Cafeteros le piden ayuda al Gobierno para sobreaguar la crisis
Los cafeteros la están pasando mal: precios bajos, costos de producción altos, dólar a la baja y Brasil, el principal competidor, ganando mercado, eso sin contar la zozobra que trae consigo el fenómeno de El Niño.
Edwin Bohórquez Aya
Germán Bahamón Jaramillo es cafetero de tercera generación. Creció en medio del campo, aunque su estampa es más de ejecutivo de Wall Street. De familia de agricultores y con el título de ingeniero agroindustrial, ahora tiene en sus manos las riendas de un sector en donde trabajan más de 540.000 familias y quienes, en conjunto, lograron que la pasada cosecha cafetera alcanzara la cifra récord de $14,5 billones. “Nos han enseñado a consumir el café malo”, dice, justo cuando reflexiona que “hoy tenemos mejor calidad de café” que en años pasados. Suena a contrasentido, pero es la verdad. El mejor café de Colombia se va a los mercados internacionales mientras aquí consumimos el de menor calidad. El más barato.
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Germán Bahamón Jaramillo es cafetero de tercera generación. Creció en medio del campo, aunque su estampa es más de ejecutivo de Wall Street. De familia de agricultores y con el título de ingeniero agroindustrial, ahora tiene en sus manos las riendas de un sector en donde trabajan más de 540.000 familias y quienes, en conjunto, lograron que la pasada cosecha cafetera alcanzara la cifra récord de $14,5 billones. “Nos han enseñado a consumir el café malo”, dice, justo cuando reflexiona que “hoy tenemos mejor calidad de café” que en años pasados. Suena a contrasentido, pero es la verdad. El mejor café de Colombia se va a los mercados internacionales mientras aquí consumimos el de menor calidad. El más barato.
Recién llegado a la gerencia general de la Federación Nacional de Cafeteros, Bahamón tiene los mensajes claros cuando habla y en esta entrevista se refiere a la caída en el precio del café, de la recuperación de un competidor de peso pesado llamado Brasil, del temor que despierta el fenómeno climático en el que ya estamos en Colombia y, para sumar, del bajonazo en el precio del dólar que los afecta de manera directa. Están pasando un sorbo amargo.
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Es cafetero de tercera generación. ¿Qué significa eso?
Soy de familia agrícola provinciana. Mi familia me educó gracias al producto agrícola. Mi papá y mi abuelo cultivaron siempre algodón, arroz, sorgo, soya. Y al final mi abuelo dijo: hay que explorar otros cultivos, y en un piso térmico distinto en el departamento de Huila empezó a explorar el tema de la agricultura cafetera. Mi papá fue cafetero, también con mi tío Fabio y después sigo yo y mi hermano, en otra finca tiene café; es decir, toda la vida hemos estado muy cerca a la agricultura, al sector agropecuario. Siempre ha sido parte fundamental de nuestra vida.
¿Cómo está hoy la Federación Nacional de Cafeteros y cómo está el sector cafetero?
La economía agrícola siempre es cíclica y eso lo hemos visto en la historia. El año pasado tuvimos el momento cúspide en términos de exportación y de tamaño de la economía agrícola cafetera. Llegamos a que la cosecha costara $14,5 billones. Porque los precios, después de un momento de pandemia, de escasez de transporte marítimo, de los contenedores... acuérdese que tuvieron un problema de escasez y además de que hubo una helada coincidente en Brasil con la pandemia, que hizo que el precio de café subiera a su máximo.
Fue el mejor escenario posible para Colombia. Me acuerdo de la crisis de los contenedores de la que habla usted. Brasil, que es nuestro principal competidor en, digamos, problemas; y un escenario pospandemia donde la gente dijo: vamos a consumir.
Claro, claro y el consumo del hogar incrementó también el de café; fueron bastantes variables confluyentes que hicieron que existiera un precio diferenciado mayor. No fue bonanza, como la de 1977, aquí hubo un incremento en precios, pero también en costos, porque los insumos agropecuarios sufrieron lo mismo. Me acuerdo, soy cafetero y en enero del 2019 un bulto de urea costaba $80.000 y terminó costando $240.000. Entonces también hubo una presión de costos.
