Ciudades de 15 minutos: la estrategia que impulsa ONU Hábitat en Colombia y Latam
La Nueva Agenda Urbana (NAU) de las Naciones Unidas pretende transformar la manera en que crecen las ciudades. Vivienda de calidad, equilibrio entre lo rural y lo urbano y Objetivos de Desarrollo Sostenible, las claves de un instrumento que Colombia está implementando.
Daniel Felipe Rodríguez Rincón
En América Latina y el Caribe existen cerca de 1.800 millones de personas que viven en déficit habitacional, es decir, con algún tipo de necesidad de vivienda. De estos, 120 millones viven en asentamientos informales conectados a ciudades o en sus periferias.
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En América Latina y el Caribe existen cerca de 1.800 millones de personas que viven en déficit habitacional, es decir, con algún tipo de necesidad de vivienda. De estos, 120 millones viven en asentamientos informales conectados a ciudades o en sus periferias.
Se dice, además, que la región es la más urbanizada en todo el mundo. De acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas (ONU), el 82 % de la población latinoamericana vive en ciudades, centros urbanos o sus periferias. Igualmente, una de cada cinco familias vive en barrios informales, según la ONU, con las condiciones precarias que comúnmente se ven allí.
Así las cosas, si se quiere hablar de vivienda y sus problemas en Latinoamérica y el Caribe, la discusión inevitablemente cae en los terrenos del desarrollo urbano, y la región tiene grandes deudas en este ámbito.
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Así está la vivienda en Latinoamérica
El Banco Interamericano de Desarrollo (BID) calcula que, en la región, el 45 % de la población no tiene un lugar digno donde vivir.
Y en Colombia el panorama no es muy diferente, pues se estima que hay 4,5 millones de viviendas en condiciones físicas precarias, como lo señaló recientemente Catalina Velasco, ministra de Vivienda, Ciudad y Territorio, durante el 5° Foro de Vivienda y Hábitat Latinoamérica y el Caribe -organizado por la organización Hábitat para la Humanidad-.
Condiciones precarias con un origen común: los asentamientos informales. Lugares a las “espaldas” de las ciudades, privados del desarrollo urbano.
Además de la pobreza, la violencia, la inequidad y las debilidades de la gestión pública, existen otros lastres del desarrollo urbano a los cuales no se les ha dado la importancia que merecen.
“La crisis climática y social de la región se exacerbaron por la pandemia de Covid-19. Los fenómenos climáticos continúan afectando directamente al panorama de la vivienda en Latinoamérica y el Caribe: huracanes, deslizamientos e inundaciones afectan a las familias más precarias”, señala Ernesto Castro, vicepresidente de área para América Latina y el Caribe de Hábitat para la Humanidad Internacional.
Por su parte, Paola Siclari, vicepresidenta del Consejo General de la Cumbre Internacional del Hábitat de América Latina y el Caribe (CIHALC), explica que otro aspecto que caracteriza a la región es que “nuestras ciudades crecen menos en términos poblacionales, porque estamos en una transición demográfica avanzada, nos estamos haciendo más viejos, pero nuestras ciudades se extienden más. Lo que trae grandes retos socioeconómicos en esas áreas metropolitanas”.
En un estudio elaborado junto al Instituto Internacional de Medioambiente y Desarrollo, Hábitat para la Humanidad resaltó la importancia de los planes de mejoramiento de viviendas a escala en asentamientos informales.
“Si nos enfocamos en mejoramiento de vivienda y asentamientos informales, algunos países en Latinoamérica y el Caribe podrían crecer hasta en un 10,5 % del PIB; en términos de escolaridad en niños, un 28 %, y en términos de salud se habla de un mejoramiento de hasta un 4 %”, asevera Ernesto Castro.
Ponerse manos a la obra para resolver las necesidades de los asentamientos informales en Latinoamérica son palabras mayores. Es una responsabilidad de tal magnitud que, por obvias razones, va más allá de las capacidades de los gobiernos locales.
De ahí que sea necesario darle un enfoque multisectorial, “multipaís” llamarían algunos, a la vivienda y al urbanismo en América Latina y el Caribe. “Desde los gobiernos, se requiere de una mirada mucho más integral”, señaló la ministra Velasco durante el durante el 5° Foro de Vivienda y Hábitat Latinoamérica y el Caribe.
Aquí es donde entidades multilaterales, como las Naciones Unidas, han dado un paso adelante.
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La Nueva Agenda Urbana (NAU)
Así como la Agenda 2030 o los Acuerdos de París, Naciones Unidas cuenta con un programa que impulsa a las ciudades a avanzar en la consecución de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) en sus asentamientos informales.
