y en la primera que participó, en Los Ángeles, ocupó el tercer lugar. Eso le dio confianza y por eso contactó al empresario colombiano Luis Felipe Posso, quien lo trajo a la carrera Río Cali, pero se sentía como un atleta más, casi como uno de relleno. “Sin embargo, terminé tercero y entendí que eso era lo mío”.
Entonces comenzó a correr en varias pruebas en Suramérica y a entrenar en Bogotá, hasta que en 1998 decidió radicarse acá, pues además se enamoró de una simpática bugueña, con quien se casó dos años después, Nancy Bautista.
Ya convertido en un atleta de fondo, Joao, que se había clasificado para los 10 mil metros, le propuso al Comité Olímpico de Angola que lo inscribiera en la maratón de los Juegos de Sydney. Los dirigentes aceptaron, pero no creyeron que fuera capaz de terminar la prueba de 42 kilómetros. “Incluso habían contratado una ambulancia para que me recogiera por el camino”, bromea Ntyama, quien los sorprendió al llegar en el puesto 19, tras dos horas y 17 minutos de carrera.
Y aunque a Atenas, hace cuatro años, llegó muy ilusionado, una lesión en su rodilla le impidió lograr una mejor figuración. Corrió infiltrado y finalizó en el puesto 32. “Llegué porque terminar era lo único que me importaba. No recuerdo haberme retirado de ninguna carrera en mi vida y no lo iba a hacer en la más importante de todas”, comenta el angoleño, que sólo hasta noviembre pasado, cuando logró la marca mínima en Corea, sintió que tendría una nueva oportunidad olímpica.
“Yo programo todo y ésa es la clave de mi éxito. Hay muchos atletas que son más rápidos, más fuertes y mejores que yo, pero nunca van a la olimpiada porque no saben planificar.
Mi meta ahora es llegar entre los primeros 10 y, si se puede, pelear una medalla. En toda competencia siempre dejo la vida, pero ésta será especial, porque con seguridad será la última en unos Olímpicos”, pronostica Ntyamba, quien no iniciará el proceso rumbo a Londres 2012.
Después de las justas de Beijing el angoleño, que se siente mitad colombiano, quiere dedicarse a entrenar nuevas figuras y transmitir todos sus conocimientos. Tiene propuestas de Venezuela, Corea, Brasil y Panamá, aunque acepta que su prioridad es quedarse en Colombia, en donde tiene una empresa de promoción y representación de eventos, marcas de ropa deportiva y atletas.
Ntyamba, un héroe olímpico que va por su sexto anillo en Beijing, en donde no está obsesionado por ganar, pues considera que la presea dorada se la ganó cuando llegó a Colombia.
En Cifras
1988 fue el año en el que Joao Ntyamba participó por primera vez en unos Juegos Olímpicos, fueron los de Seúl. En Beijing, 20 años después, se despedirá del atletismo.
42 kilómetros de recorrido tiene la maratón olímpica. Ntyamba participó antes en las pruebas de los 800 y los 1.500 metros. En su infancia también jugó al fútbol y hasta pasó una prueba en el Benfica portugués.
Cinco anillos entrelazados que representan con diferentes colores a cada uno de los continentes, son el símbolo de los Juegos Olímpicos, el evento deportivo que cada cuatro años reune a los mejores atletas del planeta.
El solo hecho de participar significa ya una victoria para la gran mayoría de los 10 mil deportistas que conforman la élite mundial. Muchos repiten, otros cuántos logran incluso competir en tres o cuatro olimpiadas, pero muy pocos llegan a cinco. Sin embargo, en Colombia vive un atleta que dentro de un mes, en Beijing, estará en sus sextos Juegos y, cual campeón de una liga profesional en Estados Unidos, se pondrá un anillo más, el número seis.
Su nombre es Joao Ntyamba. Nació el 20 de marzo de 1968 en Angola, un país al sur de África, en el que existe un departamento llamado Huila, “que se escribe y se pronuncia como el de acá”, aclara antes de contar que allí habita su tribu, la Ganguela.
“Era un crack”
Joao recuerda que tuvo una infancia feliz, en la que él mismo fabricaba sus juguetes, porque en su casa no había plata para comprarlos. “Viví en el campo y la vida me dio oportunidades que yo me encargué de convertir en realidades”, asegura sin modestia, pues sabe que todo lo que ha logrado en la vida ha sido a punta de trabajo, esfuerzo y mucha dedicación.
Pero su primer amor no fue el atletismo, sino el fútbol. “Era un crack, jugaba como defensa o volante izquierdo”, señala. Pero como en esa época en su tribu no aceptaba a los zurdos, tuvo que desarrollar sus destrezas con las extremidades derechas.
“Una vez me saqué a medio equipo contrario y rematé al arco. Luego regresé corriendo rápidamente para defender y al final del partido un señor me dijo que yo tenía buenas condiciones para el atletismo”, agrega Ntyamba, quien sin embargo no se atrevía a dejar el balón.
De hecho, pasó una prueba en una filial del Benfica de Portugal, pero no fue admitido porque, según los médicos, tenía delicados problemas cardíacos que no le auguraban más de 90 días de vida. Desconsolado por la nefasta noticia, pensó en dejar el deporte. “Pero esos tres meses se convirtieron en tres décadas, por lo menos hasta ahora”, dice entre risas.
