Así ha cambiado la pobreza monetaria en Colombia durante la última década
Esta semana se actualizaron los datos de pobreza monetaria, pobreza monetaria extrema y el coeficiente de Gini entre 2012 y 2020, lo que ofrece una mirada más precisa del camino recorrido en la reducción de la desigualdad. Al mismo tiempo, este ejercicio dejó en evidencia las limitaciones y la desactualización de los censos poblacionales. ¿Qué motivó al DANE a mirar al pasado y rehacer los cálculos?
Daniel Felipe Rodríguez Rincón
De cierta forma, las estadísticas no son solo números; son relatos que reflejan realidades y las condiciones que rodean la vida de las personas. Hay datos, por ejemplo, que dejan ver las dificultades que tienen las familias colombianas para satisfacer sus necesidades esenciales (como vivienda, vestido o alimentación), y otros que revelan un panorama aún más crítico: el de millones de hogares que enfrentan a diario el desafío de garantizar a sus miembros una dieta mínima de 2.100 calorías.
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De cierta forma, las estadísticas no son solo números; son relatos que reflejan realidades y las condiciones que rodean la vida de las personas. Hay datos, por ejemplo, que dejan ver las dificultades que tienen las familias colombianas para satisfacer sus necesidades esenciales (como vivienda, vestido o alimentación), y otros que revelan un panorama aún más crítico: el de millones de hogares que enfrentan a diario el desafío de garantizar a sus miembros una dieta mínima de 2.100 calorías.
Cada una de estas historias encuentra su voz en los informes de pobreza monetaria que elabora el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE), los cuales permiten -de manera periódica- conocer la profundidad de las brechas socioeconómicas que persisten en el país. Dicho sea de paso, dentro de todas las estadísticas que emite el DANE, las de pobreza son quizá las que más invitan a la reflexión sobre el rumbo y las prioridades del país.
Las series históricas de la pobreza monetaria en Colombia son una forma de mirar hacia atrás y ver el camino recorrido en la lucha contra la desigualdad. Este jueves, 19 de diciembre, el país conoció datos más precisos sobre la desigualdad en la última década, como resultado de un proceso de empalme que inició el DANE hace más de un año y que contó con el acompañamiento de organismos internacionales como la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) y el visto bueno del Comité de Expertos del DANE, integrado por académicos universitarios y demógrafos de entidades multilaterales como el Banco Mundial.
Básicamente, la entidad estadística volvió a hacer los cálculos de la pobreza monetaria entre 2012 y 2020, tomando un marco más actualizado sobre la población colombiana y una nueva metodología alineada con estándares internacionales.
Así está la pobreza monetaria
Un primer vistazo a los datos empalmados por el DANE no revela sorpresas: la pobreza monetaria en Colombia viene a la baja desde 2012, salvo por interrupciones puntuales como las de 2019 y 2020, cuando la pandemia golpeó con fuerza los ingresos de muchos hogares, afectando especialmente a los sectores más vulnerables. Pese a ello, en 2021 el país retomó la senda y en 2023 se alcanzó la cifra más baja de pobreza monetaria en la última década.
En 2012, el 40,8 % de la población colombiana estaba en situación de pobreza monetaria y para 2023 esa cifra se redujo al 33 %. No está de más aclarar que, ante una problemática de origen multidimensional y con tantas implicaciones en lo social, los descensos en la pobreza (sin importar el dígito) deben ser aplaudidos.
Según el DANE, un hogar se considera en condición de pobreza monetaria cuando sus ingresos mensuales no alcanzan para cubrir los gastos esenciales, como vivienda, transporte, vestimenta y alimentación. El informe más reciente de la entidad señala que 16,7 millones de personas en Colombia se encontraban en esta situación en 2023.
Sin embargo, lo llamativo del asunto está en que las series empalmadas muestran ligeros incrementos (que no superan un punto porcentual) en cada uno de los años revisados frente a las series originales.
Algo que se acentúa en las cifras de pobreza monetaria extrema, donde la brecha entre los dos conjuntos de datos alcanza los dos puntos porcentuales en años específicos
Es preciso recordar que la pobreza monetaria extrema se presenta cuando los ingresos del hogar no son suficientes ni siquiera para garantizar una alimentación adecuada (2.100 calorías diarias por persona). En 2023, cerca de 5,7 millones de colombianos vivían en estas condiciones.
El empalme, como se explicó anteriormente, integró ajustes metodológicos en el análisis y utilizó datos actualizados sobre la población colombiana, lo que generó diferencias significativas en la base utilizada respecto a las series originales. Por esta razón, el informe publicado este jueves por el DANE no es directamente comparable con las cifras anteriores. Lo cierto es que representa un punto de partida clave para evaluar con mayor precisión la evolución de la pobreza y la desigualdad en el país.
