Café de origen: de la semilla a la bebida que nos une
Un producto de excelente calidad, la búsqueda de una mejor remuneración y las ansias de aprender han sido las principales motivaciones de dos emprendedores del campo. Ellos lanzaron sus propias marcas de café de especialidad, un proceso que va desde la planta hasta la molienda.
☕ La familia cafetera liderada por una mujer innovadora
Una familia de tradición cafetera de Montebello, Antioquia, ha sembrado café por más de tres generaciones. Hasta que una joven de 24 años propuso que convirtieran esa actividad en una empresa legalmente constituida para avanzar en la comercialización del producto. Ella es Deisy Vanegas Tobón, gerente de Café Sabanitas Grupo Holding S. A. S. desde su conformación.
A partir de entonces, han pasado casi seis años en los que la vida familiar siguió girando en torno a los cafetales, pero ahora también hacia la venta de café de especialidad tostado en el pueblo, en Medellín y donde lo soliciten.
“En el último tiempo nos hemos especializado en procesos de beneficio, presentaciones en la taza y hemos innovado en nuestra región y en nuestra familia; lo más importante que tenemos. Yo soy mamá, esposa, gerente y trabajadora”, asegura Vanegas. Son 10 los familiares socios de la empresa y allí trabajan 27 personas de la misma familia. Tienen otros empleados, que son sus amigos o vecinos de la vereda.
El café lo comercializan en dos modalidades: en pergamino (grano sin cáscara y mucílago) o tostado y molido. Este es considerado especial por su proceso, que incluye la siembra, recolección, proceso de beneficio y todo lo relacionado.
Esto “se ve reflejado en el producto final. Por ejemplo, si el cultivo recibe mucho calor y no llueve lo suficiente, eso se nota en la taza, aunque no es algo que podemos controlar. El trabajo que le ponemos, lo que hemos estudiado, aprendido, ensayado y equivocado hace que tengamos un café especial”.
El hecho de vender el producto listo para el consumo da un mayor margen de ganancia, pero el riesgo también aumenta porque arriesgan la materia prima. “Al vender el pergamino es problema del tostador lo que suceda. Pero cuando decidimos sacar una parte del mejor lote para tostarlo, puede dañarse y los que perdemos somos nosotros”, explica Deisy Vanegas.
Esto les pasó en 2023 con un café natural (que no se despulpa, sino que así se seca al sol). Al ser materia orgánica está expuesta a factores como que le dé hongo, y eso fue lo que pasó. Perdieron 200 kilogramos de su mejor lote. Esperaban venderlo por el doble de su precio en verde, pero les tocó llevarlo como pasilla por una quinta parte del precio por el que se los iban a comprar. “Pueden pasar muchas cosas que dañan el café y eso hace que lo compren como corriente y no como especial” y el precio se ve afectado.
El café tostado lo han podido comercializar gracias al voz a voz, porque sus clientes lo recomiendan. Actualmente, venden unas 200 o 300 libras mensuales. La calificación de su taza es de 86 puntos.
“Por el momento no tenemos redes sociales y tampoco la capacidad para expandirnos, especialmente porque la cosecha del año pasado fue baja y hay un presupuesto limitado”, finaliza Vanegas. Por eso, su método de venta es a través del teléfono 304 384 1138.
Le puede interesar: Exportar sin deforestar: así los cafeteros buscan cumplir el Pacto Verde de la UE.
☕ De la medicina a la caficultura
Para Alexánder Zapata, el café era un pasatiempo, algo innato, ya que es de Guática, Risaralda, un municipio cafetero. Pero casi toda su vida laboral la ha desempeñado como visitador médico y desde hace seis años (a sus 45) comenzó a estudiar barismo y a adentrarse en el mundo del café.
“Santho Café nació hace un año y me he dedicado a ella, pues me quedé sin el empleo formal que tenía. Fue complejo pasar de tener un salario mensual a aventurarme a ser el encargado de todo el emprendimiento, pero ha sido una experiencia bonita y retadora”, cuenta Zapata.
Este proyecto nació de una casualidad. Él le compraba el producto a una cooperativa, pero conoció a Gilberto Mejía, dueño de la finca, quien había participado en un concurso de cafés especiales en 2021, realizado en Risaralda, y obtuvo el primer puesto en la modalidad de café suave lavado colombiano, con una calificación de 87,5 puntos sobre 100.
Desde entonces se aliaron para fundar la marca en la que uno se encargaba del cultivo y el otro de la transformación. Además, el café se paga a un mejor precio del que ofrecen en la cooperativa.
Pese a que venden café, quieren ir más allá. “Nuestra estrategia es vender una experiencia de café, que la gente aprecie y entienda el valor que tiene. Es un ritual de los 15 minutos o la pausa activa”. Porque la mayoría de los colombianos no saben qué es un café de origen y queremos hacer pedagogía con nuestro emprendimiento”, explica el creador y comercializador de Santho Café.
Otro sueño que comparten Zapata y Mejía es el de visibilizar a los productores y poderles compartir el conocimiento que han adquirido. Quieren asesorarlos para que se les reconozca la labor diferencial y de calidad que realizan. “Buscamos convencer a la gente de que pague un poquito más por una taza limpia, porque todavía al café de origen no se le da el valor que tiene y quedamos en desventaja frente a los grandes comercializadores del producto”.
La finca es pequeña y cuando no hay cosecha sacan 100 o 120 libras para la venta y en cosecha, entre 200 y 250 libras.
