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Desde hace ya casi dos décadas el patinaje tiene acostumbrados a los colombianos a celebrar títulos mundiales y a promocionar en cada evento internacional a nuevas figuras, especialmente en la rama femenina. En 20 años nuestros deportistas han conquistado más de 300 medallas, la mitad de ellas doradas.
Por allá a comienzos de los 90 aparecieron Claudia Ruiz y Luz Mery Tristán, quienes fueron las primeras colombianas que se colgaron una presea dorada en el cuello y les marcaron el camino del triunfo a las nuevas generaciones.
Varios años después, con la vinculación a ese deporte de empresas patrocinadoras y la reestructuración de la Federación Colombiana de Patinaje, volvieron los éxitos con Silvia Natalia Niño, Érika Paola Rueda, Diana Solís, Berenice Moreno, Cecilia Margarita Baena, Kelly Martínez, Brigitte Méndez, Alexandra Vivas y Liana Holguín.
Y ya en los últimos años las revelaciones han sido Jennifer Caicedo, Yerci Puello, Carolina Upegui, Sara Vallejo, Shaneen Lee Howard, Margarita Botero, María Claudia Salazar, Elizabeth Arnedo, entre otras.
Y este año el turno es para la cartagenera Jenny Paola Serrano, quien se dio el gustazo de ganar la prueba con la que se estrenó en el Mundial de Haining, China, que comenzó el jueves y en el que Colombia ya pelea la punta en la tabla de medallería contra Corea.
La bolivarense, quien tiene apenas 16 años y corre por la Liga de Bogotá, que le ha dado las facilidades para que entrene y estudie en la capital de la República, ganó la final de los 15 mil metros eliminación, luego de superar en la propia línea de meta a la coreana Ga Ram Yu y a la china Li Mengzhu.
“Gracias a Dios logré la victoria, me sentí muy fuerte durante las 75 vueltas de la competencia y nunca dudé de que iba a ganar, aunque tenía la presión de seguir con la tradición ganadora de Colombia en los Mundiales”, le dijo Jenny a El Espectador desde la concentración del equipo nacional en Haining, una ciudad de medio millón de habitantes famosa porque allí se ha desarrollado mucho la industria del cuero.
La colombiana, quien estuvo acompañada por su papá, Rubén, explicó que buena parte de la victoria se la debe a su compañera Rommy Muñoz, quien trabajó muy duro para levantarle el embalaje: “El técnico Libardo García nos había dicho que la prueba era para mí, porque estaba rematando muy bien. Rommy me ayudó a seguir la rueda de las asiáticas y me preparó el camino para que yo atacara en los últimos metros. Me llevé la medalla, pero es de las dos”.
Jenny, quien espera ganar un par de títulos más, les dedicó la victoria a su familia, a sus compañeros y a sus profesores del colegio, quienes le dieron permiso para ausentarse de clases y poder ir al Mundial con la única condición de que ganara una medalla. Ella ya lo hizo y ratificó el poderío de las patinadoras criollas.