Sí hubo rentabilidad y un tamaño de la cosecha en términos de valor muy fuerte, pero estábamos cayendo, llevábamos un poco más de 30 meses de lluvia incesante, inclemente. Sabemos que hemos tenido lluvias en el territorio colombiano y eso hace que la planta de café no exprese el potencial, porque las plantas necesitan fotosíntesis, necesitan luz. Entonces eso ha hecho que consistentemente haya venido cayendo la producción a 11’000.000 de sacos, pero en el 2009, cuando hubo otro fenómeno de La Niña, caímos a 7’000.000 de sacos porque había unas variables de la condición genética cafetera que eran distintas. Ahora tenemos unos varietales distintos. Si usted se acuerda muy posiblemente aquí hablábamos de la variedad caturra, que es muy buena en taza, pero muy susceptible a la roya. El parque cafetero cambió gracias a la investigación y el desarrollo que hacen Cenicafé y tenemos hoy 82 % de variedades que son resistentes al cambio climático y la roya. Eso nos permitió que cayéramos a 11′000.000 de sacos y no a 7, como caímos en el 2009.
Usted está recién llegado a la Federación. En el corrillo empresarial se dice que con el nuevo Gobierno empezaron a pedir muchas cabezas de gremios y uno ve casos como el de la construcción con resultados complicados en ese sector. ¿Cómo fue su llegada cuando además era el mismo presidente Gustavo Petro diciendo que esperaran, que aguantaran esa elección?
Le hablo de un proceso largo: como usted bien sabe, Roberto Vélez toma la decisión de dar un paso al costado, y el Gobierno nacional, con cuatro ministros de Estado, diseña un proceso de selección en conjunto con los 15 comités cafeteros, un proceso que fue largo, además democrático, en el cual se permitía que cualquier ciudadano nacional tuviera la posibilidad de exponer su hoja de vida y así hice apenas vi que el diseño decía: este es el perfil que están buscando y no necesita un padrino político ni un padrino gremial. Puse en consideración mi hoja de vida. Entraron 45, pasaron a siete en el primer filtro y después quedé en la terna. Y esa terna era avalada en las etapas que se habían diseñado por el Gobierno y, a la postre, el Congreso Cafetero extraordinario que se llevó a cabo el 27 de abril tomó la decisión por unanimidad de darme a mí la honrosa responsabilidad de ser vocero del gremio más importante de la agricultura colombiana.
¿Cómo está su relación con el Gobierno? Soy enfático porque esta semana justo tenían una reunión con el ministro de Hacienda y ministra de Agricultura a bordo, y no se dio. Primero fue el presidente y ahora con dos ministros que son determinantes para ustedes. ¿Qué es lo que está pasando?
Me alegra que usted haga esa pregunta porque definitivamente se pueden atar cabos y sacar conclusiones que en este caso no son verdaderas. Si bien es cierto que se inició un proceso en el cual estamos en construcción de confianza de la Federación y el Gobierno, porque tenemos el objetivo común, 548.000 familias colombianas y 2,5 millones de empleos, eso seguro le preocupa al Gobierno Nacional, y hemos venido trabajando con cada una de las carteras. he tenido reuniones en el despacho de la ministra Susana Muhamad, porque la sostenibilidad de nuestra caficultura también depende del cuidado que hagamos de todo el medio ambiente, incluso comercialmente; si no trabajamos con la ministra Susana, el Pacto Verde Europeo nos va a imposibilitar, después, exportar nuestro producto a Europa.
También con el ministro Ricardo Bonilla, con sus dos viceministros en su despacho mostrándole la Flota Mercante Grancolombiana, el Fondo Nacional del Café, invitándolo a soñar en la reindustrialización de Colombia a partir del producto estrella que es la caficultura.
He tenido mesas de trabajo con el Ministerio de Vivienda, que tiene en el Plan Nacional de Desarrollo objetivos claros de mejoramiento de vivienda rural y construcción de vivienda rural. ¿Quién mejor que la Federación para apoyar, para hacer ese brazo articulador y ejecutor de una política que está consignada en el Plan Nacional de Desarrollo? Buenas mesas de trabajo y también con el Ministerio de Agricultura, contacto permanente en donde encontramos que la titulación de predios es importante en un país de propietarios. El 44 % de los agricultores cafeteros colombianos no tienen título de propiedad. Qué mejor que nosotros, que los tenemos identificados y georreferenciados para poder acompañar esa política.
¿Entonces la reforma agraria que ha propuesto el Gobierno va en línea con esa formalización del 44 % de cafeteros en temas de titulación?
Definitivamente. Además, esta es una economía agrícola de pequeño productor. Toda, aquí no hay latifundios. Aquí 548.000 familias tienen en promedio 1,5 hectáreas de café.
Quiere decir que solo hace falta la reunión con el presidente Petro...