El camino de Santho Café no ha sido fácil. Han crecido mediante el voz a voz y las redes sociales (santho2014) y mediante el 318 734 4648. Hacen envíos a todo el país y también hacen estaciones de café en eventos médicos para dar a conocer el producto.
💰📈💱 ¿Ya te enteraste de las últimas noticias económicas? Te invitamos a verlas en El Espectador.
☕ La familia cafetera liderada por una mujer innovadora
Una familia de tradición cafetera de Montebello, Antioquia, ha sembrado café por más de tres generaciones. Hasta que una joven de 24 años propuso que convirtieran esa actividad en una empresa legalmente constituida para avanzar en la comercialización del producto. Ella es Deisy Vanegas Tobón, gerente de Café Sabanitas Grupo Holding S. A. S. desde su conformación.
A partir de entonces, han pasado casi seis años en los que la vida familiar siguió girando en torno a los cafetales, pero ahora también hacia la venta de café de especialidad tostado en el pueblo, en Medellín y donde lo soliciten.
“En el último tiempo nos hemos especializado en procesos de beneficio, presentaciones en la taza y hemos innovado en nuestra región y en nuestra familia; lo más importante que tenemos. Yo soy mamá, esposa, gerente y trabajadora”, asegura Vanegas. Son 10 los familiares socios de la empresa y allí trabajan 27 personas de la misma familia. Tienen otros empleados, que son sus amigos o vecinos de la vereda.
El café lo comercializan en dos modalidades: en pergamino (grano sin cáscara y mucílago) o tostado y molido. Este es considerado especial por su proceso, que incluye la siembra, recolección, proceso de beneficio y todo lo relacionado.
Esto “se ve reflejado en el producto final. Por ejemplo, si el cultivo recibe mucho calor y no llueve lo suficiente, eso se nota en la taza, aunque no es algo que podemos controlar. El trabajo que le ponemos, lo que hemos estudiado, aprendido, ensayado y equivocado hace que tengamos un café especial”.
El hecho de vender el producto listo para el consumo da un mayor margen de ganancia, pero el riesgo también aumenta porque arriesgan la materia prima. “Al vender el pergamino es problema del tostador lo que suceda. Pero cuando decidimos sacar una parte del mejor lote para tostarlo, puede dañarse y los que perdemos somos nosotros”, explica Deisy Vanegas.
Esto les pasó en 2023 con un café natural (que no se despulpa, sino que así se seca al sol). Al ser materia orgánica está expuesta a factores como que le dé hongo, y eso fue lo que pasó. Perdieron 200 kilogramos de su mejor lote. Esperaban venderlo por el doble de su precio en verde, pero les tocó llevarlo como pasilla por una quinta parte del precio por el que se los iban a comprar. “Pueden pasar muchas cosas que dañan el café y eso hace que lo compren como corriente y no como especial” y el precio se ve afectado.
El café tostado lo han podido comercializar gracias al voz a voz, porque sus clientes lo recomiendan. Actualmente, venden unas 200 o 300 libras mensuales. La calificación de su taza es de 86 puntos.
“Por el momento no tenemos redes sociales y tampoco la capacidad para expandirnos, especialmente porque la cosecha del año pasado fue baja y hay un presupuesto limitado”, finaliza Vanegas. Por eso, su método de venta es a través del teléfono 304 384 1138.
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☕ De la medicina a la caficultura
Para Alexánder Zapata, el café era un pasatiempo, algo innato, ya que es de Guática, Risaralda, un municipio cafetero. Pero casi toda su vida laboral la ha desempeñado como visitador médico y desde hace seis años (a sus 45) comenzó a estudiar barismo y a adentrarse en el mundo del café.
“Santho Café nació hace un año y me he dedicado a ella, pues me quedé sin el empleo formal que tenía. Fue complejo pasar de tener un salario mensual a aventurarme a ser el encargado de todo el emprendimiento, pero ha sido una experiencia bonita y retadora”, cuenta Zapata.
Este proyecto nació de una casualidad. Él le compraba el producto a una cooperativa, pero conoció a Gilberto Mejía, dueño de la finca, quien había participado en un concurso de cafés especiales en 2021, realizado en Risaralda, y obtuvo el primer puesto en la modalidad de café suave lavado colombiano, con una calificación de 87,5 puntos sobre 100.
Desde entonces se aliaron para fundar la marca en la que uno se encargaba del cultivo y el otro de la transformación. Además, el café se paga a un mejor precio del que ofrecen en la cooperativa.
Pese a que venden café, quieren ir más allá. “Nuestra estrategia es vender una experiencia de café, que la gente aprecie y entienda el valor que tiene. Es un ritual de los 15 minutos o la pausa activa”. Porque la mayoría de los colombianos no saben qué es un café de origen y queremos hacer pedagogía con nuestro emprendimiento”, explica el creador y comercializador de Santho Café.
Otro sueño que comparten Zapata y Mejía es el de visibilizar a los productores y poderles compartir el conocimiento que han adquirido. Quieren asesorarlos para que se les reconozca la labor diferencial y de calidad que realizan. “Buscamos convencer a la gente de que pague un poquito más por una taza limpia, porque todavía al café de origen no se le da el valor que tiene y quedamos en desventaja frente a los grandes comercializadores del producto”.
La finca es pequeña y cuando no hay cosecha sacan 100 o 120 libras para la venta y en cosecha, entre 200 y 250 libras.
El camino de Santho Café no ha sido fácil. Han crecido mediante el voz a voz y las redes sociales (santho2014) y mediante el 318 734 4648. Hacen envíos a todo el país y también hacen estaciones de café en eventos médicos para dar a conocer el producto.
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