Aromas del campo que cautivan en el exterior
En Antioquia, un grupo de mujeres se destaca con el cultivo de hierbas aromáticas y sus productos derivados. Conozca sus historias y por qué estas plantas tienen un futuro brillante en mercados internacionales.
En Marinilla, Antioquia, el cultivo de la Asociación de Mujeres Campesinas Buscando Futuro llena el aire con mezclas de aroma a cidrón, hierbabuena, manzanilla, mejorana y romero.
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En Marinilla, Antioquia, el cultivo de la Asociación de Mujeres Campesinas Buscando Futuro llena el aire con mezclas de aroma a cidrón, hierbabuena, manzanilla, mejorana y romero.
La Asociación lleva trabajando desde 2007 y en este tiempo han aprendido a fabricar varios productos, en alianza con familias, víctimas del conflicto y personas con discapacidad de la región. Aunque su especialidad son las hierbas aromáticas.
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Cada una de las 36 integrantes cultiva en un área de 100 a 300 metros cuadrados y entre todas sacan cerca de 200 kilos mensuales. Su meta es llegar a la tonelada. Estas emprendedoras no solo cultivan, sino que también le han impregnado una visión social y ambiental a su producción.
Las plantas “no necesita fumigación ni químicos, porque son naturales. Simplemente, se le aplican abonos orgánicos que se hacen dentro de la misma organización y no tienen impacto en el medio ambiente”, expresa Marta Cadena, integrante de AMCABF.
De acuerdo con el Ministerio de Agricultura, el año pasado se sembraron 3.573 hectáreas de hierbas aromáticas, con una cosecha de casi 3.300, lo que llevó la producción nacional hasta las 14.439 toneladas.
Estas hierbas son muy apetecidas en el exterior, pero, al pensar en el comercio internacional, tienen la dificultad de ser un producto “altamente perecedero, la cadena de frío es muy sensible. Además, las exportaciones son por vía aérea, lo que complica la logística”, cuenta Javier Díaz, presidente de la Asociación Nacional de Comercio Exterior (Analdex).
Sin embargo, estas mujeres no tienen esa dificultad porque transforman el producto in situ. Cuando están listas las hierbas, las recolectan y deshidratan bien las hojas en las fincas. Luego las llevan a la sede de la Asociación para ponerlas a secar en una especie de invernadero, la estructura recoge el calor del sol y despierta los aromas de las plantas, hasta el punto de parecer una especie de gran sauna. De ahí pasan a ser trilladas y empacadas en sobres para bebidas aromáticas.
En Colombia se cultivan más de 200 especies de estas plantas, pero ellas se concentran en nueve para sus bebidas aromáticas: cidrón, limoncillo, mejorana, pronto alivio, hierbabuena, manzanilla, apio, toronjil y mezcla de sidra limoncillo.
Y no es lo único en lo que trabajan, pues también extraen aceites esenciales y con el residuo de este hacen champús. Además, tienen cultivos de frijoles que transforman en harina de proteína vegetal. Los cuatro productos los hacen con la ayuda de seis máquinas, por último, los empacan y venden bajo la marca Somos Campo.
Para Rosa Angélica Duque, representante legal y productora de la Asociación, el producto más exitoso que tienen son las aromáticas, principalmente de manzanilla y unas combinaciones, la mejorana y pronto alivio.
Aunque lo que deja mayor ganancia es el aceite esencial, pues se necesitan grandes cantidades de plantas para hacerlos. Por ejemplo, “necesitamos 70 kilos de romero para sacar 150 mililitros. De 15 kilos de eucalipto pueden salir 100 o 150 ml, mientras que para el tomillo se necesitan 400 kilos para sacar 20 o 30 mililitros y por eso es muy costoso en el mercado”, explica Marta Cadena.
Estas campesinas han sabido hacer alianzas, participar en convocatorias y ejecutar proyectos productivos con varias instituciones, lo que les ha permitido potenciar sus capacidades. Algunas de estas iniciativas las han desarrollado con la Alcaldía de Marinilla, Vamos Mujer, Banco Agrario y Ministerio de Trabajo, entre otros.