Sí, y la reunión que usted estaba planteando, que no se dio el miércoles, fue una reunión que acordamos con el ministro Bonilla y en la cual hacen parte cuatro ministerios. Lo que ocurrió fue que uno de ellos no podía y son indelegables porque es el Comité Nacional.
Sí, todos son pequeños productores.
Eso es lo que hace que necesitemos trabajar de la mano con el Gobierno en la reindustrialización. Soy ingeniero de producción o industrial, y sé perfectamente porque vengo de la provincia, que solo caminando en la cadena de valor tenemos sostenibilidad económica; caso contrario, seguimos vendiendo commodities, materias primas, y ahí seguimos siendo el eslabón más débil de la cadena, pero el único indispensable.
Entonces el ministro Bonilla nos mandó una carta, digamos que la vimos muy amable, en donde reafirman la oportunidad y la necesidad de seguir trabajando con el gremio y donde lista todas las oportunidades que hemos venido trabajando en conjunto. Y pide posponer la reunión, una va a ser el 2 de agosto, que es la del Fondo de Estabilización de Precios del Café, y otra el 16, que es la del Comité Nacional; así que no, no vi nada distinto a un tema de agendas, que me parece que está bien, obviamente los malquerientes de la Federación pueden decir lo contrario.
Usted usa la expresión “los malquerientes de la Federación”. Se han dado mensajes de algunos departamentos en donde se preguntan qué está pasando con el Fondo Nacional del Café, con la administración de esos recursos. Y la otra es el tema de la importación de café, que supuestamente estarían mezclando con el de primera calidad para ponerlo en el mercado internacional. ¿Qué fue lo que pasó ahí?
Y qué bueno que usted me haga esas dos preguntas. El Fondo Nacional del Café es un libro abierto, porque es un fondo de los cafeteros, porque nosotros los cafeteros por cada libra de café que se exporta, entregamos una contribución cafetera de 6 centavos de dólar.
Es decir, eso es dinero que sale de los cafeteros para que se invierta en los mismos cafeteros...
Exactamente. El dinero se guarda en una cuenta y en esa cuenta se reinvierte en la caficultura en cuatro bienes públicos: primero, en investigación y desarrollo con Cenicafé, la joya de la corona. Nos vienen a visitar incluso de Brasil para conocer Cenicafé y las buenas prácticas para mantener una caficultura que no caiga a los embates del clima y de las plagas. Segundo, servicio de extensión. Son 548.000 pequeños cafeteros que tienen la posibilidad de recibir a un ingeniero agrónomo para que les cuente qué está pasando en su cultivo y les haga las recomendaciones sin costo alguno. Todos los cafeteros colombianos son visitados al menos dos veces al año. Y lo valoran demasiado porque incluso los acompañan en esa oportunidad de generar sus créditos con Finagro o sus créditos con el Banco Agrario. Tercero, la más importante: ¿cuándo ha visto usted un cafetero sentado en una plaza de mercado con una carga de café sin vender? Nunca.
Como decían históricamente: ¿eso es un cheque al portador?
Porque el Fondo Nacional del Café ha sido bien administrado dado que tiene un sistema cooperativo cafetero: 33 cooperativas en Colombia que tienen 603 municipios cubiertos en donde siempre va a haber una puerta para comprarle el café al productor al mejor precio posible.
¿Y entonces por qué desde distintos departamentos se dice que no se está manejando bien el Fondo?
Lo que sí es cierto es que nosotros queremos oír a todos, aquí no se trata de imponer a nadie. Incluso a los que no quieren a la Federación los estamos oyendo y queremos siempre mantener ese diálogo permanente y constante, porque es la única manera de que sigamos construyendo una federación ojalá para otros 100 años. A nosotros no nos atormenta un malqueriente, nos ayuda a que sigamos pensando a ver cómo mejorar, pero el fondo está bien administrado. Tenemos un miembro del Ministerio de Hacienda sentado en nuestra oficina todos los días, que puede indagar exactamente en qué parte se están usando los fondos parafiscales, que son de los caficultores, y se reinvierten. Y el cuarto bien público es la promoción. Para usted, si no es cafetero, si usted sale de Colombia a usted lo representa Juan Valdez.
Porque es la marca de los colombianos…
Es la antítesis de la coca, porque a nosotros afuera o nos miran de una manera o nos miran de otra, entonces seguimos construyendo ese bien público que es el más valioso y es la marca de café de Colombia, que sigue siendo la de mayor calidad.
