Así se hizo el “jean” con fique patentado en Colombia
La SIC le otorgó a la Universidad Pontificia Bolivariana y Expofaro el registro de patente de invención por el proceso de fibras textiles derivadas de la planta de fique. El proyecto ofrece una alternativa sostenible en la industria de la moda y una oportunidad para el sector fiquero nacional.
Lucety Carreño Rojas
En 2014, cuando María Clara Restrepo estaba estudiando su maestría en Desarrollo de Producto con Textiles Tecnológicos, en la Universidad Pontificia Bolivariana (UPB), decidió centrar su proyecto de grado en el déficit de producción de algodón que hay en Colombia, su impacto ambiental y la falta de abastecimiento para el consumo interno, pues la mayoría de la fibra se importa desde Estados Unidos. En ese momento se preguntó cuál fibra natural y nacional se podría utilizar para suplir este vacío.
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En 2014, cuando María Clara Restrepo estaba estudiando su maestría en Desarrollo de Producto con Textiles Tecnológicos, en la Universidad Pontificia Bolivariana (UPB), decidió centrar su proyecto de grado en el déficit de producción de algodón que hay en Colombia, su impacto ambiental y la falta de abastecimiento para el consumo interno, pues la mayoría de la fibra se importa desde Estados Unidos. En ese momento se preguntó cuál fibra natural y nacional se podría utilizar para suplir este vacío.
La diseñadora industrial con énfasis en vestuario se encontró con más de 100 fibras naturales en el país y descubrió que una de las que más se produce localmente es el fique. Le apostó a trabajar con el material, a pesar de que a los artesanos, campesinos y empresarios del sector textil les resultara increíble, e inviable, que un producto tan tosco, tradicionalmente utilizado en costales, sogas y cabuyas, pudiese convertirse en una base textil para hacer jeans.
Más de seis años después, en febrero de este año, Restrepo, los fiqueros de San Vicente de Ferrer, en Antioquia, y Curití, Santander, los investigadores, la UPB y la empresa Expofaro recibieron la buena noticia de que la Superintendencia de Industria y Comercio les había otorgado la patente de invención por el proceso de fibras textiles derivadas de la planta de fique.
Antes de lograr la patente, Restrepo, estudiantes y docentes de las facultades de Ingeniería en Nanotecnología y Textil, Ingeniería Agroindustrial, Ingeniería Química y Diseño de Vestuario de la UPB tuvieron que conocer, trabajar y manejar la planta para utilizarla en la producción de hilos.
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El fique, explican las expertas, es una planta perteneciente a la familia de las agaváceas, que se produce en Colombia y es similar a otras plantas como el agave, de México, y el sisal, que se cultiva en Brasil.
“María Clara venía trabajando con la fibra y con los fiqueros desde hace más de 10 años. Entonces se interesó en trabajar con ellos porque conocía la problemática que tenía el sector y quería buscar una alternativa. De la hoja de fique sólo sirve el 4 % de lo que se extrae, el 96 % de los residuos lo botaban”, recuerda Cristina Castro, docente y otra de las inventoras detrás del proyecto.
“En el suelo queda un subproducto que también es fibra, pero está muy enredada y se desecha. Nosotros desarrollamos el producto con la fibra normal que se saca para cuerdas y costales, pero vemos una gran oportunidad porque no necesitamos una fibra larga sino una que se asemeje al algodón. Así que no tendremos problema en utilizar el subproducto”, cuenta Restrepo.
La docente agrega que, al utilizar toda la fibra cuando se industrialice la patente, les generaría ganancias, valor agregado y oportunidades de empleo a los fiqueros, quienes actualmente venden apenas el 4 % de la fibra. Además, representaría más ganancias para los empresarios que consideren utilizar el material, pues mientras que un kilo de algodón puede costar entre $5.000 y $7.000, el fique vale $2.000.
El gremio Fenalfique tiene reportadas unas 38.000 familias que viven de la fibra de fique en Colombia entre productores, artesanos e industriales, con una producción de 20.000 toneladas anuales. Según las cifras de Artesanías de Colombia, en Santander el principal oficio al que se dedican los artesanos es la tejeduría con fibras naturales. Aproximadamente, el 60 % de los artesanos de este departamento se dedican a este oficio. Curití es el municipio del país en el que más se trabaja con el fique.
El proyecto, apoyado desde sus inicios por la UPB, fue tomando forma gracias a la alianza con la empresa Expofaro, poseedora de la licencia de Levi’s en Colombia, que aportó sus conocimientos en acabados y en la “cottonización”, un proceso que comenzó en Polonia en 1900, aplicado en fibras como el cáñamo y el lino, que busca “algodonizar” las fibras.