Después participó a regañadientes en una competencia local y la ganó. Entonces, un entrenador, Joao Carvalho, le propuso prepararse para competir en la Olimpiada. “¿La qué?”, respondió Ntyamba sorprendido, pues no tenía ni idea de lo que significaba esa palabra. Pero el técnico le explicó con paciencia que era el máximo sueño que podía alcanzar cualquier deportista.
Su primera vez
Entonces comenzó a prepararse en serio y consiguió el cupo para los Juegos de Seúl, en 1988. “Fue increíble, lindo, como cuando tienes la primera novia o haces el primer viaje. Fue un evento impresionante, era como otro mundo para mí. No dormí durante la semana previa a las competencias. Clasifiqué para los 800 metros y un día estaba entrenando y quedé boquiabierto cuando descendió un helicóptero en el que venía Carl Lewis. En mi prueba quedé penúltimo, hice un tremendo esfuerzo para no quedar de colero, pero me fui satisfecho porque competí contra los mejores del mundo en ese momento: el marroquí Said Aouita, el brasileño Joaquim Cruz y el inglés Sebastian Coe. Yo, en realidad, estaba de colado”, admite.
Cuatro años después, cuando ya estaba radicado en Portugal y había mejorado su técnica y su metodología de entrenamiento, Joao llegó hasta la semifinal en la prueba de los 1.500 metros, pero en su memoria las justas de Barcelona quedaron grabadas por otra cosa: “Vi al Dream Team de baloncesto de los Estados Unidos, con Michael Jordan y Magic Johnson. Ellos jugaron contra Angola y en verdad fue algo increíble, cumplí otro sueño de niño”, dice Joao siempre emocionado.
Pero luego vino su peor presentación, la de las justas de Atlanta 1996. Ntyamba señala: “me había ido a vivir a Estados Unidos y sufrí una lesión tres meses antes de los Olímpicos. Se dañó toda la preparación que había hecho, mantenía los pies dentro de un balde con hielo, pues tenía problemas en los tendones. Fue un desastre, entrar al estadio era un martirio. Pero aún así corrí los 1.500 metros”.
Hacia Colombia
Estuvo a punto de dejar el atletismo, pero un amigo le recomendó dedicarse a las pruebas callejeras. Y en la primera que participó, en Los Ángeles, ocupó el tercer lugar. Eso le dio confianza y por eso contactó al empresario colombiano Luis Felipe Posso, quien lo trajo a la carrera Río Cali, pero se sentía como un atleta más, casi como uno de relleno. “Sin embargo, terminé tercero y entendí que eso era lo mío”.
Entonces comenzó a correr en varias pruebas en Suramérica y a entrenar en Bogotá, hasta que en 1998 decidió radicarse acá, pues además se enamoró de una simpática bugueña, con quien se casó dos años después, Nancy Bautista.
Ya convertido en un atleta de fondo, Joao, que se había clasificado para los 10 mil metros, le propuso al Comité Olímpico de Angola que lo inscribiera en la maratón de los Juegos de Sydney. Los dirigentes aceptaron, pero no creyeron que fuera capaz de terminar la prueba de 42 kilómetros. “Incluso habían contratado una ambulancia para que me recogiera por el camino”, bromea Ntyama, quien los sorprendió al llegar en el puesto 19, tras dos horas y 17 minutos de carrera.
Y aunque a Atenas, hace cuatro años, llegó muy ilusionado, una lesión en su rodilla le impidió lograr una mejor figuración. Corrió infiltrado y finalizó en el puesto 32. “Llegué porque terminar era lo único que me importaba. No recuerdo haberme retirado de ninguna carrera en mi vida y no lo iba a hacer en la más importante de todas”, comenta el angoleño, que sólo hasta noviembre pasado, cuando logró la marca mínima en Corea, sintió que tendría una nueva oportunidad olímpica.
“Yo programo todo y ésa es la clave de mi éxito. Hay muchos atletas que son más rápidos, más fuertes y mejores que yo, pero nunca van a la olimpiada porque no saben planificar.
Mi meta ahora es llegar entre los primeros 10 y, si se puede, pelear una medalla. En toda competencia siempre dejo la vida, pero ésta será especial, porque con seguridad será la última en unos Olímpicos”, pronostica Ntyamba, quien no iniciará el proceso rumbo a Londres 2012.
Después de las justas de Beijing el angoleño, que se siente mitad colombiano, quiere dedicarse a entrenar nuevas figuras y transmitir todos sus conocimientos. Tiene propuestas de Venezuela, Corea, Brasil y Panamá, aunque acepta que su prioridad es quedarse en Colombia, en donde tiene una empresa de promoción y representación de eventos, marcas de ropa deportiva y atletas.
Ntyamba, un héroe olímpico que va por su sexto anillo en Beijing, en donde no está obsesionado por ganar, pues considera que la presea dorada se la ganó cuando llegó a Colombia.
En Cifras
1988 fue el año en el que Joao Ntyamba participó por primera vez en unos Juegos Olímpicos, fueron los de Seúl. En Beijing, 20 años después, se despedirá del atletismo.
42 kilómetros de recorrido tiene la maratón olímpica. Ntyamba participó antes en las pruebas de los 800 y los 1.500 metros. En su infancia también jugó al fútbol y hasta pasó una prueba en el Benfica portugués.