Arranca la puja del salario mínimo: las variables que estarán en la balanza
Empresarios, Gobierno y centrales obreras se reunirán para concertar el incremento del salario mínimo. Ya hay propuestas sobre cuánto debería subir. Acá le contamos.
Diego Ojeda
En Colombia, según cifras del DANE, más de 3,5 millones de personas devengan un salario mínimo, lo que se traduce en el 15,7 % de la población ocupada. El grueso, es decir, el 43,1 % recibe ingresos por debajo de esta barrera. La discusión de cuánto es lo que, por lo menos, debería recibir un trabajador en Colombia arranca, y este año el debate no será sencillo.
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En Colombia, según cifras del DANE, más de 3,5 millones de personas devengan un salario mínimo, lo que se traduce en el 15,7 % de la población ocupada. El grueso, es decir, el 43,1 % recibe ingresos por debajo de esta barrera. La discusión de cuánto es lo que, por lo menos, debería recibir un trabajador en Colombia arranca, y este año el debate no será sencillo.
Históricamente, lo que se ha buscado en estas concertaciones (en las que participan los empresarios, el Gobierno como mediador y las centrales obreras) es devolverles a los trabajadores el poder adquisitivo que perdieron por cuenta de factores como la inflación.
Es decir, si se cumple la proyección que arrojan las principales encuestas de analistas, la base con la que se comenzaría a discutir el incremento salarial estaría muy cercana al 10 %.
Ahora, si a ese trabajador además se le da un incremento para que pueda sobrellevar el desgaste que causará la inflación en su salario durante el año siguiente, se tendría lo que los expertos llaman un “incremento real”, que es lo que se ha buscado en los últimos años, pues las alzas salariales siempre han estado por encima del dato de la inflación.
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Sin embargo, este cálculo no es como soplar y hacer botellas, pues lo que se busca es un equilibrio que beneficie a todos los actores: en el discurso básico si hay un incremento muy alto se afectan las finanzas de las empresas para poder hacer inversiones y generar nuevas plazas de trabajo; mientras que si sube poco se golpea la capacidad de gasto de los hogares y de ahí en adelante el dinamismo de la economía colombiana. Ni tanto que queme al santo ni tan poco que no lo alumbre, reza el refrán popular.
Esto tiene su ciencia, pues para definir el alza necesaria hay que tener en cuenta una serie de variables. Hablamos con parte de quienes tendrán asiento en esa mesa de concertación para conocer cuáles serán las que tendrán un mayor peso en el mínimo.
Inflación, PIB y productividad
Esta suele ser la tríada básica de la concertación. La inflación, porque, como ya se dijo, es el punto de partida para calcular cuánto poder adquisitivo se les debe devolver a los trabajadores; el PIB, para tener en cuenta la fotografía del estado de la macroeconomía nacional, y la productividad, que es el incremento que generaron los trabajadores en los procesos productivos de las empresas y, por ende, su aporte a la economía.
El problema es que este año el estado de dichos ingredientes no son los más deseados, pues la inflación sigue alta, registrando en octubre una variación anual del 10,48 %; la productividad (que se calcula cada año) dio en su última medición un 0,8 %; mientras que el PIB volvió a registrar un comportamiento que no se veía desde lo más crudo de la pandemia, al cerrar el tercer trimestre del año en números rojos (cayó al -0,3 %); se estima que cierre 2023 cerca del 1,2 %.
Parte de lo que explican los expertos es que la economía colombiana creció a un ritmo insostenible tras el proceso de reactivación (que se dio como reacción a los confinamientos), con tasas de interés en mínimos históricos. Esto incentivó un gasto desmesurado y, a su vez, llevó a la inflación a techos históricos. Fue tal el dinamismo que en 2022 el PIB colombiano estuvo por encima del 7 %.
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El panorama actual es todo lo contrario, con una inflación disparada y unas tasas de interés altas que buscan aplacarla, lo que a su vez induce una desaceleración en el gasto y, en general, en la economía.
Es por esto que para Fabio Arias, presidente de la CUT, este año se debe apostar por un incremento significativo del salario mínimo, “pues eso haría que tengamos más recursos en los bolsillos para demandar más productos y servicios, y así poder consumir más. Este aumento en la demanda presionará a las empresas para que produzcan más, por lo que terminarán vendiendo más y contratando a más personas. Un círculo virtuoso”.