¿Por qué Colombia ha tenido que importar café?
Ha pasado históricamente. Nosotros somos parte de la OCDE. Además, estamos en un mercado de libre comercio. ¿Qué pasa? Nuestro café es tan bueno que todo se exporta y a nosotros, los colombianos toda la vida nos han enseñado a consumir el café malo, la pasilla que llaman. Eso es cierto, es una verdad de a puño. Cuando sube una carga de café a 2’400.000, ¿usted cree que le vamos a poder llevar a la tienda de la esquina un café de esos? No. Entonces la industria nacional, todas las marcas que usted conoce, deben importar café para ese consumo interno, eso es lo que está pasando y lo que ha ocurrido, y nada es anómalo, porque una industria de café instantáneo puede traer un café de una diferente calidad a un diferente precio para satisfacer una necesidad. Entonces, ahora decir que estamos exportando café de mala calidad y que por eso se cayó la prima: una mentira dicha 1.000 veces puede convertirse en una verdad.
Gracias a usted por la pregunta para poderlo aclarar. No ha pasado, nosotros tenemos la posibilidad de revisar en los puertos qué se está exportando y un consumidor, un trader o una empresa multinacional que nos compra el café en Europa, en Estados Unidos, en Canadá sabe perfectamente la calidad. Ellos aseguran la calidad, no se dejan meter los dedos a la boca.
¿Hace falta más fuerza de Juan Valdez en Asia, en China, en Japón, en Corea del Sur? ¿Hace falta posicionar más esa marca?
Vengo de 25 años de comercio exterior. En eso es lo que me he movido, no hay ni una empresa ni en tecnología ni en ninguna otra industria que no tenga los ojos puestos en China e India. Y nosotros solo el 2 % de las exportaciones las hacemos a China.
¿De toda la venta de café colombiano?
Sí, solo el 2 %. El 50 % entre la sumatoria de Canadá y Estados Unidos. Entonces hay una oportunidad definitivamente y por eso es que nosotros tenemos que mirar hacia afuera. El negocio del café está del puerto para afuera. La responsabilidad social y la misión de la Federación está de la puerta para adentro también. Nosotros lo que tenemos que evaluar es cómo vamos a seguir explotando, en el buen sentido de la palabra, una calidad del mejor café del mundo en los mercados asiáticos y allá estamos poniendo los ojos. Yo le he dicho a la Federación que exporta café verde, a Camila, que es la presidenta de Procafecol, que entremos al mercado; y a Cristina, que es la gerente de Buen Café, tenemos que exportar café liofilizado a China. Tenemos que abrir tiendas de Juan Valdez en China y tenemos que exportar café verde a China, incluso en la última feria que hubo en Bucaramanga, los que compraron el café fueron empresas chinas. Entonces hay un mercado que está naciendo. Eso nos pasó hace 40 años en Japón.
Trabajé 13 años con japoneses. Incluso aprendí a tomar té verde, pero lo importante es que hoy, si usted va al mercado japonés, es un mercado que ya creció porque identificamos a Japón y hoy los japoneses están 50 % y 50 % de café y té verde. Eso tenemos que hacer en China, eso deberíamos hacer en India; es más complejo en India por los gravámenes impositivos que hay para importar materias primas, pero hay una oportunidad enorme y ya me senté con Procolombia y ya me senté con el embajador de la India para ver qué podemos hacer allá. El foco mío es la internacionalización del café y aprovechar todas las oportunidades en el mercado externo, no desgastarme con los malquerientes.
Leamos la coyuntura: el dólar cayendo, Brasil recuperando, un fenómeno natural de la sequía que se nos viene y un precio de la libra de café a la baja. ¿Cómo van a afrontar eso?
Estamos sumamente preocupados. Eso sí, lo digo como cafetero y como gerente de la Federación, que es vocero de 548.000 cafeteros, esto que nos está tocando vivir en este momento, algunos analistas decían que se veía venir después de una corrección de los commodities; que se veía venir, que pasó en la leche, en la soya, en el maíz, que incluso pasó en la urea. Eso está ocurriendo, pero no con eso quiero decir que no nos preocupa. Nos preocupa sobremanera. Entonces lo que estamos buscando nosotros en este momento es revisar con el Gobierno Nacional qué podemos hacer. Porque hay un fondo de estabilización de precios del café que se creó por ley en el 2019 y que hoy los cafeteros hemos aportado 5 centavos de dólar desde el 2019 a hoy. Hay $300.000 millones.