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Según las investigadoras, en el proceso de “cottonización” se extrae la fibra de fique, de la cual suelen salir tiras de uno a dos metros de largo, que luego se dividen en pedazos de 3,5 centímetros. Después se realiza un proceso químico para que la fibra pierda los componentes que hacen que sea dura y rígida. Tras ese paso, la fibra, que debe mantener su longitud, se mezcla con algodón (50 % fique y 50 % algodón) para utilizarla en un tren de hilatura tradicional y conseguir las bases textiles para tejer el “jean” con fique.
Las docentes dicen que eligieron el denim, tela con la que se fabrican los jeans, por varias razones: el denim es una de las prendas que más consumen los colombianos, Expofaro tenía recorrido utilizando el material y para ofrecer una alternativa a una tela que tiene un gran impacto ambiental.
La razón se la dan las cifras. Según la firma de consumo Raddar, el gasto de los hogares colombianos en jeans era de 2,1 al año en 2019. De acuerdo con Isabela Bez, experta en tendencias de WGSN, “la producción de algodón convencional está muy asociada al uso excesivo de agua y fertilizantes, además del gran impacto ambiental que resulta del teñido y acabado. Las empresas están buscando fibras alternativas para reducir la cantidad de desechos tóxicos, energía, agua y desperdicio de materiales”.
La experta agrega que, al analizar el comportamiento de consumo, la sostenibilidad en la industria del denim está aumentando. “Las búsquedas de denim sostenible y jeans sostenibles crecieron 123 % y 195 %, respectivamente, en las búsquedas de Google en 2019”.
“El fique es una planta que tiene una huella hídrica y carbono más baja que el algodón porque no requiere un riego constante, menos plagas lo atacan y está en todos los pisos térmicos del país. Por otro lado, el algodón es un monocultivo que requiere ser resembrado, mientras que la planta de fique no se corta de raíz y se puede hacer la extracción con 12 hojas al año. Se ha reportado que sigue produciendo después de 50 años, pero la vida media que usan para sacar fibra de fique es de 20 años”, explica Restrepo.
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Castro, quien también es ingeniera química y textil, asegura que “estos productos de investigación deben ir de la mano del sector industrial y del Gobierno porque así hay más probabilidad de que las cosas funcionen. Se requiere la articulación de la academia, el sector público y el privado. Mientras avanzábamos en las muestras se unió Colciencias y la Gobernación de Antioquia, hicimos la socialización con los fiqueros y empezamos con la patente. Fuimos mejorando las versiones hasta que tuvimos el resultado del jean con fique”.
José Delio Porras, productor y artesano del fique desde hace más de 50 años, señala que la invención “es un aporte muy valioso para todo el gremio y, por supuesto, al material porque se le da un uso nuevo, se genera valor agregado y esto ayuda a que se promocionen y divulguen los usos y bondades de la fibra”.
El artesano de Curití, Santander, dice que, aunque históricamente el fique es conocido por sus empaques para café y cacao, desde hace 20 años se ha expandido el uso de la fibra en artesanías, telas, empaques biodegradables, jabones, cosméticos y otros productos que le pueden restar menos al planeta y que, además, se podrían exportar a países como Canadá, México y Estados Unidos.
“En Colombia hay más de cien fibras naturales, así que tenemos mucho por explorar en un país tan biodiverso. Casi todas las fibras pueden entrar en este proceso”, dice Castro.
Tras la patente, las docentes están investigando los costos de producción a gran escala, que el proceso siga siendo amigable con el medio ambiente cuando se logre masificar y poder lanzarlo al mercado. “Ojalá muy pronto se puedan terminar de unir los eslabones de la cadena y que todos tengan rentabilidad. Al generar una nueva tecnología y validarla, la comercialización se convierte en el reto más grande”.
Además de la patente que presentaron ante la SIC en 2017, la UPB y Expofaro hicieron el proceso para patentar y proteger la invención en Estados Unidos, el potencial comprador, y en México y Brasil, países en los que hay fibras similares.
“Buscamos dos cosas: comercializar o licenciar la patente para que esto llegue al consumidor pronto y enlazar la cadena productiva textil desde la fibra, la cottonización con una pequeña planta, la cadena de hilatura, las empresas que tejen y, luego, en el diseño, la construcción y el acabado de prendas para que llegue al consumidor”, dice Castro.
Este proyecto, del “jean” con fique colombiano, se conoce en un momento en el que la industria de la moda nacional está mirando cómo sumarse al reto de la sostenibilidad desde lo social, lo económico y lo ambiental. Además, es un ejemplo de cómo involucrar a toda la cadena y generar pagos justos, buenas condiciones y ofrecer una alternativa para las fibras naturales con productos amigables, tecnológicos y asequibles. “Estamos muy animados en continuar con el proyecto para que muchos colombianos puedan usar este jean nacional”, puntualiza Castro.