26 de junio de 2015 - 05:58 a. m.
¿Agro sostenible es una paz durable?
La correcta reincorporación de los desplazados, el buen manejo de las ayudas externas, y la necesidad de una Reforma en el campo, serían algunos de los determinantes del éxito del posconflicto.
Camilo Vega Barbosa
Archivo
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A pesar del recrudecimiento de los ataques bilaterales entre las Farc y el ejército, los diálogos en la Habana continúan y por ende también se sigue hablando del periodo de posconflicto colombiano. Y resulta inevitable que este dialogo sea encaminado hacia el futuro del sector agrario pues por un lado fue uno de los catalizadores de la guerra, pero a su vez porque la evidencia histórica de procesos similares en todo el mundo muestra que el bienestar del campo es uno de los determinantes de si la paz es duradera o no.
Precisamente este fue el tema de discusión durante el seminario “El Agro y el Postconflicto: Evidencias Internacionales” organizado por la facultad de economía de la Universidad de los Andes. El evento tuvo la oportunidad de contar con la presencia de expertos como Elisabeth Wood, profesora de la Universidad de Yale; James K. Boyce, profesor de la Universidad de Massachusetts; y el profesor de la Universidad Nacional Francisco Gutiérrez Sanin.
Analizando la experiencia de El Salvador y Guatemala Elisabeth Wood ha concluido que “los procesos sociales en tiempos de guerra ocurren en grados diversos en los diferentes conflictos de las regiones. Con mucha frecuencia, dejan efectos profundos para el posconlficto, sobre todo aquellos episodios de violencia. Además algunos de estos, pero no todos, son muy persistentes una vez finalizado la guerra. Por ejemplo hay evidencia de una transición demográfica del campo hacia las ciudades, y es algo muy notorio en Colombia por el tema de los desplazados”.
En especial la problemática de los desplazados presenta un reto profundo para la agenda pública local según Wood, pues una vez finalizado el conflicto es complicado revertir el proceso de urbanización que ocurrió durante la guerra. Por esto la constante militarización, o protección estatal, de estas zonas pareciera que tuviera que ir acompañada de las políticas agrarias para que de esta manera existan incentivos de volver al agro. Sin embargo esto al mismo tiempo “presenta una oportunidad para la transformación del agro colombiano”, indicó la académica.
El profesor James K. Boyce, argumenta que “un acuerdo de paz no significa una paz durable. Es necesario crear las condiciones para que el periodo de posconflicto que se deben implementar a nivel municipal y también a nivel nacional. Analizando el caso de los desplazados de Bosnia, que tenía territorios con diferentes percepciones frente al recibimiento de estas poblaciones, algunas buenas y otras, quedó demostrado que deben existir ayuda estatal a tanto los ciudadanos como a las autoridades locales para la correcta reincorporación de estas comunidades.
Las ayudas internacionales son positivas porque permite al Gobierno invertir en el posconflicto con mayor facilidad, sin tener que preocuparse por el déficit presupuestario. No obstante “Colombia debe tener cuidado con los recursos que reciba porque la evidencia internacional muestra que este tipo auxilios reduce el incentivo de aumentar recaudo vía impuestos, de manera que disminuye la voluntad para crear ingresos propios. Además los dólares que llegarían al territorio nacional podrían golpear la tasa de cambio, y si no se controla con cuidado podría perjudicar la competitividad agraria colombiana”, afirmó Boyce.
Por su parte, Francisco Gutiérrez indicó que “a pesar de que existan algunos economistas que argumenten que la participación de los productos agrícolas en el PIB colombiano es cada vez menor y que cualquier reforma agraria que se haga tendrá un efecto limitado, este tipo de posturas no son sostenibles del país. Para empezar los cambios que se hagan en el campo también tendrá efectos políticos debido a las oligarquías que hay en estas regiones, pero analizando casos como el de Perú se encuentra que este tipo cambios pueden ser muy efectivas en términos de equidad”.
Además en el caso local “existen complicaciones a la hora de mejorar la participación y representación política de los regiones, pues muchos campesinos viven en la ilegalidad. Por esta razón es tiempo de cumplir con la gran tarea pendiente sobre el campo colombiano, es necesario realizar la tan anhelada reforma agraria. Y se tiene que hacer completa y de la forma más rápida posible”, comentó Gutiérrez.
