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Más incertidumbre parece tenderse sobre el comercio global a raíz de las medidas arancelarias tomadas por Estados Unidos contra productos europeos. El jueves, por su parte, la Unión Europea anunció que respondería de la misma manera.
El gobierno de Donald Trump gravará aviones, con un arancel suplementario de 10 %, y productos como queso, vino, whisky, entre otros, con un 25 %. Todo luego de que la Organización Mundial del Comercio (OMC) avalara la imposición sobre US$7.500 millones en productos durante un año.
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Las medidas entrarían a regir el 18 de octubre y son producto de un conflicto que enfrentan Estados Unidos y Europa desde hace 15 años por la protección de los países europeos al fabricante de aviones Airbus, en detrimento del competidor estadounidense Boeing.
La Unión Europea, asimismo, ha hecho un reclamo por US$12.000 millones, a causa de subvenciones a Boeing que considera indebidas, el cual se resolverá el próximo año. Los anuncios de aranceles a productos europeos sin duda dificultan encontrar una solución de forma negociada.
Estas nuevas barreras llegan días después de que la OMC recortara de 2,6 a 1,2 % su previsión de crecimiento del comercio mundial para este año, en gran parte por la guerra comercial entre China y Estados Unidos.
Según Giovanni Reyes, profesor de administración de empresas de la Universidad del Rosario, obstaculizar el comercio internacional implica también afectar el crecimiento económico, en medio de temores por una recesión mundial.
De hecho, este jueves, Vicenzo Boccia, presidente de la patronal de Italia, uno de los países afectados directamente, expresó que “Italia y la UE están en peligro de entrar en recesión si los mercados globales se desaceleran aún más”.
Si bien se podría hablar de algún beneficio para países que están fuera de la disputa, como Colombia u otros de América Latina, al tener la oportunidad de suplir productos que ahora estarán gravados —como las frutas—, lo cierto es que es más probable que al final del día todos salgan perdiendo, cree Jaime Tenjo, director del Departamento de Economía de la Universidad Jorge Tadeo Lozano.
La razón es que, por un lado, un menor crecimiento va de la mano con una menor demanda. Por tanto, se podría ver la caída en precios de productos de los que países como Colombia son altamente dependientes, como el petróleo, que este jueves cerró en US$57,74 por barril de Brent, aún por debajo de los US$60 por barril con los que el Gobierno colombiano ha hecho sus cuentas.
Además, como se ha visto a raíz de la guerra comercial entre China y Estados Unidos, la incertidumbre afecta la inversión y hace que esta se dirija a activos más seguros, como el dólar. La permanencia de una tasa de cambio volátil es otro de los efectos que se pueden esperar.
Según Tenjo, más incertidumbre, volatilidad del dólar, una caída o estancamiento de los precios del petróleo y no mucho beneficio para las exportaciones colombianas (que, de hecho, cayeron 11,6 % en agosto) son, en resumen, algunas de las consecuencias que se pueden prever.