Para ejemplificar lo anterior, vale la pena tomar como referencia el 2020, cuando la pobreza alcanzó un pico histórico durante la emergencia sanitaria.
En ese momento, la pobreza monetaria alcanzó una cifra de 43,1 % en las cifras empalmadas y de 42,5 % en la serie sin empalmar. Para la directora del DANE, ese contraste “no se puede hacer, porque de entrada estamos variando una población de base en la que hubo una diferenciación de casi 2 millones de personas, y esos denominadores son muy distintos en las series por eso esas comparaciones no van a ser posibles técnicamente”.
¿De dónde provienen los nuevos datos? Estos son los parámetros que utilizó el DANE para empalmar las cifras de pobreza monetaria entre 2012 y 2020.
Un nuevo lente para ver el pasado
“Como todas las ciencias, la estadística es una en la que se permite tener actualizaciones, técnicas y metodológicas. Los métodos se van actualizando y esto es una ciencia que va muy dinámica y está cambiando rápidamente”. Así presentó Piedad Urdinola, directora del DANE, los ajustes realizados en las series históricas de pobreza y desigualdad.
Y es que la entidad estadística se propuso corregir la discontinuidad entre dos conjuntos de datos: los construidos antes de 2021 y los generados a partir de ese año. Cabe resaltar que, en 2021, el DANE introdujo cambios metodológicos en la Gran Encuesta Integrada de Hogares (GEIH), la herramienta que suministra los datos para calcular los indicadores de pobreza.
Uno de esos ajustes fue tomar las proyecciones de crecimiento de la población colombiana aportadas tras el censo nacional de 2018, pues antes de 2021 las estadísticas se construían a partir en las estimaciones que surgieron después del censo nacional de 2005.
Urdinola explicó que, al comparar las proyecciones de población aportadas por los dos últimos censos nacionales, se evidenció que en Colombia hay menos personas de las que se había estimado inicialmente. Mientras que las proyecciones del 2007 señalaban que el país tenía unos 50 millones de habitantes, en 2020 este dato se ajustó a cerca de 48 millones.
El desfase en dos millones de personas (cifra que puede equipararse a la población de las localidades más grandes de Bogotá o a la de ciudades como Cali) evidencia un cambio significativo en ese universo de personas que son consultadas en la GEIH del DANE.
“¿Por qué se hacen estos empalmes? Cuando se tiene el nuevo censo (2018), se actualiza toda la información demográfica del país desde 2005. Sumamos un menor volumen de población y por eso se hacen este tipo de empalmes, para poder tener una comparación entre las series de tiempo”, indicó Urdinola.
La población en edad de trabajar
Otra de las razones detrás de este empalme radica en el cambio de criterio sobre la población en edad de trabajar, definida como aquellas personas con posibilidad de generar ingresos (un aspecto fundamental para medir la pobreza). Según los lineamientos de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), este grupo comienza a los 15 años de edad y este, precisamente, fue el parámetro que tomó la GEIH del DANE desde el 2021 y que necesitaba ser empalmado en las estadísticas de años anteriores.
Antes de dicho año, las cifras de pobreza en Colombia se calculaban considerando una población en edad de trabajar que iniciaba a los 10 años en las zonas rurales y a los 12 años en las zonas urbanas, lo que no se alineaba con estándares internacionales. "
Lo anterior es otro de los factores que contribuyeron a que el marco muestral (el universo de encuestados) se redujera. La pobreza se mide como una proporción, es decir, un porcentaje sobre un total y, como tal, al disminuir el denominador (la población colombiana y, al interior de esta, la población en edad de trabajar), el impacto sobre el numerador (las personas en condición de pobreza) se hace más evidente.
Las cifras de hoy no son las de mañana
El empalme, que culminó esta semana tras más de un año de cálculos y revisiones, evidenció un problema de fondo: el rezago en la realización de censos poblacionales en Colombia, lo que dificulta la precisión de las proyecciones demográficas y, en consecuencia, de los indicadores socioeconómicos como la pobreza monetaria.
A partir de ahí, los impactos crecen como una bola de nieve: mecanismos para combatir la pobreza, investigaciones académicas, el diseño de políticas públicas y hasta las decisiones de privados también terminan rezagadas frente a la realidad que buscan atender.
La vía para enmendar lo anterior, según la directora del DANE, está en mirar hacia afuera y poner al país a tono con los lineamientos internacionales en estas cuestiones. Precisamente, las normas internacionales establecen que los censos deben realizarse cada 10 años, preferiblemente en años terminados en cero, algo que en Colombia no se ha cumplido. De hecho, el próximo censo está programado en 2030.
En palabras de Urdinola, un país más juicioso en su labor estadística no solo mejora su capacidad para entender su realidad, sino también para actuar sobre ella. Monitorear y entender las cifras de pobreza, más que un ejercicio técnico, representa una necesidad fundamental para diseñar soluciones efectivas que ataquen esta problemática.
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