Así va la guerra comercial en el mundo
Las tensiones comerciales desatadas por el presidente Donald Trump podrían tener efectos no sólo en el plano económico, sino también en la geopolítica de escenarios como las negociaciones con Corea del Norte. Nuevas medidas podrían hacer caer los mercados.
Santiago LaRotta/ @troskiller.
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, se ha embarcado en una guerra comercial a escala mundial por cuenta de la imposición de aranceles al acero y el aluminio, que afectan a todos los países, con excepción de un puñado de naciones que incluye a Corea del Sur, Australia, Argentina y Brasil. (Lea Metal extranjero podría inundar Colombia por la guerra comercial)
Aunque es una medida con una lógica económica detrás (el fortalecimiento de la industria nacional), prácticamente todas las cabezas de la economía mundial se han pronunciado en contra de una guerra comercial. Desde Christine Lagarde, presidenta del Fondo Monetario Internacional, pasando por Mario Draghi, director del Banco Central Europeo, los expertos ven este enfrentamiento como un baldado de agua fría justo en el momento en que la economía mundial pareciera crecer al unísono, con cifras positivas en casi todos los mercados.
La mayor carta que juega Trump, la solidez actual de la economía de EE. UU., es, a su vez, su principal riesgo: una guerra comercial sostenida podría recortar los prospectos de crecimiento futuro. O sea, una mano mal jugada podría terminar lisiando la productividad en Estados Unidos, lo que representa el fin totalmente opuesto de por qué vale la pena meterse en una guerra comercial.
Además de los riesgos en el plano económico, la guerra comercial también amenaza la relación con aliados claves, como Japón, que está profundamente involucrado en todo el escenario alrededor de Corea del Norte. También ha dañado los vínculos con la Unión Europea, que también cumple un papel en temas como Irán y Oriente Medio.
El principal blanco de la guerra comercial es China y uno de los aspectos primordiales aquí es el desarrollo de tecnología: Estados Unidos busca sostener su superioridad en este campo, pero su curso actual de acciones podría terminar siendo el principal motor del desarrollo tecnológico chino de cara a 10 o 15 años.
Todos los grandes blancos de los aranceles impuestos por Trump han anunciado medidas legales o represalias directas contra la producción de EE. UU. Aunque los mercados aún no han registrado una gran caída, una escalada en las tensiones comerciales podría tener un impacto global negativo.
Este es el panorama actual de la guerra comercial:
China
Este es el frente más intenso de la guerra comercial que inició Donald Trump. La primera medida, el primer disparo acá, fue la imposición de aranceles de 25 % al acero y 10 % al aluminio que entra a EE. UU. (una porción de estos bienes proviene de China). Luego vino la imposición de aranceles a bienes chinos (diferentes al acero y aluminio) por US$50.000 millones. Beijing respondió a esto con el anuncio de sus propios aranceles por US$50.000 millones a bienes “made in USA”. El déficit comercial entre EE. UU. y China, que está a favor de los chinos, está cifrado en US$375.000 millones. Trump espera reducir este número a US$200.000 millones. Para lograr esto, los chinos están comprando más productos estadounidenses, entre ellos 16 millones de barriles de petróleo, que adquirirá la refinería Sinopec para junio de este año.
Unión Europea (UE)
La guerra comercial con la UE arrancó cuando Trump ratificó los aranceles al acero y el aluminio para la Unión Europea a principios de este mes. Como represalia, el bloque europeo impuso, el viernes pasado, aranceles a productos de EE. UU. por orden de los US$3.200 millones: jeans, motocicletas, derivados del acero y aluminio, productos agrícolas y bourbon son algunos de los bienes que castigó la UE. Los europeos demandaron la medida de Trump ante la Organización Mundial del Comercio. Trump también considera aplicar 25 % de aranceles a los carros importados, lo que podría golpear fuertemente a Alemania, en particular.
Corea del Sur
Este fue uno de los pocos países que resultó exento de los aranceles al acero que impuso Trump, luego de que aceptara abrir más su mercado a la importación de vehículos estadounidenses. En la negociación entre ambos países también se estipuló que los coreanos limitarán las exportaciones de acero hacia EE. UU. en 70 % del volumen actual, lo que resultaría en una cuota de poco más de 2.800 toneladas anuales; Corea del Sur es el tercer proveedor de esta materia prima en Estados Unidos.
