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La política, que consiste en establecer un precio al carbono, impondría un cargo a las empresas y los consumidores con la esperanza de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero. La adopción de un impuesto de este tipo y la forma de hacerlo es un tema de agudo debate en la cumbre COP26 en Glasgow.
Una preocupación es que tal enfoque presenta el riesgo de afectar desproporcionadamente a los hogares más pobres del mundo, que ya se están viendo más perjudicados por el calentamiento global. Esto se debe a que tienden a gastar una mayor parte de sus ingresos en gas, calefacción y otras actividades que generan emisiones.
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“Se verán más afectados por el precio del carbono”, dijo Baoping Shang, economista sénior del Fondo Monetario Internacional y autor de un reciente documento sobre los impactos distributivos de la fijación de precios al carbono. “Primero, en muchos países, va a empeorar la desigualdad y ahí es cuando el apoyo del Gobierno es más importante”.
Ecuador, Nigeria e Irán ya han observado protestas violentas a lo largo de los años debido a los mayores precios en las estaciones de servicio, incluso sin un impuesto de ese tipo, lo que ofrece un anticipo del tipo de alboroto que se podría observar si los políticos optan por introducir uno.
En Francia, el país que más recauda impuestos al carbono en el mundo, el Gobierno se vio obligado a desechar planes en 2018 de aumentar un recargo al combustible luego de una revuelta de meses.
Estos estallidos públicos destacan la necesidad de comprender mejor las consecuencias distributivas de los precios del carbono y encontrar estrategias para garantizar que la creciente desigualdad no sea el precio que se deba pagar para proteger el planeta.
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Dejar que el cambio climático siga su curso tendría consecuencias nefastas. El mundo está en camino de calentarse 2,7 grados centígrados para finales de siglo, según las últimas estimaciones de las Naciones Unidas, muy por encima del límite de 1,5 grados establecido por el Acuerdo de París.
Los impuestos por sí solos no se consideran suficientes para lograr los objetivos climáticos. Solo 10 de los 60 mercados activos e impuestos al carbono tienen precios lo suficientemente altos para lograr los objetivos del Acuerdo de París, según un análisis de BloombergNEF.
Empujando hacia la pobreza
El cambio climático en sí mismo exacerba la desigualdad y podría empujar entre 68 millones y 135 millones de personas más a la pobreza para 2030, según el Banco Mundial. Y si las proyecciones más nefastas sobre el daño económico futuro resultan ciertas, otras investigaciones han demostrado que el cambio climático provocaría un aumento de la desigualdad entre países, revirtiendo décadas de progreso.
Sin apoyo, la fijación de precios del carbono podría agobiar aún más a los pobres, ya que a menudo no pueden permitirse viviendas energéticamente eficientes, lo que los expone a mayores costos de calefacción. Las familias de menores ingresos también tienden a vivir en áreas con transporte público insuficiente, lo que las hace más dependientes de sus propios automóviles.
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Muchos países están intentando compensar parte del impacto de las políticas climáticas en las billeteras de las personas y los balances de las empresas a través de recortes de impuestos o créditos, reembolsos o apoyo a inversiones ecológicas. Canadá y Suiza se encuentran entre los países que ya están devolviendo parte del dinero recaudado en nombre del medio ambiente a sus ciudadanos y otros, como Alemania y Austria, están considerando iniciativas similares.
Algunos estados de EE.UU. están utilizando los fondos para mejorar la eficiencia energética de los hogares, mientras que otros brindan apoyo directo a clientes de bajos ingresos para ayudarlos a pagar sus cuentas de electricidad.