Celebración a medias por Hidroituango
Este miércoles salieron buenas noticias: la llegada al metro 410 en los extremos de la presa. Aguas abajo, sin embargo, los días transcurren con incertidumbre sobre el futuro y la urgencia de obtener auxilios económicos o algo tan básico como un mercado.
María Alejandra Medina C. / @alejandra_mdn *
El proyecto hidroeléctrico Ituango amaneció con la buena noticia de haber alcanzado los 410 metros sobre el nivel del mar en los extremos de la presa que contiene al río Cauca. Lograr esa altura disipará el peligro de que el agua rebose el muro y genere un aumento en el caudal capaz de arrastrar todo a su paso, pues el río podrá ser desviado de forma controlada por medio del vertedero. (Lea Así se vive la evacuación por la emergencia de Hidroituango)
Aguas abajo, si bien el anuncio es un alivio, es visto como una pieza más dentro de una historia que por ahora no tiene un final claro. Para Jonás Darío Henao, alcalde del municipio de Valdivia, que ha recibido a más de 3.000 albergados, “la noticia es muy buena, porque para el campesino que vive en la ribera tenemos un parte de confianza de que la presa no se va a romper. La preocupación es que no se destapone un túnel de desviación y se venga una descarga de agua”. (Lea Damnificados que deja Hidroituango exigen participar en toma de decisiones)
El alcalde habló con El Espectador en el corregimiento de Puerto Valdivia. El lugar está en máxima alerta y recibió este miércoles la visita de Henao, quien fue a entregar 1.500 mercados para veredas aledañas que están a salvo, pero que se han visto afectadas porque se abastecían en Puerto Valdivia, en donde el comercio lleva días cerrado. Según el funcionario, se calcula que entre 100 y 150 personas bajan al corregimiento a diario, pero salen en la noche a zonas altas y seguras. (Lea Electricaribe anuncia nueva compra de energía tras retrasos en Hidroituango)
Arriba, en Valdivia, a unos 40 minutos por carretera, la jornada transcurre aún con el levantamiento de censos de las personas que no se habían hecho contar o que son recién llegadas. Los ánimos están caldeados. Este miércoles en horas de la tarde, junto a la Alcaldía se reunió un grupo de personas autoalbergadas que aseguran que llevan cinco días esperando ayudas como un mercado y colchonetas, que funcionarios de la administración empezaron a repartir al finalizar la tarde, lista en mano, a 400 familias. (Lea Completar la cima de la presa no acabaría con la emergencia en Hidroituango)
En los albergues, las personas afirman que las condiciones no son ideales, pero que ha habido mejoría con respecto a los primeros días. Allí, bajo la administración de entidades como el Ejército y la Defensa Civil, el agua y la comida son proveídas por Empresas Públicas de Medellín (EPM). La compañía informó que "instaló un centro para la preparación de alimentos, donde se emplearon 24 hombres y 18 mujeres cabezas de familia pertenecientes a la población evacuada". A eso se suma la disposición de duchas y unidades sanitarias para los lugares de refugio, así como personal para ofrecer programación cultural y lúdica.
Este miércoles gran parte de la atención estuvo puesta en los auxilios económicos que comenzó a entregar EPM para que los evacuados encuentren un lugar seguro que les permita dejar los albergues. Los montos son a partir de $1,1 millones. Dependen del tamaño de la familia y son válidos por un mes, prorrogable por un mes más.
Mientras EPM se encuentra confirmando los datos de las personas que han manifestado su interés en recibir esos recursos y definiendo el mecanismo del desembolso, en los albergues hay personas que ven la oferta con diferentes ojos.
Para William de Jesús Gutiérrez, de la Asociación de Mineros y Pesqueros Artesanales de Puerto Valdivia, damnificado por la avalancha del 12 de mayo, los recursos son muy pocos. “A una persona con cinco hijos eso no le alcanza. Destina $400.000 para pagar arriendo, matricula a los hijos en el colegio, se le va en vueltas, y después ¿con qué merca?”. María Isabel Giraldo, albergada en el coliseo de Valdivia, en cambio, se muestra interesada en recibir el auxilio económico.
Giraldo llegó el miércoles 16 de mayo y afirma: “me llama mucho la atención para irme”, y por eso se inscribió en los registros. Cuenta que su casa, según le han dicho sus vecinos, fue saqueada abajo en el corregimiento y que su expectativa a futuro es ser reubicada definitivamente en una vivienda en una zona segura.
El Espectador, además, llegó este miércoles al sector conocido como El Doce, corregimiento de Tarazá. Allí hay cuatro albergues con más de 2.000 personas alojadas. En uno de ellos, Buenos Aires, que es al aire libre, la comunidad le manifestó a este diario que, si bien la entrega de comida por parte del Dapard ha sido oportuna, ha habido deficiencias en la provisión de colchonetas y las carpas presentan filtraciones. La Secretaría de Educación, delegada por el alcalde, aseguró que artículos como plásticos para recubrir las carpas llegarían en horas de la tarde.
Por el momento, se mantiene la alerta roja en el corregimiento Puerto Valdivia y los municipios de Tarazá y Cáceres. Se trata de una emergencia que por más de una semana ha impactado a más de 26.000 habitantes del norte de Antioquia, que parece estar superando su etapa más crítica en la presa, pero que aún genera incertidumbre con respecto al futuro.
