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Lo de Juan Sebastián Cabal y Robert Farah se podría definir como una amistad que terminó en hermandad, en vivir pendientes el uno del otro, en responder incluso lo mismo que el otro. Y para entender la conexión que tienen los mejores doblistas de la historia de nuestro país es necesario ir atrás, a Cali, a las clases con Felipe Berón, al papá de Juan y su afición por el tenis en el Club Tequendama, a empezar a ser una familia de raquetas, tenis blancos y morrales gigantes, y de jugar todos los domingos.
También al padre de Robert y la enseñanza de lo que aprendió en Líbano, país que tuvo que abandonar por la violencia, para que sus hijos no vieran lo que él había visto. Por eso, para comprender al uno hay que hablar con el otro y viceversa. Y eso fue lo que quiso hacer El Espectador: entrevistar por aparte a la segunda mejor pareja del mundo y ver si esa simetría que tienen en la cancha también es evidente con las palabras. Para demostrar que reflexionando con los dos por separado se llega a la misma conclusión: son el complemento perfecto.
¿Cuándo fue la primera vez que tomaron clases de tenis juntos?
Farah: Creo que fue a los 11 años con mi papá, en el equipo Colsánitas. Mi padre era parte del equipo, con Felipe Berón, y nos dictó clase a ambos.
Cabal: Fue en el equipo Colsánitas, en la sede de Cali, cuando teníamos 12 o 13. Antes jugábamos en la Liga del Valle, pero no era nada serio para decir que era entrenamiento.
¿Cómo quedó el primer partido que jugaron el uno contra el otro?
F.: Tendríamos cinco años y, supongo, o me imagino, que él me ganó porque era mayor. Hay una foto de los dos dándonos la mano por encima de la red, que en ese entonces era más alta que nosotros. Es una imagen muy linda que vale la pena ver de vez en cuando.
C.: Seguramente gané yo, porque le llevo 10 meses a Robert. Si no estoy mal, fue en el Club Tequendama. La foto que hay de ese momento es increíble, por lo pequeños que éramos, y la red muy alta.
¿Cómo eran los entrenamientos con Felipe Berón?
F.: Había una competencia fuerte entre nosotros. En todos los ejercicios que nos ponían cada uno quería ganar a toda costa. De niño quieres estar a la cabeza de todo y estoy seguro de que ambos disfrutábamos eso.
C.:Sé que era más rabietas que Robert. Incluso más descontrolado en los entrenos. Fue una época especial, porque uno se divertía mucho y aprendía también.
¿Quién era mejor jugando fútbol? ¿Apostaban?
F.: Al principio los picaos no eran tan buenos, porque no jugaba tan bien. Después fui mejorando y al final me tenía mucha fe. Apostábamos penitencias, si no estoy mal. Eso sí, nos tomábamos muy en serio esos encuentros, eran de vida o muerte.
C.: Robert era paquetón. Tenía que hacer pruebas para poder estar con los demás. Nosotros jugábamos antes de los entrenamientos o cuando nos daban espacio. Era la manera de distraerse. Incluso en los torneos internacionales armábamos equipo con todos los colombianos que viajábamos.
¿A cuál de los dos le iba mejor en el circuito nacional?
F.: Fui número 1 de Colombia en todas las categorías. Me imagino que Sebas también. Eso sí, cuando lo alcanzaba y nos tocaba jugar era a muerte. Le gané muchas veces, algunas me ganó él, pero todos los partidos eran muy reñidos.
C.: Creería que a Robert le fue mejor porque era menor que nosotros. Me ganaba, le ganaba y desde ese momento se le vio la proyección que tenía para este deporte. Siempre él, Santiago (Giraldo) y yo estuvimos en lo más alto.
¿Pelearon mucho de adolescentes?
F.: No tengo una pelea en mente. Siempre hemos sido buenos amigos. Además que tuvimos discusiones como cualquier niño, pero nunca pasaron de ahí.
C.: Que tenga memoria, no. Seguramente hubo alguna, pero éramos pequeños y sería que fue por alguna bobada. Fue tan insignificante que ni me acuerdo.
¿Quién ganó primero un punto ATP?
F.: De nuestra generación fui yo. Tenía 16 años y logré meterme al cuadro principal de un torneo en Bolivia. Creo que después lo ganó Santiago y por último Sebas.
C.:Robert, en Bolivia, si no estoy mal. Ganó buenos partidos y sumó primero que los demás.
Estando en el circuito profesional, ¿dejaron de estar en contacto alguna vez por la diferencia de calendarios?
F.:Sabés que no. Al estar en el equipo de Colsánitas compartíamos mucho. Así no jugáramos los mismos torneos hablábamos por chat en todo momento para saber cómo le iba al otro.
C.: Siempre estuvimos en contacto. Incluso cuando me lesioné y me alejé de las canchas, y cuando él se fue a estudiar a Estados Unidos. Siempre pendiente el uno del otro.
¿Cuándo tomaron la decisión de jugar sólo dobles?
F.: En 2013.
C.: En 2013. Cuando él volvió de la universidad comenzamos a ganar torneos Futures y Challenger y ahí nos dimos cuenta de que era el camino a seguir.
¿Cuál fue la lesión más dura de su carrera?
F.: La de la espalda, el año pasado. Me costó mucho volver, sobre todo porque veníamos de alcanzar semifinales en Roland Garros y de tener una excelente gira en polvo de ladrillo. Fue duro, porque pude regresar sólo hasta Beijing. Por fortuna aprendí mucho y entendí que preparándome mejor podía disminuir el riesgo de este tipo de situaciones.
C.: La de la rodilla, en 2005, en México. De ahí vinieron años con hernias discales, luxaciones de los tobillos, dolores aquí y allá. Pero eso me ayudó a trabajar más en mi cuerpo y a estar mejor físicamente. Ahora no hay dolores de nada.
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¿Cuál es el mejor golpe de su compañero?
F.: Sebastián tiene buena mano, una gran devolución y define muy bien la red. En la volea es increíble. Es muy completo.
C.: Me quedaría con el revés, que para mí uno es de los mejores del circuito. No descarto su saque. Muy potente y cuando está enchufado es casi imposible devolverlo. Intratable.
¿Qué cambió de su compañero de un año para acá sabiendo, ahora, que el cupo en el Torneo de Maestros es una realidad?
F.: Creo que el principal factor fue la continuidad que hemos tenido, el no parar por nada y la ausencia de lesiones. Eso te permite estar concentrado en el juego y no tener que pensar en cosas que te distraen. Estoy seguro de que el año pasado también hubiéramos logrado el tiquete a Londres de no haber sido por mi espalda.
C.: Sabés que no noto un cambio significativo, pues Robert sigue trabajando con la misma integridad, disciplina y entrega. De hecho, las ganas de mejorar han estado ahí todo el tiempo. Las lesiones puede que hayan alterado todo.
¿Hacen cosas juntos fuera de las canchas que no tengan nada que ver con el deporte?
F.: Siempre estamos juntos. Incluso cuando él viaja con la esposa y su hijo, pues nos reunimos con mi novia y salimos todos a cenar, a conocer una ciudad, a cualquier cosa. Somos una familia, y uno en familia hace todo al tiempo.
C.: Este deporte te permite viajar, conocer diferentes ciudades, sus culturas, y eso es algo a lo que le sacamos provecho con Robert. Siempre juntos, a toda hora.
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¿A qué le tiene miedo su compañero?
F.: A las alturas. Si miran mis redes sociales hay un video que lo prueba y se ve muy cagao.
C.: A no poder competir. La ha pasado tan mal con las lesiones, que creería que eso es a lo que más le tiene miedo.