Los retos de esta producción, en principio, iban más allá de problemas agrarios, climáticos o logísticos. “De los mayores obstáculos fue el machismo y lo invisibilizado que estaba el trabajo de la mujer campesina. Al principio hubo problemas casi de divorcio, separación y maltrato. Fuimos mostrando resultados, robándonos el ratico para las capacitaciones, mientras ellos iban para sus empresas o trabajos. Demostramos que no salíamos solo a chismosear, sino que nos involucramos en proyectos productivos”, cuenta Duque
Para ella eso fue lo más difícil, al principio. Pero entre todas fueron haciendo alianzas con instituciones y organizaciones, fueron ganando terreno. “Salimos de la casa a la plaza, pero volvemos a la casa también. Hacemos todos esos roles porque a nosotras, mujeres, no nos queda grande nada. Ha sido duro, pero bien planeado es posible”, añade.
Involucraron a sus hijos en sus proyectos productivos, los volvieron “cómplices” y se las ingeniaron para comunicarse en lugares en los que ningún teléfono tiene señal: “Nos inventábamos mandar razones con las chivas (transporte veredal), usábamos cualquier medio y así hemos ido superando todas esas barreras”, relata la cultivadora.
Aunque sortearon esas dificultades, Duque considera que falta “que el campo se convierte en empresa, que generemos ese arraigo a los hijos para que no se vayan a las ciudades. Hay que generar amor por el campo y mejores tecnologías para trabajarlo mejor”.
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Rumbo al exterior
Ahora la Asociación está trabajando en expandir sus horizontes para exportar, ya que es un producto muy importante por ser de los no tradicionales (café, flores y banano) que más se vende internacionalmente en el renglón agropecuario.
Entre 2019 y 2022, las exportaciones de hierbas aromáticas registraron un valor acumulado de US$279,7 millones, con un crecimiento promedio anual de 5,29 % frente a los tres años previos. En 2022 el sector tuvo cifras históricas, con US$49,5 millones, según Analdex.
“La gran mayoría se exporta a Estados Unidos, que tuvo una participación del 86,3 % el año pasado, otra parte va a Canadá y unas ventas menores a la Unión Europea. El volumen de las exportaciones se mantiene en un crecimiento del 10,6 %”, especificó Díaz.
En medio de este panorama favorable, la Asociación tiene ventajas importantes. La primera son sus productos transformados, certificados y con valor agregado, lo que “garantiza la durabilidad, calidad, inocuidad y garantiza mayores mercados. Es bueno porque le da mayor competitividad”, afirma el Ministerio de Agricultura.
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Y de otro lado, su carácter social es un plus. “Una cadena de valor en la que la mayor parte de la mano de obra son mujeres, muchas de ellas cabeza de hogar, genera un gran impulso en el empleo en regiones donde se cultivan estos productos. Estas historias detrás de los productos les pueden dar mayor visibilidad en el exterior”, puntualiza el presidente de Analdex.
Para aprovechar todo esto, “la Agencia de Desarrollo Rural (ADR) me dio la oportunidad de ir a Macfrut 2023 en Italia y definitivamente tenemos que seguir con las aromáticas en tisana y con el producto vegetal deshidratado porque estamos consiguiendo más clientes”, detalla Duque. De esta feria hortofrutícola salió una alianza comercial que está empezando y “nos conocieron mucho, eso nos da alas”.
Expandirse y crecer es el reto, no solo para la Asociación, sino también para el agro colombiano en general. Se debe estimular la siembra y producción de las plantas aromáticas, medicinales, condimentarias y afines. Para ello, el Ministerio de Agricultura, el ICA, gobiernos regionales y Analdex trabajan en conjunto en las buenas prácticas agrícolas y capacitaciones con los gremios para que adquieran esa cultura exportadora y cumplan los requisitos de los países importadores.
Sembrar y cosechar más aromas, colores y sabores es la meta. Así las mujeres campesinas tendrán mayor volumen de productos para la venta y Colombia podrá aprovechar su potencial agrícola abriendo más puertas y mercados internacionales, al tiempo que lleva bienestar, desarrollo y autosuficiencia para el campo.
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