Esos son incipientes, uno habla de $300.000 millones y parecieran mucho, pero es muy poquito. Lo que queremos es trabajar con el Gobierno, que tiene en su Plan Nacional de Desarrollo muchas políticas para el desarrollo económico a partir de la agricultura y la industrialización, para que nos apoye a sobreaguar esta crisis porque es algo que ya está. O sea, hoy tenemos un precio de la carga del café muy similar a los costos y en algunas regiones, incluso por debajo, entonces estamos en un tema de rentabilidad bien complejo. Necesitamos que el Gobierno, que sabe perfectamente que el café es el producto insigne de Colombia, el que genera 2,5 millones de empleos, el producto de exportación no minero más importante de Colombia, ahí tenemos que hacer políticas que permitan volver a estabilizar, porque también los costos bajaron. La urea, yo le dije que llegó a $240.000 y ahora ya está volviendo a $100.000 porque ya está en niveles prepandemia.
Pero ese cambio también fue por el tema de la guerra en Ucrania, que muchos insumos se fueron al cielo y obviamente era imposible producir así...
Exacto, entonces para resumir las preguntas que me hizo: necesitamos trabajar articuladamente con el Gobierno en el desarrollo de políticas que permitan estabilizar un precio. Nosotros ya tenemos un ahorro. Importante ponerlo sobre la mesa para que el Gobierno de pronto nos acompañe en esa materia y hay otra materia que es lo que usted mencionaba de los cambios climáticos. Viene fenómeno de El Niño según los expertos en meteorología. Los primeros tres meses podrían incluso ser benéficos y hay que ser sinceros en eso, porque la planta se va a nutrir de la luminosidad, la planta necesita fotosíntesis para floración, cargue y cosecha. Lo que nos preocupa es la permanencia en el tiempo. ¿Cuán fuerte puede ser el fenómeno de El Niño? Si se va tres años, como ocurrió ahorita, el fenómeno de La Niña, lo que se activa es la broca. La Niña activa la roya y ahí mostramos que Cenicafé funciona. Entonces empieza a haber menor calidad, en algunos más pasilla. Entonces estamos obviamente capacitando a nuestros cafeteros en cómo deberían ser las buenas prácticas, recoger los frutos secos, los que están en el piso. Cenicafé tiene mucha investigación en eso, también en el manejo de la plaga de la roya. Entonces, preparándonos con esa transferencia de conocimiento para que el caficultor tenga esa oportunidad, pero como le digo, los primeros tres meses de un fenómeno de El Niño podrían ser benéficos para la caficultura. Lo malo es si se vuelve en lugar de un Niño moderado, un Niño crítico.
Una reforma agrícola que los toca a ustedes, una reforma laboral que también, una idea de economía popular del Gobierno, muchos temas, una sola respuesta a todos esos retos...
Me le mido a soltar la siguiente respuesta que para mí es la que me mueve y es la que me motivó a entrar a la caficultura desde el punto de vista gremial: la industrialización de las regiones y la incorporación de los jóvenes en el desarrollo de una apuesta productiva y en el desarrollo de una apuesta profesional, es que no solo se trata de ser un caficultor o un recolector, está el barismo, está la catación, está la tostión. Ojalá pudiéramos exportar también producto terminado tostado en origen.
Hacia allá queremos dirigir la Federación, sin pelear con nuestros socios comerciales actuales, pero sí participando cada vez más en la industrialización de nuestras regiones, en la generación de empleo calificado y en, obviamente, la oportunidad de una cadena de valor que les permita la sostenibilidad económica a las familias cafeteras.
Eso quiere decir: ¿apuéstele no solo al “commodity” como base sino al producto con valor agregado para que lo paguen mejor en el mercado internacional?
Así es, y lo digo por experiencia propia, porque soy un provinciano, porque soy un agricultor cafetero y porque he sabido que solo así uno tiene rentabilidad.
Los cafés especiales que están tan de moda en ciudades como Bogotá...
Hoy tenemos mejor calidad de café. En el 2002, el 81 % del café se iba estándar, hoy es 27 %. El 51 % se van cafés especiales, entonces hemos seguido consistentemente creciendo en calidad. Café de Colombia sigue siendo un sinónimo de calidad en el mundo.
¿Cuál es el mensaje para el Gobierno, para el presidente Petro?
El mensaje ha sido el mismo: respeto, es el presidente de todos los colombianos. Yo represento a 548.000 familias de colombianos y queremos trabajar de la mano en beneficio del desarrollo agrícola que está consignado incluso en el Plan Nacional de Desarrollo.