Japón
Este es uno de los principales aliados de EE. UU. en el mundo y fundamental para cualquier futuro en el proceso de desarme de Corea del Norte. A pesar de esto, también fue incluido en la lista de aranceles al acero y el aluminio. Una de las principales preocupaciones de los japoneses es la eventual imposición de aranceles a la importación de carros en EE. UU., lo que podría impactar fuertemente a marcas que tienen una sólida presencia en el mercado estadounidense, como Nissan, Toyota, Honda o Subaru. En un comunicado, publicado en conjunto con la Unión Europea, el gobierno japonés aseguró que estas medidas “causarían serias turbulencias sobre los mercados internacionales”. Tokio les impondrá aranceles a mercaderías de EE. UU. por valor de US$50.000 millones.
Canadá y México
Aunque son dos de los socios comerciales más cercanos a Estados Unidos, la administración Trump también les aplicó los aranceles al acero y aluminio a estos países. Además, Trump está exigiendo que los autos fabricados en México contengan una porción mayoritaria de componentes hechos en EE. UU. Buena parte de la motivación para imponer los impuestos a los metales es inclinar la renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (que incluye a estos tres países) a favor de los estadounidenses. Como respuesta, México decidió imponer aranceles equivalentes “sobre diversos productos” importados de Estados Unidos, entre ellos algunos aceros, frutas y quesos. Canadá hizo lo propio con una lista de 100 ítems fabricados en Estados Unidos, medida que entrará en efecto el 1° de julio.
Rusia
Este país también fue afectado por los aranceles al acero y el aluminio. De acuerdo con cifras publicadas por el gobierno ruso, esta medida le cuesta a su economía unos US$538 millones. Las tres principales empresas de acero rusas reportaron crecimientos en su producción durante 2017 y una de ellas aseguró que se encontraba en su mejor nivel en media década. En mayo de este año se registró la mayor producción rusa de acero desde 1992, llegando a 6.804 toneladas. Moscú le informó a la OMC que considera tomar represalias contra las acciones de la administración Trump. EE. UU. también ha impuesto sanciones contra más de 189 personas y entidades rusas, como parte de la respuesta por la intromisión de agentes de este país en las elecciones presidenciales estadounidenses en 2016.
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, se ha embarcado en una guerra comercial a escala mundial por cuenta de la imposición de aranceles al acero y el aluminio, que afectan a todos los países, con excepción de un puñado de naciones que incluye a Corea del Sur, Australia, Argentina y Brasil. (Lea Metal extranjero podría inundar Colombia por la guerra comercial)
Aunque es una medida con una lógica económica detrás (el fortalecimiento de la industria nacional), prácticamente todas las cabezas de la economía mundial se han pronunciado en contra de una guerra comercial. Desde Christine Lagarde, presidenta del Fondo Monetario Internacional, pasando por Mario Draghi, director del Banco Central Europeo, los expertos ven este enfrentamiento como un baldado de agua fría justo en el momento en que la economía mundial pareciera crecer al unísono, con cifras positivas en casi todos los mercados.
La mayor carta que juega Trump, la solidez actual de la economía de EE. UU., es, a su vez, su principal riesgo: una guerra comercial sostenida podría recortar los prospectos de crecimiento futuro. O sea, una mano mal jugada podría terminar lisiando la productividad en Estados Unidos, lo que representa el fin totalmente opuesto de por qué vale la pena meterse en una guerra comercial.
Además de los riesgos en el plano económico, la guerra comercial también amenaza la relación con aliados claves, como Japón, que está profundamente involucrado en todo el escenario alrededor de Corea del Norte. También ha dañado los vínculos con la Unión Europea, que también cumple un papel en temas como Irán y Oriente Medio.
El principal blanco de la guerra comercial es China y uno de los aspectos primordiales aquí es el desarrollo de tecnología: Estados Unidos busca sostener su superioridad en este campo, pero su curso actual de acciones podría terminar siendo el principal motor del desarrollo tecnológico chino de cara a 10 o 15 años.
Todos los grandes blancos de los aranceles impuestos por Trump han anunciado medidas legales o represalias directas contra la producción de EE. UU. Aunque los mercados aún no han registrado una gran caída, una escalada en las tensiones comerciales podría tener un impacto global negativo.