Sin embargo, ese exceso en la demanda es precisamente lo que está combatiendo el Banco de la República. Además, históricamente el empresariado colombiano le ha contestado a las centrales obreras que aumentos disparados en el salario mínimo pueden generar más desempleo.
Sin embargo, no deja de ser cierto que el gasto en los hogares se ha visto fuertemente castigado. La firma Raddar reportó que, en octubre, este rubro ajustó 12 meses consecutivos de caída, con una disminución promedio por persona del 4,4 %, una situación que no se vio ni siquiera en 2008 ni 2020, que han sido los años más complejos de la historia reciente de la economía colombiana.
“Cabe aclarar que, pese a esto, el gasto amplio de los hogares es superior que 2021 y 2019, lo cual muestra que la anticipación de gasto en 2021-2022 pasó su cuenta de cobro en 2023”, detalla el informe de la consultora en gasto.
Tasas de interés
Esto, evidentemente, también tiene su coletazo en el empresariado colombiano, ya que muchos han registrado constantes caídas en sus ventas. Fenalco, por ejemplo, reporta que los comercios en el país llevan 10 meses sin consolidar repuntes, algo que vinculan a las tasas de interés del Banco de la República.
“El comercio tuvo en el tercer trimestre un peor desempeño que la economía en su conjunto. Llevamos 10 meses consecutivos de caída libre en las ventas con el agravante de que ese deterioro se ha acentuado en los últimos meses”, asegura Jaime Alberto Cabal, presidente de Fenalco.
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Sin embargo, la propuesta de algunos dirigentes gremiales no apunta a elevar sustancialmente el salario mínimo como respuesta a este problema, sino solicitar a la junta directiva del Banco de la República que comience a descolgar las tasas de interés, para que así los hogares tengan más capacidad de gasto.
Según lo explicado por Rosmery Quintero, presidenta de Acopi, aunque la inflación ha venido cediendo en los últimos meses, lo mismo no ha pasado con las tasas de interés, pues la junta directiva del banco ha votado por mantenerlas. “Eso encarece el crédito y se postergan las posibles inversiones que tienen contempladas los empresarios, y eso de una u otra manera reduce las posibilidades de empleo y de nuevos ingresos”, detalla.
Sobre esto, las centrales obreras también coinciden en que la economía nacional necesita que las tasas comiencen a bajar, pues esto serviría de estímulo para reactivar el crecimiento.
Las otras variables que pesarán en la discusión
Para Percy Oyola, presidente de la Confederación General del Trabajo (CGT), son diversas las variables que se suman a este listado de retos macroeconómicos que se deben mitigar si lo que se busca es preservar el ingreso de los trabajadores en 2024.
Están, por ejemplo, las tarifas de energía, que en la más reciente medición del DANE han registrado un incremento anual de 7,97 %. En la reunión de la comisión de concertación del salario mínimo del año pasado se acordó la propuesta para que estas bajaran en 2023, asunto que no se logró. Este año el tema seguirá latente, y más ahora que la Comisión de Regulación de Energía y Gas (CREG) logró, al menos, quórum decisorio para votar, entre otras cosas, la propuesta del gobierno Petro de revisar la fórmula de las tarifas.
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El dirigente gremial también anticipa que el tema de los combustibles se pondrá en la mesa, pues se espera que en 2024 arranque el incremento en el diésel, que es el que emplean los transportadores de los principales productos de la canasta básica familiar, como los alimentos. Sumado al alza de la gasolina, se prevé una presión inflacionaria en el rubro de transporte, por lo que este tema servirá de insumo para pensar cuánto debería subir el salario mínimo y permitir a los trabajadores absorber, sin mayores traumatismos, estos aumentos.
También se prevé que, así como en discusiones anteriores, se lleve a la mesa la solicitud de que los pensionados en Colombia puedan registrar un incremento en sus mesadas por encima del IPC, ya que estos, a diferencia de los trabajadores, no reciben el incremento real del que se habló al principio.
En suma, es amplia la lista de deseos de Año Nuevo que tendrá la mesa que concertará el salario mínimo para 2024. El reto de mantener el poder adquisitivo de los trabajadores sigue latente, y más cuando el grueso de los ocupados en Colombia devenga menos de un salario mínimo al mes, mientras que los que ganan más de uno también han experimentado el desgaste de la inflación. ¿Qué hacer? Esa es la pregunta.
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