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A pesar del recrudecimiento de los ataques bilaterales entre las Farc y el ejército, los diálogos en la Habana continúan y por ende también se sigue hablando del periodo de posconflicto colombiano. Y resulta inevitable que este dialogo sea encaminado hacia el futuro del sector agrario pues por un lado fue uno de los catalizadores de la guerra, pero a su vez porque la evidencia histórica de procesos similares en todo el mundo muestra que el bienestar del campo es uno de los determinantes de si la paz es duradera o no.
Precisamente este fue el tema de discusión durante el seminario “El Agro y el Postconflicto: Evidencias Internacionales” organizado por la facultad de economía de la Universidad de los Andes. El evento tuvo la oportunidad de contar con la presencia de expertos como Elisabeth Wood, profesora de la Universidad de Yale; James K. Boyce, profesor de la Universidad de Massachusetts; y el profesor de la Universidad Nacional Francisco Gutiérrez Sanin.
Analizando la experiencia de El Salvador y Guatemala Elisabeth Wood ha concluido que “los procesos sociales en tiempos de guerra ocurren en grados diversos en los diferentes conflictos de las regiones. Con mucha frecuencia, dejan efectos profundos para el posconlficto, sobre todo aquellos episodios de violencia. Además algunos de estos, pero no todos, son muy persistentes una vez finalizado la guerra. Por ejemplo hay evidencia de una transición demográfica del campo hacia las ciudades, y es algo muy notorio en Colombia por el tema de los desplazados”.
En especial la problemática de los desplazados presenta un reto profundo para la agenda pública local según Wood, pues una vez finalizado el conflicto es complicado revertir el proceso de urbanización que ocurrió durante la guerra. Por esto la constante militarización, o protección estatal, de estas zonas pareciera que tuviera que ir acompañada de las políticas agrarias para que de esta manera existan incentivos de volver al agro. Sin embargo esto al mismo tiempo “presenta una oportunidad para la transformación del agro colombiano”, indicó la académica.
El profesor James K. Boyce, argumenta que “un acuerdo de paz no significa una paz durable. Es necesario crear las condiciones para que el periodo de posconflicto que se deben implementar a nivel municipal y también a nivel nacional. Analizando el caso de los desplazados de Bosnia, que tenía territorios con diferentes percepciones frente al recibimiento de estas poblaciones, algunas buenas y otras, quedó demostrado que deben existir ayuda estatal a tanto los ciudadanos como a las autoridades locales para la correcta reincorporación de estas comunidades.
Las ayudas internacionales son positivas porque permite al Gobierno invertir en el posconflicto con mayor facilidad, sin tener que preocuparse por el déficit presupuestario. No obstante “Colombia debe tener cuidado con los recursos que reciba porque la evidencia internacional muestra que este tipo auxilios reduce el incentivo de aumentar recaudo vía impuestos, de manera que disminuye la voluntad para crear ingresos propios. Además los dólares que llegarían al territorio nacional podrían golpear la tasa de cambio, y si no se controla con cuidado podría perjudicar la competitividad agraria colombiana”, afirmó Boyce.
Por su parte, Francisco Gutiérrez indicó que “a pesar de que existan algunos economistas que argumenten que la participación de los productos agrícolas en el PIB colombiano es cada vez menor y que cualquier reforma agraria que se haga tendrá un efecto limitado, este tipo de posturas no son sostenibles del país. Para empezar los cambios que se hagan en el campo también tendrá efectos políticos debido a las oligarquías que hay en estas regiones, pero analizando casos como el de Perú se encuentra que este tipo cambios pueden ser muy efectivas en términos de equidad”.
Además en el caso local “existen complicaciones a la hora de mejorar la participación y representación política de los regiones, pues muchos campesinos viven en la ilegalidad. Por esta razón es tiempo de cumplir con la gran tarea pendiente sobre el campo colombiano, es necesario realizar la tan anhelada reforma agraria. Y se tiene que hacer completa y de la forma más rápida posible”, comentó Gutiérrez.
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Por Camilo Vega Barbosa
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