*Enviada especial a Antioquia.
El proyecto hidroeléctrico Ituango amaneció con la buena noticia de haber alcanzado los 410 metros sobre el nivel del mar en los extremos de la presa que contiene al río Cauca. Lograr esa altura disipará el peligro de que el agua rebose el muro y genere un aumento en el caudal capaz de arrastrar todo a su paso, pues el río podrá ser desviado de forma controlada por medio del vertedero. (Lea Así se vive la evacuación por la emergencia de Hidroituango)
Aguas abajo, si bien el anuncio es un alivio, es visto como una pieza más dentro de una historia que por ahora no tiene un final claro. Para Jonás Darío Henao, alcalde del municipio de Valdivia, que ha recibido a más de 3.000 albergados, “la noticia es muy buena, porque para el campesino que vive en la ribera tenemos un parte de confianza de que la presa no se va a romper. La preocupación es que no se destapone un túnel de desviación y se venga una descarga de agua”. (Lea Damnificados que deja Hidroituango exigen participar en toma de decisiones)
El alcalde habló con El Espectador en el corregimiento de Puerto Valdivia. El lugar está en máxima alerta y recibió este miércoles la visita de Henao, quien fue a entregar 1.500 mercados para veredas aledañas que están a salvo, pero que se han visto afectadas porque se abastecían en Puerto Valdivia, en donde el comercio lleva días cerrado. Según el funcionario, se calcula que entre 100 y 150 personas bajan al corregimiento a diario, pero salen en la noche a zonas altas y seguras. (Lea Electricaribe anuncia nueva compra de energía tras retrasos en Hidroituango)
Arriba, en Valdivia, a unos 40 minutos por carretera, la jornada transcurre aún con el levantamiento de censos de las personas que no se habían hecho contar o que son recién llegadas. Los ánimos están caldeados. Este miércoles en horas de la tarde, junto a la Alcaldía se reunió un grupo de personas autoalbergadas que aseguran que llevan cinco días esperando ayudas como un mercado y colchonetas, que funcionarios de la administración empezaron a repartir al finalizar la tarde, lista en mano, a 400 familias. (Lea Completar la cima de la presa no acabaría con la emergencia en Hidroituango)
En los albergues, las personas afirman que las condiciones no son ideales, pero que ha habido mejoría con respecto a los primeros días. Allí, bajo la administración de entidades como el Ejército y la Defensa Civil, el agua y la comida son proveídas por Empresas Públicas de Medellín (EPM). La compañía informó que "instaló un centro para la preparación de alimentos, donde se emplearon 24 hombres y 18 mujeres cabezas de familia pertenecientes a la población evacuada". A eso se suma la disposición de duchas y unidades sanitarias para los lugares de refugio, así como personal para ofrecer programación cultural y lúdica.
Este miércoles gran parte de la atención estuvo puesta en los auxilios económicos que comenzó a entregar EPM para que los evacuados encuentren un lugar seguro que les permita dejar los albergues. Los montos son a partir de $1,1 millones. Dependen del tamaño de la familia y son válidos por un mes, prorrogable por un mes más.
Mientras EPM se encuentra confirmando los datos de las personas que han manifestado su interés en recibir esos recursos y definiendo el mecanismo del desembolso, en los albergues hay personas que ven la oferta con diferentes ojos.
Para William de Jesús Gutiérrez, de la Asociación de Mineros y Pesqueros Artesanales de Puerto Valdivia, damnificado por la avalancha del 12 de mayo, los recursos son muy pocos. “A una persona con cinco hijos eso no le alcanza. Destina $400.000 para pagar arriendo, matricula a los hijos en el colegio, se le va en vueltas, y después ¿con qué merca?”. María Isabel Giraldo, albergada en el coliseo de Valdivia, en cambio, se muestra interesada en recibir el auxilio económico.
Giraldo llegó el miércoles 16 de mayo y afirma: “me llama mucho la atención para irme”, y por eso se inscribió en los registros. Cuenta que su casa, según le han dicho sus vecinos, fue saqueada abajo en el corregimiento y que su expectativa a futuro es ser reubicada definitivamente en una vivienda en una zona segura.
El Espectador, además, llegó este miércoles al sector conocido como El Doce, corregimiento de Tarazá. Allí hay cuatro albergues con más de 2.000 personas alojadas. En uno de ellos, Buenos Aires, que es al aire libre, la comunidad le manifestó a este diario que, si bien la entrega de comida por parte del Dapard ha sido oportuna, ha habido deficiencias en la provisión de colchonetas y las carpas presentan filtraciones. La Secretaría de Educación, delegada por el alcalde, aseguró que artículos como plásticos para recubrir las carpas llegarían en horas de la tarde.
Por el momento, se mantiene la alerta roja en el corregimiento Puerto Valdivia y los municipios de Tarazá y Cáceres. Se trata de una emergencia que por más de una semana ha impactado a más de 26.000 habitantes del norte de Antioquia, que parece estar superando su etapa más crítica en la presa, pero que aún genera incertidumbre con respecto al futuro.
*Enviada especial a Antioquia.