La estrategia lleva por nombre la Nueva Agenda Urbana (NAU) y está liderada por ONU Hábitat, el programa de Naciones Unidas para los Asentamientos Humanos.
NAU inició en 2016 y proyecta acciones de aquí hasta el 2036 para los estados miembros de la ONU, entre los que se encuentra Colombia.
Hablamos con Elkin Velásquez, representante regional para América Latina y el Caribe de ONU Hábitat sobre esta estrategia y la forma en que pretende transformar el desarrollo urbano en las ciudades latinoamericanas.
¿Qué es la Nueva Agenda Urbana y cuál es su alcance?
La Nueva Agenda Urbana (NAU) es el instrumento que desarrollaron y acordaron los países miembro de las Naciones Unidas exclusivamente para las ciudades, para construir urbes más seguras, incluyentes, prósperas, saludables, integradas y conectadas.
Contempla unos temas clave como políticas nacionales urbanas. Ya hay países como Chile, Colombia o Brasil que han desarrollado buenas políticas urbanas nacionales.
Es importante seguir afianzando marcos legales de la acción pública en las ciudades, como el derecho urbanístico.
En planificación todavía hay mucho por hacer. Ciudades en Colombia y más allá, como en Chile, Ecuador o Brasil, no han adoptado una herramienta de planificación urbana como aquella que va a guiar el desarrollo de la ciudad, pero que también oriente las inversiones públicas.
Está el financiamiento, ahí es donde estamos mucho más atrasados. Necesitamos más financiamiento con impacto social para sacar adelante las inversiones en vivienda que requieren las ciudades.
Necesitamos además muchísima implementación local, donde la gestión pública se adapte a las especificidades de los municipios más pequeños, los barrios.
¿A qué hace referencia el concepto de “Ciudad de 15 minutos” que propone la NAU?
Hemos llamado “Ciudad de los 15 minutos” a una ciudad donde todo queda cerquita. El trabajo, la casa, la salud, la escuela, los centros de aprovisionamiento. Esto necesita no solamente una planificación, sino una gestión.
La realidad es que las ciudades latinoamericanas son segregadas, es decir, lo residencial queda por un lado y el trabajo en el otro extremo. Entonces la gente invierte dos horas de viaje para llegar de la casa al trabajo y otras dos para devolverse. Además, lo hace en vehículos movidos por combustibles fósiles, entonces hay generación de emisiones.
La Nueva Agenda Urbana está demostrando que hay una conexión directa en cómo se planifican las ciudades y el cambio climático.
La agenda contempla la transformación de barrios. ¿Qué implica esto?
Es el mejoramiento integral de barrios. Veámoslo con ejemplos que han tenido impacto internacional.
En Medellín se montó un programa denominado “Proyectos de Urbanismo Integral Social” en las comunas.
Fue la concentración, la convergencia, de esfuerzos de administración pública, inversión en educación, economía, espacio público, jóvenes, movilidad. Cuando esto se hace separadamente, no genera el mismo impacto.
Esto se ha hecho en algunos barrios de Buenos Aires, de Santiago de Chile, pero todavía nos hace falta ir a escala: barrio a barrio.
Un planteamiento de ONU Hábitat es que no hay que dejar a los barrios más pobres atrás.
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¿Esta estrategia se adapta a economías como las latinoamericanas?
Nuestros países (en Latinoamérica y el Caribe) son de renta media. Pese a ello, hay un ‘gap’ (brecha) en inclusión social. Gran parte de la población está fuera de los sistemas de protección social, muchos en situación de pobreza, algunos en situación de pobreza extrema, y ese es un tema que hay que trabajar.
Pero también hay un ‘gap’ en capacidades institucionales, particularmente en los municipios más pequeños, que son la mayoría. Y un ‘gap’ en productividad. ¿Cómo hacemos las ciudades más productivas?
Y para incentivar una economía urbana sostenible, debemos hacer más eficientes las ciudades, y una ciudad no es eficiente si uno le toma dos horas ir de la casa al trabajo. La economía se beneficia cuando mejoramos la planificación e la ciudad y les permitimos a las familias tener proximidad con servicios, trabajo.
Para ONU Hábitat, ¿qué hacer entonces con los asentamientos informales?
Hay que darles prioridad. Si soy un alcalde en Latinoamérica y el Caribe y cuento con una parte importante de asentamientos informales, donde viven las comunidades más pobres, tengo motivos para darle prioridad en la inversión pública a esos lugares.
Hay que focalizar hasta donde sea posible los municipios alejados, no conectados, donde todavía los índices de desarrollo social y económico están muy bajitos. Esto es lo que se propone la Nueva Agenda Urbana.
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