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                                                                                                                                Vladimir Hernández, un costeño de Arauca

                                                                                                                                El volante, criado futbolísticamente en Barranquilla y ahora jugador de Atlético Nacional, sigue demostrando por qué es uno de los mejores refuerzos de esta temporada en la Liga Águila.

                                                                                                                                Manuel Peluffo Dueñas

                                                                                                                                Hernández es uno de los refuerzos más llamativos del equipo de Jorge Almirón.
                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Días antes, luego de leer un anuncio, el volante se había ido a probar en el cuadro rojiblanco, en la tradicional cancha de La Magdalena. Viendo sus condiciones, Wilfred Cervantes y William Knight le dijeron que se presentara en Bomboná, una de las sedes del equipo.

                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Read more!

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                                                                                                                                Ya bajo las órdenes de Cervantes y Knight, Vladimir haría las categorías menores en el equipo —y los colores— que siempre escuchó en su primera infancia. Y estando allí, entrenando día a día, entendería que jugar fútbol era una opción de vida.

                                                                                                                                “El profesor Cervantes —cuenta— me decía que tuviera humidad, que jugara y que ayudara mucho a mi familia. Él incluso me ofreció irme a su casa, porque nosotros no estábamos tan bien, pero mis papás no quisieron”.

                                                                                                                                En ese proceso, Hernández entendió algo aún más fundamental: no sólo basta con llegar; hay también que mantenerse. Él mismo fue testigo de jugadores que subieron rápido, pero que no lograron consolidarse. Afirmado en esa convicción, completaba las divisiones menores con firmeza y disciplina, pero sin afán.

                                                                                                                                Cuando le empezó a llegar el turno, demostró de lo que estaba hecho. En el Barranquilla FC jugó 25 partidos en 2007, en la primera B, y mantuvo un rendimiento parejo. Teniendo como compañeros a Carlos Bacca, Teófilo Gutiérrez y Luis Carlos Ruiz, entre otros, era un joven enganche al que no le pesaba la camiseta número 10.

                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Read more!

                                                                                                                                Con Diego Umaña las cosas irían aún más allá. En principio, porque jugó una final como titular, enfrentando a la Equidad, en el Apertura del año pasado. Un diálogo con el estratega vallecaucano lo marcaría:

                                                                                                                                —¿Quieres ser titular? —le preguntó el timonel.

                                                                                                                                —Claro, profe, claro que sí —respondió.

                                                                                                                                —¿O está asustao? ¿Está asustao? —replicó Umaña, casi sin escuchar.

                                                                                                                                —No, nada, profe, nada.

                                                                                                                                —Entonces dale, que vas de titular.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                Ganaría su primer título. Y, a partir de eso, empezaría a consolidarse cada vez más en el primer equipo de Júnior, aun cuando no fuera tenido en cuenta por Óscar Quintabani, en el primer semestre del año, y tuviera que esperar la llegada de José Eugenio Hernández, que lo iría conociendo de a poco, para reaparecer.

                                                                                                                                Bajo el mando del estratega bogotano, Hernández aprendió a no desobedecer las órdenes. Recuerda especialmente el partido ante Nacional, en la quinta fecha: él entró a dar pases y no a gambetear, que era lo que el estratega le había pedido desde el vestuario.

                                                                                                                                Los televisores en la Ciudadela se apagaron y él estuvo dos encuentros fuera del equipo. Cuando reapareció, lo hizo con la convicción de que debía arriesgar. Y entonces los televisores, le recordó Cheché, volvieron a prenderse. 

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                En esa medida, frente a Colo Coloy vistiendo ahora la camiseta de Atlético Nacional, él logró que la sintonía siguiera arriba, que la audiencia se levantara, aplaudiera y no cambiara de canal. Que las pantallas nunca vuelvan a estar de negro.

                                                                                                                                Hernández es uno de los refuerzos más llamativos del equipo de Jorge Almirón.
                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Días antes, luego de leer un anuncio, el volante se había ido a probar en el cuadro rojiblanco, en la tradicional cancha de La Magdalena. Viendo sus condiciones, Wilfred Cervantes y William Knight le dijeron que se presentara en Bomboná, una de las sedes del equipo.

                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Read more!

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                                                                                                                                Ya bajo las órdenes de Cervantes y Knight, Vladimir haría las categorías menores en el equipo —y los colores— que siempre escuchó en su primera infancia. Y estando allí, entrenando día a día, entendería que jugar fútbol era una opción de vida.

                                                                                                                                “El profesor Cervantes —cuenta— me decía que tuviera humidad, que jugara y que ayudara mucho a mi familia. Él incluso me ofreció irme a su casa, porque nosotros no estábamos tan bien, pero mis papás no quisieron”.

                                                                                                                                En ese proceso, Hernández entendió algo aún más fundamental: no sólo basta con llegar; hay también que mantenerse. Él mismo fue testigo de jugadores que subieron rápido, pero que no lograron consolidarse. Afirmado en esa convicción, completaba las divisiones menores con firmeza y disciplina, pero sin afán.

                                                                                                                                Cuando le empezó a llegar el turno, demostró de lo que estaba hecho. En el Barranquilla FC jugó 25 partidos en 2007, en la primera B, y mantuvo un rendimiento parejo. Teniendo como compañeros a Carlos Bacca, Teófilo Gutiérrez y Luis Carlos Ruiz, entre otros, era un joven enganche al que no le pesaba la camiseta número 10.

                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Read more!

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                                                                                                                                —¿Quieres ser titular? —le preguntó el timonel.

                                                                                                                                —Claro, profe, claro que sí —respondió.

                                                                                                                                —¿O está asustao? ¿Está asustao? —replicó Umaña, casi sin escuchar.

                                                                                                                                —No, nada, profe, nada.

                                                                                                                                —Entonces dale, que vas de titular.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                Ganaría su primer título. Y, a partir de eso, empezaría a consolidarse cada vez más en el primer equipo de Júnior, aun cuando no fuera tenido en cuenta por Óscar Quintabani, en el primer semestre del año, y tuviera que esperar la llegada de José Eugenio Hernández, que lo iría conociendo de a poco, para reaparecer.

                                                                                                                                Bajo el mando del estratega bogotano, Hernández aprendió a no desobedecer las órdenes. Recuerda especialmente el partido ante Nacional, en la quinta fecha: él entró a dar pases y no a gambetear, que era lo que el estratega le había pedido desde el vestuario.

                                                                                                                                Los televisores en la Ciudadela se apagaron y él estuvo dos encuentros fuera del equipo. Cuando reapareció, lo hizo con la convicción de que debía arriesgar. Y entonces los televisores, le recordó Cheché, volvieron a prenderse. 

                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                Por Manuel Peluffo Dueñas

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