Este es el panorama actual de la guerra comercial:
China
Este es el frente más intenso de la guerra comercial que inició Donald Trump. La primera medida, el primer disparo acá, fue la imposición de aranceles de 25 % al acero y 10 % al aluminio que entra a EE. UU. (una porción de estos bienes proviene de China). Luego vino la imposición de aranceles a bienes chinos (diferentes al acero y aluminio) por US$50.000 millones. Beijing respondió a esto con el anuncio de sus propios aranceles por US$50.000 millones a bienes “made in USA”. El déficit comercial entre EE. UU. y China, que está a favor de los chinos, está cifrado en US$375.000 millones. Trump espera reducir este número a US$200.000 millones. Para lograr esto, los chinos están comprando más productos estadounidenses, entre ellos 16 millones de barriles de petróleo, que adquirirá la refinería Sinopec para junio de este año.
Unión Europea (UE)
La guerra comercial con la UE arrancó cuando Trump ratificó los aranceles al acero y el aluminio para la Unión Europea a principios de este mes. Como represalia, el bloque europeo impuso, el viernes pasado, aranceles a productos de EE. UU. por orden de los US$3.200 millones: jeans, motocicletas, derivados del acero y aluminio, productos agrícolas y bourbon son algunos de los bienes que castigó la UE. Los europeos demandaron la medida de Trump ante la Organización Mundial del Comercio. Trump también considera aplicar 25 % de aranceles a los carros importados, lo que podría golpear fuertemente a Alemania, en particular.
Corea del Sur
Este fue uno de los pocos países que resultó exento de los aranceles al acero que impuso Trump, luego de que aceptara abrir más su mercado a la importación de vehículos estadounidenses. En la negociación entre ambos países también se estipuló que los coreanos limitarán las exportaciones de acero hacia EE. UU. en 70 % del volumen actual, lo que resultaría en una cuota de poco más de 2.800 toneladas anuales; Corea del Sur es el tercer proveedor de esta materia prima en Estados Unidos.
Japón
Este es uno de los principales aliados de EE. UU. en el mundo y fundamental para cualquier futuro en el proceso de desarme de Corea del Norte. A pesar de esto, también fue incluido en la lista de aranceles al acero y el aluminio. Una de las principales preocupaciones de los japoneses es la eventual imposición de aranceles a la importación de carros en EE. UU., lo que podría impactar fuertemente a marcas que tienen una sólida presencia en el mercado estadounidense, como Nissan, Toyota, Honda o Subaru. En un comunicado, publicado en conjunto con la Unión Europea, el gobierno japonés aseguró que estas medidas “causarían serias turbulencias sobre los mercados internacionales”. Tokio les impondrá aranceles a mercaderías de EE. UU. por valor de US$50.000 millones.
Canadá y México
Aunque son dos de los socios comerciales más cercanos a Estados Unidos, la administración Trump también les aplicó los aranceles al acero y aluminio a estos países. Además, Trump está exigiendo que los autos fabricados en México contengan una porción mayoritaria de componentes hechos en EE. UU. Buena parte de la motivación para imponer los impuestos a los metales es inclinar la renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (que incluye a estos tres países) a favor de los estadounidenses. Como respuesta, México decidió imponer aranceles equivalentes “sobre diversos productos” importados de Estados Unidos, entre ellos algunos aceros, frutas y quesos. Canadá hizo lo propio con una lista de 100 ítems fabricados en Estados Unidos, medida que entrará en efecto el 1° de julio.
Rusia
Este país también fue afectado por los aranceles al acero y el aluminio. De acuerdo con cifras publicadas por el gobierno ruso, esta medida le cuesta a su economía unos US$538 millones. Las tres principales empresas de acero rusas reportaron crecimientos en su producción durante 2017 y una de ellas aseguró que se encontraba en su mejor nivel en media década. En mayo de este año se registró la mayor producción rusa de acero desde 1992, llegando a 6.804 toneladas. Moscú le informó a la OMC que considera tomar represalias contra las acciones de la administración Trump. EE. UU. también ha impuesto sanciones contra más de 189 personas y entidades rusas, como parte de la respuesta por la intromisión de agentes de este país en las elecciones presidenciales estadounidenses en 2016.