Abecé para entender la economía popular
Este término ha ganado atención en tiempos recientes, a pesar de rondar la teoría económica desde hace décadas. Hoy representa una oportunidad para solucionar problemas estructurales en economías como la colombiana.
Economía popular bien puede ser uno de los términos más usados por estos días en términos de política pública y anuncios de medidas por parte del gobierno del presidente Gustavo Petro.
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Economía popular bien puede ser uno de los términos más usados por estos días en términos de política pública y anuncios de medidas por parte del gobierno del presidente Gustavo Petro.
Hace apenas un par de semanas, por ejemplo, el Gobierno lanzó una amplia estrategia de financiación y servicios financieros enfocada en este renglón de la economía. A los pocos días fue puesto en servicio en Ciudad Bolívar (Bogotá) el primer centro de reindustrialización enfocado en economía popular (se espera que en los próximos cuatro años entren en servicio cuatro más de estas instalaciones).
De acuerdo con el DANE, en Colombia hay 5,3 millones de micronegocios, que típicamente son clasificados como micro y pequeñas empresas. Muchas de estas son unidades económicas de una sola persona.
“Para que nos hagamos una idea, 90 % de las unidades productivas en Colombia facturan menos de $200 millones al año y estas emplean a 80 % de la fuerza laboral en Colombia, tanto formal, como informal”, cuenta Mauricio Sabogal, decano de Administración, Finanzas y Ciencias Económicas en la Universidad EAN.
Estas cifras ayudan a entender la escala y profundidad de la llamada economía popular que, a pesar de ser un término casi que de moda en este momento, no nació con la llegada de Petro a la presidencia.
Sabogal conversó con El Espectador para entender mejor de qué hablamos cuando hablamos de economía popular.
Este es uno de los temas clave en el foro “Economía popular en la era digital”, que realizará la Universidad EAN en asocio con El Espectador este 18 de abril en las instalaciones de la universidad.
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¿Desde cuándo podemos rastrear el término?
Hay unos antecedentes y unos referentes previos. Teóricos rusos hablan un poco de la economía campesina, que no está tan insertada en la capitalista, en donde hay unos modos de arraigo cultural y social. Después podemos ver que la Cepal habla de los sistemas productivos en países en desarrollo y la heterogeneidad que hay en ellos: hay economías que están en los márgenes del sistema, con bajos niveles de productividad, que no logran insertarse en la economía moderna y capitalista. También podemos ver teóricos del socialismo del siglo XXI hablando de la crisis del neoliberalismo y describen cómo ese modelo, está haciendo agua y por eso hay que ver nuevas formas de toma de decisiones en colectivo.
¿Qué es la economía popular, entonces?
Se trata de unidades pequeñas, que se fundamenta en relaciones sociales y no sólo en una explotación de capital. Se basan también en el buen vivir y el bienestar común: hay un vínculo grande con el cooperativismo, con el bienestar colectivo. También hay una relación muy cerca con la sostenibilidad porque hablamos de comercio justo, de bajo impacto, producciones a pequeña escala, responsabilidad social y ambiental, distribución equitativa y solidaria de los excedentes.
¿Por qué se habla tanto sobre este tema actualmente?
Está en varias de las discusiones en Latinoamérica. Hizo parte de la campaña en Argentina, hace parte de lo que se discute en Venezuela. Es posible que haga parte de discusiones en otros lugares del continente. Es la respuesta a un cierto grado de exclusión en el sistema de una gran parte de la población, que está excluida porque, a lo mejor, no es productiva en el sentido clásico y no se puede insertar en los mecanismos tradicionales de generación de empleo. Y entonces lo que hay son sociedades que venían creciendo, pero con niveles de desempleo estructurales que no cedían y tasas de informalidad que no se cerraban al ritmo de crecimiento de la economía. Hay una población que no entra al sistema: al sector financiero, cotizaciones de seguridad social, empleo formal.
La economía y el crecimiento como lo concebimos está en capacidad de crear unos empleos y absorber una masa de personas, pero no toda y así hay gente que se queda en los márgenes. ¿Por qué? Porque hay dinámicas de acceso a mercados, de formación. Pero también ellos mismos han respondido generando unidades productivas con las cuales sobreviven: ventas ambulantes, créditos gota a gota, unidades muy pequeñas de producción de algunas cosas. Surgen mecanismos de asociación, cooperativismo. Y entonces hay demandas sociales en muchos países y es posible que la pandemia acelerara estas discusiones: cómo le respondemos a la gente que está en los márgenes, que no es clase media y no es asalariada.
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¿Puede ser la economía popular una respuesta a problemas estructurales?
Debemos aprovechar esta oportunidad para dar una discusión y entender cómo podemos ayudar a este tejido productivo que funciona de la forma como lo hace hoy en día. En otras políticas de otros gobiernos se hacía hincapié en empresas consolidadas, pero la pregunta era de corte desarrollista: cuál será su aporte al PIB, en términos de ventas y así. A lo mejor hay que estar atentos a unidades que no están formalizadas, y que puede que no lo hagan, pero que tienen cosas muy valiosas detrás: en temas de arraigo cultural, fortalecer saberes, pasar conocimientos, visibilizar comunidades. ¿Cómo los apoyamos? El Estado puede decir, entonces, asóciese, organícese, le puedo dar espacio para que venda productos aquí, participe en eventos.
Desde las universidades también se debe generar esta discusión. Se han hecho análisis del mercado laboral, pero es importante que la universidad se pregunte cómo intervengo en este marco.
Hay que entender que el discurso sobre la productividad y el crecimiento vía empresas que se consolidan crecen y exportan es valioso y no hay que perderlo, de ninguna forma, pero también es importante no perder de vista estas iniciativas, que tienen cosas valiosas desde el empleo y desde la perspectiva social que hay detrás.
¿Qué retos tiene la economía popular, cómo impulsarla?
Hay temas claves: acceso a sector financiero, a capacitación y educación. Pero también hay que implementar acciones desde lo público dirigidas a generar mecanismos de participación, recursos para fortalecer cierto tipo de actividades. También es clave la infraestructura, tanto la física, como la tecnológica: este último es un tema que tenemos pendiente con todas las comunidades.
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También es muy importante entender cómo funcionan desde los territorios porque no todas las unidades de la economía popular funcionan igual, no tienen los mismos objetivos, no se dedican a lo mismo. Hay muchas heterogeneidades ahí. A lo mejor no todas quieren crecer y exportar, pero no quieren ser vulnerables como lo son hoy en día, de pronto quieren consolidar algunas cosas. De pronto el modelo desarrollista no funciona en todos los lugares. Y eso está bien. Y hay otras que sí.
Hay teóricos que cuestionan que el crecimiento es la respuesta a todos los problemas. Uno tiene que ser muy responsable con estas discusiones. El país tiene que seguir creciendo. El país no puede, con tanta pobreza y desigualdad, darse el lujo de no crecer: eso implica que las personas no tienen qué levar a sus hogares, implica que la pobreza se mantenga en los mismos niveles. Debe haber crecimiento. Ahora, debería ser un poco más inteligente, que revise un poco los impactos, no solo ambientales, sino sociales.
Tenemos que pensar cómo ese crecimiento recoge a esas personas, que puede que también sean expulsadas del sistema por la tecnología. ¿Qué hacemos con ellos? La respuesta a la problemática no puede ser no crezcamos. Pero también tenemos que pensar cuáles son los territorios y las estrategias para desarrollar esos territorios.
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